13. El Cielo en la Tierra.

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Uno de los días más importantes del año para Charles había llegado: su home race. Finalmente el día que él había ansiado y con el cual había soñado por tanto tiempo ya había llegado. Se encontraba muy nervioso, al mismo tiempo que con muchas ansias de que empezara ya la carrera. Era un sentimiento doble, necesitaba hacerlo bien en honor a su país y no quería decepcionarlos, al mismo tiempo que necesitaba hacerlo bien por sí mismo, pero mayormente por su padre. El ojiverde sentía que en ese circuito con el cual había tenido la libertad de soñar durante todos esos años su padre estaría más que nunca a su lado, que estaría acompañándolo. Charles siempre pensaba en su padre, antes y después de cada carrera, estaba condenado a vivir y a triunfar en su nombre, y solo cuando lo lograra, solo cuando consiguiera poner su apellido en la más alto, solamente entonces lograría estar en paz, sentir que ya no estaba en falta con él.
El castaño estaba preparándose porque faltaba poco para el comienzo. Trataba de mantener la calma y respirar profundamente, no dejarse llevar por sus sentimientos y sus pensamientos que lo estaban atravesando. De cierta forma sentía que era un sueño todo aquello, la fórmula 1 y el circuito de Mónaco, parecía algo irreal. Hasta que alguien lo sacó de su burbuja al tocar la puerta suavemente.
—¿Sí?–respondió.
—¿Se puede?–se escuchó del otro lado.
—Mhm, puedes pasar.
La puerta se abrió y Max se asomó esbozando una sutil sonrisa mientras lo miraba. Él sabía que era un día importante para su amigo y, entre tantas veces que el monegasco había estado para él, lo mínimo que él podía hacer era estar allí para alivianar un poco los nervios en un día de tanta importancia.
—Hola–saludó mientras pasaba.
—Tú hablándome antes de una carrera es algo nuevo. ¿Te levantaste innovador?
—Es preferible que te hable ahora antes que luego. Todas las veces que hablamos después que termine terminamos peleando o lo que sea–explicó–Además es un día significativo para ti y soy tu amigo. Tú siempre estás en momentos así para mí.
—Tienes razón en ambas cosas, no te lo voy a discutir–dijo el castaño mientras se levantaba de su asiento.
—Yo siempre tengo razón, Leclerc. El día que lo entiendas tu vida será mucho mejor, porque entonces me harás caso.
—¿Tu arrogancia no acaba nunca? Eres una cosa increíble, Verstappen–contestó sonriendo mientras negaba con la cabeza.
—Dime algo nuevo, que soy increíble es lo obvio, obtengo todo lo que quiero.
—Pues yo ya te dejé pagando una vez, así que tan inalcanzablemente increíble no eres–bromeó, el rubio lo miró.
—Pero si te tengo como, cuando y donde quiero, conmigo no te las des de superior.
—Eso crees tú, yo nunca te lo he dicho y tampoco te lo he probado. No confirmo ni niego ese hecho–se cruzó de brazos.
—¿Eso creo yo? Por favor, Charles, acéptalo y todo será más fácil–se acercó.
—¿Aceptar qué? Eres atractivo, pero tampoco eres el hombre más irresistible que he visto, es decir...–y fue interrumpido por la sensación de sus labios juntos.
Había pasado ya un tiempo considerable de su primer beso, y por un momento habían olvidado lo bien que sentían descargar todo aquello que habían estado sintiendo en cada encuentro. La tensión era casi palpable cada que ellos se juntaban, y cuando sus labios lo hacían, era casi como tocar el cielo en la tierra. Las respiraciones se agitaban rápidamente y sus sentidos eran puestos cabeza abajo mientras se entendían perfectamente en un beso que decía mucho más que lo que cualquier persona pudiera explicar.
Charles puso su mano en el pecho de Max, que subía y bajaba gracias a la alterada respiración, y empujando suavemente, logró que se separaran del beso.
—Tú podrás ser muy atractivo y podrás haberlo parecido desde un inicio, pero yo tengo algo que tú no: logré hacer que te replantearas toda tu vida creyendo que eras hetero–sonrió alejándose más–Por cierto, apruebo tu método para quitarme los nervios, al menos ahora estaré un rato pensando en ti–finalizó y se retiró, dejando a su "amigo" desconcertado por segunda vez.
La carrera empezó finalmente. El joven piloto de Sauber empezaba en el octavo puesto, mientras que el chico de Toro Rosso se encontraba una posición más adelante, en el séptimo. Fue una carrera tranquila pero muy entretenida, las carreras de Mónaco siempre eran un espectáculo placentero de ver, todo su lujo maximizaba la experiencia de todos los espectadores, era el circuito favorito de varios. Llegó a verse alguna que otra pelea entre los jóvenes, pero esta vez Max se veía mucho más sólido en comparación de las últimas que había corrido y no se dejó, ni por Leclerc, ni por nadie. Mientras, el ojiverde trataba de hacer una carrera lo más limpia posible, sabía que ganarla era imposible, tanto por su experiencia cuanto por el monoplaza que tenía, faltaba mucho, pero se conformaría con una buena posición como las ultimas que había obtenido. Finalmente, cuando lució la bandera a cuadros, marcando el final, Charles terminó en un sexto puesto, y el rubio logró un magnífico quinto puesto. Ambos más que contentos y satisfechos con el trabajo hecho, siendo el mejor resultado conseguido hasta el momento.
El castaño se tomó un tiempo antes de bajar de su coche. Estaba pensando en muchas cosas, tenía demasiados asuntos rondando su cabeza en el momento y su corazón latía rápido mientras trataba de procesar todo. Por un momento lo había dejado todo atrás mientras conducía, pero en cuanto terminó y fue consciente de todo, se sintió un tanto abrumado. Enseguida salió y, mirando el cielo, viajó a aquel momento en el que le mentía a su padre diciendo que había conseguido llegar a la Fórmula 1, y pensanso lo muy orgulloso que estaría él de verlo en ese momento, suspiró, un tanto aliviado, un tanto con pesar. Pero mientras se sumergía en sus propios pensamientos sintió unos brazos que lo rodeaban por la cintura con fuerza y lo levantaba unos centímetros del suelo.
—¡Felicidades!–exclamó el muchacho con un acento francés, se trataba de Gasly.
—Gracias, gracias–respondió mientras reía y correspondía al abrazo–Ni que hubiera ganado una carrera, no es para tanto.
—Pero te fue bien y es tu home race, eso lo hace más importante. No te tires abajo, anda–lo animó.
—Vale, lo que usted diga, monsieur Pierre Gasly–bromeó y rieron al unísono.
Pierre era el mejor amigo de Charles desde hace mucho tiempo, se conocían desde muy, muy jóvenes. Siempre se habían apoyado en categorías inferiores y siempre habían estado el uno para el otro. Se llevaban muy bien, siempre lograban entenderse y pensar en algún desentendimiento entre ellos era prácticamente imposible, porque casi no existían. Habían compartido muchos momentos juntos, algunos alegres y otros no tanto, tenían una amistad bonita y sana que se había ido fortaleciendo con los años.
Verstappen estaba con su equipo festejando y, de lejos, observaba a su amigo con el francés. Una vez más se encontraba en la misma situación. Le molestaba de sobremanera, especialmente después de lo que había pasado ese mismo día. Los veía abrazados y riendo y su sonrisa automáticamente iba desvaneciéndose, detestaba no poder estar en su lugar. Simplemente se dedicaba a mirar detalladamente la situación, como jugaban tirándose agua y tenían tan linda relación, no lo soportaba. Para Max era raro, no era muy común que se sintiera así, pero estaba claro que el sentimiento estaba tomando control de él, así que decidió irse a otro sitio para evitar cualquier impulso estúpido que pusiera llegar a tener.
Para cuando Charles terminó de festejar, pensó que debería ir con su amigo para felicitarlo por el quinto puesto, que era sorprendente, considerando que había hecho DNF hace unos cuantos días atrás. Así que se dirigió al lugar al que el rubio acudía luego de cada carrera.
—Holaa–saludó amablemente, pero no recibió respuesta, así que insistió–Holaaa.
—Hola–contestó de forma seca.
—Felicidades, hiciste un buen trabajo hoy, además de defender tu posición muy bien.
—Gracias–el neerlandés ni siquiera lo miraba.
—Max, ¿pasó algo?–cuestionó.
—No lo sé. ¿Pasó algo?
—Eso quiero saber, para hablar las cosas claramente y no generar malentendidos. ¿Te molestó lo que hice o dije hoy? Si es eso, lo siento–se disculpó el monegasco.
—No es eso, Charles, no pasó nada. Deja de ser tan intenso.
—Max, por favor, no hagas esto, no ahora. Solo dime qué pasa y trataré de solucionarlo, no quiero volver a estar peleado contigo.
—Yo no hice nada, no es mi culpa que ni siquiera tú te des cuenta de las cosas que tú mismo haces. Deberías de saber.
—Max...–se acercó y le tomó la mano, mientras acariciaba–Realmente no sé qué te molestó, dime, por favor–suplicó.
—No me toques–alejó la mano–házselo a tu amigo.
—¿Qué? No me digas que esto es por Pierre, Max. No es para tanto, de verdad, somos amigos de la infancia prácticamente, por eso somos cercanos–explicó pacientemente.
—No lo sé. ¿Realmente no es para tanto? Me pareció que te encontrabas muy satisfecho mientras él te tomaba por la cintura.
—Mira, te voy a explicar para que entiendas, ¿sí?–suspiró–Quizás no lo hayas notado, pero apenas terminó la carrera yo me tomé un momento para reconciliar todos mis pensamientos, porque, como sabes, este circuito es importante para mí. Pierre, apenas salí, habrá notado que no me encontraba del todo bien y se acercó a distraerme, porque ya me conoce, pero es eso solamente.
—Si tú lo dices...–se encogió de hombros–No soy quién para cuestionar lo que me dices.
—Quizás sentó mal luego de lo que dije hoy, quizás desbloqueé una inseguridad, y si fue así quiero decirte que solo fue a lo tonto, jamás te haría sentir insuficiente, Max. Tú me conoces, sabes que es así, y sabes que hablo de la boca para afuera. No quiero que suene apresurado, pero para mí tú eres único, y no volteo a ver a nadie desde aquella noche en la terraza, solo a ti, y para mí eres más que suficiente.
—De acuerdo–asintió y comprendió.
—Mírame Max–el ojiazul obedeció–No eres ni serás insuficiente para mí, te aprecio y eres importante aunque te conozca hace poco tiempo, y eso no lo quita nadie, no dejaré que pase.
—Igual tú, eres suficiente para mí.
—Cuando pase algo dime, por favor, no evites el contármelo porque termina siendo peor y odio pelearme contigo.
—De acuerdo, trataré de mejorar en eso.
—Me parece justo, y yo no haré bromas de mal gusto respecto a ti, ¿sí?
—De acuerdo, es un trato.
—Trato–sonrió.
—Felicidades a ti también, sé que fue muy importante para ti lo de hoy, estoy feliz por ti, también hiciste un gran trabajo. Y lo siento por no ir contigo al terminar, no estoy muy acostumbrado al público viendo.
—Está bien, no te preocupes, no me molesté con eso, yo tampoco estoy acostumbrado a mostrarnos como amigos en público.
—Sí... es un poco raro. Ahora no tenemos que fingir ser amigos, tenemos que fingir ser solo amigos, no sé qué está peor–rieron.
—Ni yo, pero creo que la segunda–suspiró mientras tenía sus verdes ojos clavados en los del rubio.
—Lo sé, pero, ¿sabes?
—¿Mm?–respondió aún mirándolo.
—Mientras estemos en privado siempre serás único para mí, y yo lo seré para ti. Eso me es suficiente.

They Don't Know About Us || LestappenWhere stories live. Discover now