Fiesta del jardín

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—Vamos, llegó su momento. -Dijo el joven eunuco dándole un pequeño empujón en la espalda a las dos mellizas.

—Muy bien, parece que quiere comer. -Dijo la peliverde después de darle cinco cucharadas a la concubina.

Tuzi se encontraba sujetando la cabeza de la concubina para hacer todo más cómodo para ella y así evitar que se atragante, pero la soltó para pasarle una cosa a Maomao y se dio cuenta de que tenía las manos manchadas de un polvo blanco.

—Mao, mira mis manos. -Dijo la pelinegra.

—Se supone que habían retirado todos los polvos que habían en el palacio, ¿qué hace esto aquí? -Dijo agarrando las manos de su hermana pelinegra.

—Toqué a la señorita Lihua y la palma de mis manos quedó así.

—Con permiso. -Maomao tocó ligeramente una de las mejillas de la concubina y se dio cuenta de que estaba llena de ese polvo mortal.

—¿Quién es la que se ocupa del maquillaje de la señorita Lihua? -Preguntó Tuzi.

—Soy yo. -Contestó una de las damas de compañía.

—Ah, ya veo. -Maomao se acercó a la dama de compañía y le pegó en la cara, haciendo que esta cayera al suelo.

—¡¿Pero qué haces?! -Dijo la dama de compañía tocándose la mejilla.

—¿No es obvio? Castigar a una idiota. -Maomao se acercó nuevamente y esta vez la arrastró del cabello por el suelo.

—¡Suéltame! -Se quejó la muchacha conteniendo las lágrimas.

Maomao no la soltaba y mientras estaba buscando en los cajones el polvo. Cuando lo encontró, lo tiró todo sobre la dama de compañía.

—Alégrate, ahora tú también lucirás hermosa, como tu señorita Lihua. El veneno no tardará en entrar en tu cuerpo y pronto tendrás la cara arrugada, los ojos hundidos y un cuerpo débil que se niega a comer.

—Yo solo quería que mi señorita Lihua estuviera contenta y hermosa, ¡solo quería eso! -Dijo la dama empezando a llorar.

—¡¿A quién crees que le gustaría llevar mismo veneno que acabó con la vida de su hijo?! -Dijo la peliverde agarrando la cara de la dama.

—¡No era mi intención!

—¿Acaso no te dijeron que estaban prohibidos por ser algo mortal?

—Yo...

Maomao agarró un poco del polvo del suelo y lo puso en los labios de la dama.

—Ve a lavarte toda la cara y enjuágate la boca inmediatamente.

—¡Sí! -La dama de compañía se levantó del suelo rápidamente.

—Limpien esto rápido, ¿no ven que es perjudicial para la paciente? -Le dijo Maomao al resto de las damas de compañía y estas obedecieron asustadas.

—Oh, las mujeres si que dan miedo. -Dijo Jinshi.

Maomao se quedó congelada al ver que actuó sin pensar y que Jinshi lo vio todo.






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Ya pasaron dos meses y se ve que la concubina Lihua se está recuperando muy rápido, todo gracias a que nos permitieron hacer nuestro trabajo.

La verdad es que agradezco que el señor Jinshi apareciera, gracias a eso hemos hecho nuestro trabajo sin ningún impedimento más.

¡Significa que nuestras cabezas no van a rodar!

~𝐹𝐿𝑂𝑅 𝐷𝐸 𝐿𝑂𝑇𝑂~Where stories live. Discover now