No sé si soy una persona triste con vocación de alegre, o viceversa. Lo que si sé es que siempre hay algo de tristeza en mis momentos más felices, al igual que siempre hay un poco de alegría en mis peores días
—Mario Benedetti.
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Nils Sheldon
Ansioso, abrí la puerta luego de los cientos de toques. No recordaba que la rubia bonita fuese tan insistente, pero de esa forma me gustaría igual. Nelson, detrás de mí, correteaba para alcanzarme y estar pendiente del chisme.
—Sisu, qué bueno que ya llegast...
—Sheldon.
Agh, esa voz.
La reconocí incluso antes de bajar mucho la mirada (porque era bajita) y ver ese cabello canoso.
La vecina problemática, ¿en serio?
Mi semblante volvió a ser inexpresivo para no mostrarle todo mi desagrado. Todavía recordaba todo lo que se dignaba a decir de mí por ahí, la muy maldita; pero era capaz de, también, recordar los instantes agradables a su lado.
¿Qué habría inventado que le hice ahora, la insoportable señora?
—¿Qué quieres?
—Sheldon, buenas noches.
—Eran buenas —murmuré.
—Qué maleducado e inmaduro, como siempre.
—Madurar es para las frutas.
—De nuevo su perro ha tirado mi maceta —informó, haciéndome caso omiso—. ¿Sabe de cuál le hablo, cierto? La que tengo a un lado del felpudo que, de nuevo, me has robado.
No iba a dejar que me irritara, que siempre lo conseguía.
Esa noche debía tener buen humor para recibir a Sisu.
Me repetí esto ochenta veces, y a la ochenta y uno, bajo su mirada reprobatoria, terminé irritándome. Si antes pretendía, por primera vez en mi adultez, tutearla para no ser maleducado, esa intención ya no existía.
—Berta, de nuevo te repito que no tengo perro.
—¿No le han enseñado a no mentir, muchacho?
—Justo por eso te digo la verdad.
—¿Y mi felpudo? ¿También dirá que no fue usted quien lo tomó?
—Ni siquiera sabía que tenías felpudo.
—Tutéame —pidió, aparentemente cansada. Si así la tenía, ya se imaginaría cómo me tenía ella a mí—. Sheldon, le tengo mucho respeto a su padre, e incluso a usted mismo por los años que pasamos juntos, pero si esto continúa tendré que tomar medidas y avisarle a Miguel.
—¿Recuerdas la última vez que hiciste eso de tomar medidas en el tribunal? Pues no pierdas tiempo.
—No se adentre en ese tema, señorito, porque créame que intento llevar la fiesta en paz con usted después de que...
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Barbie y el Nerd
RomanceNo existe individuo universitario que desconozca a Barbie Robbie y a Oliver King. Ella, por supuesto, es el ícono de la perfección, la fama y belleza desmedida, aunque esté llena de inseguridades y obsesiones que oculta. No obstante... ella también...