🎀 Capítulo 28 🎀

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El que desconoce la verdad
es un ignorante; pero el que
la conoce y la desmiente, es
un criminal

Bertolt Brecht.

Barbie Robbie

La inseguridad que me proporcionó el hecho de notar que en bolsillo de mi falda de uniforme se encontraba el celular de Nils y no el mío era comparado a mi inseguridad de utilizar tacones para pasar por alcantarillas.

Para una chica adicta a las redes sociales y su celular, resultaba extraño haberse dejado el mismo en quién sabía dónde.

Me daría un infarto de no encontrarlo, eso sí.

Mi único consuelo fue distraer mi mente pensando en Nils. Algunas escenas de entre nos, resultaban tan inolvidables como excitantes y romanticonas, del tipo que me encantaba ver en las películas de romance adolescente, pero sobretodo me ayudaban a despejar mi mente mientras paseaba por la universidad. En cada pasillo debía tragar saliva ante las miradas que me aturdían, obligándome a alzar el mentón y caminar como si el mundo me valiese verga.

Porque vamos, podían estar en ese instante comportándose como si les hubiese quitado la pareja y luego mandado una nota que dijese "siempre fue mío, perra, búscate el tuyo", pero, y recuerden esto como si fuese vuestro número de tarjeta de crédito: a ninguna de esas personas insignificantes les iba a dar el placer de verme caminar con la cabeza gacha o sin el empoderamiento que me definía.

Comenzaba a ser incómodo que las chicas me viesen con asco, burlescas, e intentasen saludarme solo por molestar y lanzarme
comentarios groseros. No obstante, fingir neutralidad resultaba sencillo. Esas patéticas alegaban que era muy rastrero de mi parte estar a mis anchas con Nils estando Miley en la ciudad. Que era una perra interesada y tonta, había gritado alguna feminista que me veía como a la enemiga de las mujeres.

Los chicos, por otro lado, me echaban miradas lascivas y comentarios asquerosos que antes no existían porque solía caminar por ahí con Oliver a mi lado. Él observaba a todos como si les advirtiera convertirse en la Reina Roja si alguno se atrevía a mirar de reojo a su hermanita.

No pude evitar poner una mueca de asco al pensar en él y esas patrañas que se inventó. Mierda, quería y no podía olvidarlo. Era como un maldito trauma, de esos que te persiguen hasta en tus sueños y son tan tormentosos que, de reencarnar como un humano, le desearías cortar el cuello y jugar con sus tripas.

Supuse que ya todos sabían mi situación, desde mi amistad o... l0 que sea, con Nils, hasta mi relación rota con Oliver. Eso me convertía en el chisme perfecto.

Aquello no era tan negativo: mejor en malas bocas, que olvidada; decía Damon.

Solté una maldición entre dientes que seguro me haría pedir perdón de tener a Adrianna o Nelson delante. ¿Por qué, decís? Porque luego de doblar una esquina pude intuir cómo cada persona que veía su celular estaba centrada en ver los videos que de mí circulaban.

Y os juro: ninguno tenía comentarios o repercusiones agradables.

Joder, ¿es que no podía tener un día casual?

Era lo único que anhelaba: hacerle pasar un día maravilloso a Nils en su cumpleaños, a sabiendas de que él hacía años dejó de ser consciente de la existencia de esa fecha, y estar relajada hasta la noche.

Barbie y el NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora