🎀 Capítulo 3 🎀

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Creo que la sexualidad solo es atractiva si es natural y espontánea.

Marilyn Monroe.

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Barbie Robbie

La mañana en casa se tornó distinta.

Fue extraño bajar a desayunar y darme cuenta de que la extensa mesa estaba repleta de comida. En un asiento se encontraba Oliver, quien me saludó de primero. A su lado estaba mi padre, intentando robar un croissant sin que Damon, en la cocina, le regañara.

Ah, y la pequeña Adrianna estuvo correteando por ahí hasta que se me acercó con un cachorro entre manos. Como ya me debía acostumbrar, saludó con emoción como si horas atrás no hubiésemos estado de malas. Llegué a pensar que ya le agradaba.

¿Qué había sucedido en esa casa solitaria en menos de ocho horas?

—Babi, este es Perro —presentó la niña.

—Oh, ¿y esa monada de dónde salió?

—Salió de la barriga de su mamá y luego mi papá lo adoptó.

Tomé al pequeño cachorro pekinés blanco en manos. No hizo fuerza para desatarse de mi abrazo porque, al contrario de Adri, yo no le apreté la panza.

—¿Y no crees que le pegaría otro nombre, Adri?

—La mayoría de perros se llaman Perro. No veo por qué no ponerle así.

—Bueno... como quieras, pero creo que Blancanieves le quedaría mejor. ¿No es tu princesa favorita?

Colocó un dedo en su mentón, fingiendo pensar.

—Mucho mejor. Ah, por cierto: serás tú quien le dé comida hoy —decidió—. No quiero que muera en mi cuidado.

—¡Yo podría cuidarlo! —propuso Oliver,
quien no aguantó muchos segundos siendo ignorado ahí atrás.

—Tú no puedes cuidarte ni a ti mismo,
Oliverto —comentó mi padre,
burlándose del cabeza de fuego.

—Papá, ya te he dicho que no se llama Oliverto.

Mi padre, haciéndole caso omiso a mi comentario, se acomodó en el asiento y observó con ojos analíticos al pelirrojo. Supe que iba a soltar una extraña burla.

—Cuando Barbie cumplió cinco años le regalé un cachorro llamado Oliverto. Era idéntico a ti, Oliver: solo entraba a casa para comer y perseguir a Babi.

Mi mejor amigo ni se inmutó.

—Me encantan tus comparaciones, viejo, pero yo no persigo a nadie. A mí me persiguen.

—Viejo tu abuelo. Yo estoy en mi mejor etapa.

—¿En la que necesitas viagra?

—Hablo de mi etapa, no de tu situación, niño.

—¿Niño yo? ¿Acaso no tienes idea de que ya tengo diecinueve?

—Por eso, Oliver.

Madre mía.

Pronto mi carcajada resonó por los pasillos de la mansión. La escenita que se montaban me parecía tan cómica como increíble, porque jamás esperé tener tanta unión junta en casa luego de la muerte de mi madre. He de suponer que esto junto causó mi risa.

—Sois una comedia.

—Eso me han dicho —mi padre se giró a mi mejor amigo—. Oliverto, ¿te quedarás
a dormir?

Barbie y el Nerd Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu