Alteza Real

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Pete POV

El invierno ha sido mi estación favorita desde que tengo uso de razón, en Ágama, mi ciudad natal, las colinas se pintaban de blanco cada primero de diciembre, los grandes eruditos no podían darle una explicación a tal sincronía, las nevadas no debían ser tan puntuales como los relojes en la pared, resultaba aberrante para aquellos que estudiaban la lógica y la razón.

Mi mentor se agitaba los bigotes cada que veía los primeros copos de nieve caer, furioso con los Dioses que manejaban el clima por burlarse así de los humanos más listos del reino, solía reírme de él sin que se diera cuenta, su enojo era ridículo, incluso si había un Dios burlándose de nosotros ¿qué podíamos hacer contra una fuerza mayor que disfrutaba reírse una vez al año?

Sin embargo, este primero de diciembre no estaría en mi amado hogar y sentarme a esperar la caída de los copos junto a la ventana en mitad de la noche, resultaba tan inútil como el enojo de mi antiguo mentor. Cerré las puertas de cristal del hermoso balcón, acomodando las cortinas con extremo cuidado para evitar que el sol golpeara mi rostro al amanecer y regresé a la cama en el profundo silencio que envolvía el castillo donde ahora vivía.

Mañana nos despertaría el ruido de los carruajes, el regresó de un guerrero único en su clase tenía a todo el pueblo movilizado preparando las más encantadoras decoraciones, las flores más difíciles de hallar en nuestras tierras, llenaban la entrada del castillo, el bufet más exuberante que hubiera visto, llevaba días siendo preparado y el Rey Kan no dejaba de pelear con los modistas por las telas que debía llevar el traje de su hijo, ya que con él anunciaría los planes para su próxima coronación.

Y, aun con todos los preparativos, el aire no estaba llenó de alegría y esperanza, sino de un terror que calaba hasta los huesos. El príncipe, al que los aldeanos debían adorar tanto como a su actual Rey, llevaba años en el ejército, peleando contra todos nuestros enemigos, matando hombres y bestias, venciendo en cada batalla y alzándose victorioso en las tierras que reclamaba, sin saber que, aquellos soldados que volvían a casa, hablaban de él como una leyenda de un monstruo sediento de sangre que quemaría todo aquello que su padre había construido.

Vegas Theerapanyakun. El futuro Rey de Arya. El soldado que aterraba a su gente. El hombre que alteraba mi corazón con anhelos y angustias, aun sin habernos conocido. El alfa que jamás debía permitir que me tocara.

El amanecer fue más temprano que todos los otros amaneceres, un joven mozo tocó a mi puerta avisándome que mi baño estaba listo y el Rey me esperaba para desayunar, salí de la cama con el cuerpo tenso, el cabello alborotado y las ojeras amoratadas.

Abrí la puerta para dejarlo entrar con el traje que su majestad había enviado para mí, un atuendo con las mejores telas y los colores del reino, dos doncellas entraron corriendo detrás de él, apresurándose a acomodar la cama mientras el joven mozo colgaba el traje para evitar arrugas, normalmente se me permitía elegir mi vestuario, pero no en un día tan importante. Tres hombres entraron con botes de agua hirviendo, vaciándola una tras otra en la tina al otro lado de la habitación, saliendo sin al menos mirarme, eran las órdenes del Rey.

Tan pronto las doncellas terminaron, el joven mozo de apariencia nerviosa dejo los adornos que debía incluir mi ropa, los más hermosos guantes que jamás hubiera usado, las insignias del pueblo que representaba y lo más importante, el emblema del Rey, aquel que dejaba en claro que le pertenecía al igual que todos los que vivíamos en el castillo. Un signo de posesión y seguridad que mantendría a cualquiera lejos de mí, nadie osaría tocarme si era una propiedad del Rey.

―El agua está caliente, debe ducharse ahora para evitar que se enfríe. ―musitó el chico con sonrisa noble, le sonreí de vuelta con un asentimiento. ―Regresaré para ayudarlo a vestirse. ―debía ser nuevo en el castillo.

Call me yoursTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon