Capítulo 3

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DE A DOS

NADIA

Había creído que podía. Se había creído imbatible, capaz de hacerlo sola. Había creído que no necesitaría apoyo o compañía. Sin embargo, cuando se encontró con los últimos resultados y la noticia de una futura operación, supo o entendió que debía compartir lo que ocurría.

Nadia:

¿Esta noche estarás ocupada?

Marina:

Vicky me ha invitado a cenar, pero puedo suspenderlo si hay un plan mejor.

😉

Nadia:

No, no. Ve tranquila.

Otro día nos veremos.

Marina:

¡No!

¡Hecho! Acabo de escribirle a Vicky.

Envía a Ben a algún lado, llevo alcohol.

Nadia:

Aquí te espero.

Marina:

Ya era hora, cabrona.

Nadia:

No llegues tarde.

Adiós.

Esperó con paciencia a que Marina llegara a su casa. Benjamín ya había hecho planes con sus vecinos; irían al cine y después una pijamada con otros compañeritos. Gloria trabajaría hasta tarde así que Paula cuidaría de los muchachos. Cocinó con esmero un pollo al champiñón que, sabía, le encantaría a su amiga. Descorchó una botella de vino y se preparó para compartir una noche que se avecinaba larga y amarga. Golpearon la puerta y antes de abrir, respiró profundo. Se convenció de que necesitaba hacerlo. Que ya había llorado lo suficiente, que ya se había sentido impotente y que ahora le tocaba enfrentarlo. ¡Y qué mejor que hacerlo de la mano de su mejor amiga!

–Hola.

–Hola, hermosa mía –Marina entró con una sonrisa en el rostro y una botella de vino en la mano –¡No me digas que has preparado...! –exclamó al percibir el aroma que provenía de la cocina.

–Por supuesto. Sé muy bien qué es lo que te gusta, cariño.

–Eres la mejor. ¿Lo sabías?

–No. ¡Qué va! Vamos. Ponte cómoda que enseguida sirvo la comida. Espero no te moleste que comencemos por aquel –dijo señalando la bebida ya abierta sobre la mesa.

–Pero... ¡para nada! ¿Y mi sobrino?

–Ahora mismo deben estar en el cine. Ya nos enteraremos cuando regresen. Se quedarán a dormir aquí al lado.

–¿Y no hay peligro de que quiera regresar?

–No. Paula sabrá entretenerlos.

–Esa chica es un sol. No entiendo como no ha estudiado para ser maestra o algo así.

–Debería comentárselo, sí. Es cierto. Es demasiado buena con los niños. Y ellos... ¡la aman! –se acercó con los platos cargados y se acomodó frente a su amiga.

–Mmm. Huele delicioso. ¿Hacía cuánto no cenábamos tú y yo? ¿Solas?

–¡Puf! Ya ni lo recuerdo.

–Esa maldita oficina nos ha quitado las ganas de vivir –Nadia revoleó los ojos en señal de desaprobación y Marina sonrió con picardía–¡Perdón! Es que a veces se me olvidan tus aspiraciones... y cuánto quieres crecer allí dentro.

A través de las grietasWhere stories live. Discover now