Capítulo 24 - Dualidad (Segunda parte)

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Mi cuñado es un sujeto serio, incluso algunos miembros de la familia lo consideran apático.

Alisha y él se conocieron cuando Aaron era un practicante en el bufete que mi padre contrató para que lo defendiera en un importante problema legal que tuvo con un asociado.

Mi hermana se comprometió con él al terminar su licenciatura. En ese momento no comprendí por qué se había enamorado tanto de un tipo tan poco atractivo. Esa pregunta me la seguí haciendo, hasta el día de hoy.

Vine a buscarlo a su despacho privado que tiene en casa. Trabaja como independiente y también tiene su bufete. En lo económico le va bastante bien. A diferencia de Benjamín, él no les pidió el favor a los suegros para obtener un puesto de trabajo.

Alisha sabe que vine, pero prefiere quedarse fuera.

La oficina cuenta con una entrada de madera oscura y la puerta es de cristal. Dentro, el suelo es madera pulida y las paredes están pintadas de gris claro. Lúgubre y acorde al profesionista que la usa.

Mi cuñado me invita a pasar. Quedamos a solas, sentados de lado a lado del escritorio grande de madera.

Cuidadoso, Aaron revisa los documentos que le acabo de entregar. Tiene puestas sus grandes gafas.

Mientras se queda concentrado, primero veo las estanterías llenas de libros de leyes que tiene detrás, pero después me es imposible no inspeccionarlo. Para mí, Aaron es feo. Su rostro no es simétrico y tiene las orejas de soplillo.

—Divorcio —dice él, sin dejar de leer.

Asiento nerviosa.

—Lo pensé bien y creo que es lo mejor —añado—. No busco complicar las cosas en casa. —Suspiro—. Será difícil, pero dicen que es mejor separarse antes de que todo empeore.

Aaron y Benjamín tienen una buena relación de concuños, pero, para mi buena suerte, no son los grandes amigos.

Jugueteo con mis dedos, incómoda, y luego vuelvo a verlo.

—Me preguntaba, si podrías ser tú quien me represente —se lo pido de manera formal, aunque supongo que ya se lo imaginaba—. Confío en ti más que en nadie.

Aaron cierra la carpeta y entrelaza los dedos. Adopta un tono serio, pero luce amigable.

—Cuñada, te agradezco mucho esa confianza. Sin embargo, debo ser honesto contigo. Mi especialidad no es el derecho de familia. Odiaría comprometer tu caso o darte menos de lo que mereces, especialmente en algo tan crucial.

Bajo la vista, decepcionada.

—Entiendo... Es que pensé que...

—Pero —me interrumpe—, escucha, conozco al mejor abogado en el campo. Es un viejo lobo de mar, se llama Carlos Luján, todo un experto en divorcios. Ha manejado casos complejos con resultados excepcionales. Creo que será perfecto para ti. —Se toca el pecho—. Yo también estaría involucrado como un apoyo.

Quedo pensativa un instante.

—¿Carlos Luján? —La idea de tener otro abogado no me convence. Desconozco qué tanta discreción me daría un desconocido.

—Sí, buenísimo, es hasta malicioso. —Le brillan los ojos mientras lo dice—. Si estás de acuerdo, puedo organizar una reunión entre ustedes lo antes posible. Carlos no solo es competente sino también muy comprensivo y ético, te guiará por todo el proceso con la mayor dedicación.

¡Es hora de elegir una respuesta! No requiero mucho esfuerzo para darme cuenta de que es la mejor opción. Aunque Aaron no sea el abogado principal, confío en su respaldo.

Detrás de las Puertas ©Where stories live. Discover now