Bestia

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Pete POV

Los caballos no eran mi pasatiempo favorito, aun así, desde el momento en que llegué al castillo tuve que aprender a montar por necesidad, en Ágama todo estaba a una caminata de distancia, sin embargo, con mi nuevo puesto, continuamente debíamos ir a diferentes ciudades del reino y nada estaba tan cerca como solía estarlo, así que debíamos ir a caballo para poder volver lo antes posible a casa.

Era capaz de aceptar que no era el mejor jinete de la región, pero por la forma en que mi acompañante cabalgaba como si no pudiera controlar a un animal salvaje, dudaba que él tuviera esa pizca de humildad. Estaba fanfarroneando con sus habilidades y el espectáculo parecía ir dirigido exclusivamente a mí, ya que no teníamos más personas alrededor.

― ¿Planeas ir así todo el camino? ―masculló regresando a mi lado después de correr unos metros y darse cuenta que no le estaba persiguiendo.

― ¿Así cómo? ―murmuré sin siquiera mirarle, sabiendo perfectamente a que se refería sin tener que obtener una respuesta a mi pregunta, él bufó haciéndome reír en el interior.

―Como si le tuvieras terror al corcel. ―masculló apretando los estribos y la mandíbula. ―La próxima vez irás conmigo en el mismo caballo.

―No puedo ir en el mismo caballo que tú. ―musité encogiéndome de hombros. ―Tendrás que aprender a ir a mi ritmo o cambiar de actividad para la próxima.

― ¿Por qué no?

―Ya te he dicho que tengo una promesa de castidad. ―murmuré mirándole de reojo como si la respuesta fuera demasiado obvia y, de haberse tomado sus lecciones con más de seriedad, lo sería.

―No voy a follarte mientras cabalgamos. ―masculló con el mordaz vocabulario de un hombre que vivió demasiado tiempo en las trincheras.

―La castidad va más allá de mantener relaciones sexuales, empieza desde la cercanía mundana que puedo tener con un alfa. ―expliqué poniendo los ojos en blanco. ―Compartir un caballo puede tomarse como un signo de intimidad y, ya que tú has sobrepasado mis límites olisqueando mi cuello contra mi voluntad, solo porque dije algo que no te gustó. No puedo estar seguro que no dejaras que tus instintos le ganen a la razón una vez más, en especial en una situación tan cercana el uno con el otro.

―Tengo derecho a conocer tu aroma. ―gruñó rodando los ojos y le miré con el ceño fruncido. ―En cuanto suba al trono, serás una más de mis propiedades y si quiero ser el único alfa en este reino que conoce tu aroma, no puedes hacer nada para impedírmelo. ―bufé guiando el caballo hacía otra dirección, dando aire desde lo profundo de mi ser y buscando la paciencia que tanto había entrenado este último año, no dejaría que me provocara a pelear a su nivel. ― ¿Te ha molestado mi comentario? ―exclamó con la voz burlona y una sonrisa ridícula en su rostro.

―Eres tan ignorante que ni siquiera sabes que, una vez tu padre deje el trono, tengo la libertad de irme también y evitarme el ser una de tus "propiedades". ―musité restándole importancia.

―Eso no es verdad, ningún concejal ha abandonado el reino tras el cambio de Rey. ―masculló entrecerrando los ojos.

―Está en los documentos que se firmaron hace años entre el palacio y Ágama. ―murmuré deteniendo el caballo. ―La relación entre un consejero y un Rey llega a ser tan cercana que su lealtad podría verse comprometida con el sucesor, así que el consejero tendrá la opción de partir de vuelta a Ágama para buscar al nuevo concejal, para el nuevo Rey. Si es que así lo considera. ―su rostro mostró verdadera sorpresa y le tomo unos segundos seguirme cuando volví a mover al caballo.

― ¿Tu lealtad a mi padre es así de incandescente?

―No creo que esa palabra sea la indicada.

― ¿Por qué no?

Call me yoursWhere stories live. Discover now