"𝐌𝐮𝐲 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐦í".

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Mientras el sol estaba en lo más alto, todo eran rosas y diversión.

Literalmente creí que podía soportar una mini tormenta en la montañita. Pero cuando cayó la noche, y el viento ya no era viento, sino pequeños copos de hielo que te pinchaban la piel fuertemente siendo arrastrados por una gran ola de tierra, me di cuenta de que estaba equivocada.

Edward me alzó en estilo nupcial e intenté ignorar el bufido de Jacob ante eso, me llevó hasta dentro de la tienda y ahí me encerré sola. Ellos hablaban afuera, pero la verdad no le prestaba mucha atención a eso.

¿Pero pensaban que yo no estaría preparada para eso? Ja, ja, ja.

Abrí mi mochila con mis dedos fríos y temblorosos, ni siquiera eran las siete de la noche y la tienda se agitaba como si fuese una montaña rusa. Saque unos pares de medias y me las puse encima de las que ya tenía, debajo de mi ropa tenía una maya térmica, así que solo tome el sachet de plástico que había traído.

En la farmacia me costaron dos dólares cada bolsa así que traje cinco, deben de servir. Corte los extremos de un sachet, ya los otros los guardaría para otro momento, y abrí el termo.

“Por favor, que el agua aún esté caliente” rogué internamente.

Vertí el agua dentro del sachet y para mi suerte, aún estaba caliente. Vaya marca de termo. Un diez de diez. Cerré el termo a todo da, para que no entre aire dentro y escondí el termo entre mis abrigos dentro de mi mochila, no quería que se enfriase muy rápido.

Tome el extremo del sachet y lo corte en dos, ate ambos extremos y así quedo una bolsita de agua caliente que, aunque no era mucho, era una ayuda.

Abrí mi abrigo con dificultad, no sentía mis manos, tome el extremo de mi suéter de lana de bajo y metí el sachet entre la piel y la primera capa de ropa. Me abrigué y luego me acosté en la cama improvisada.

Ya acostada y arropada con, creo, cinco mantas arriba de mí, me puse mis guantes que me había quitado para poder creer mi nuevo invento; “bolsitas calientes”.

Bueno, la bolsita ayudaba un montón, solo temblaba de vez en cuando, pero supongo que podía dormir.









-------;;;










Desperté con cinco mantas más encima de mí y la sensación de hielo dentro del cuerpo. Solté un gruñido y metí mi mano dentro de mis abrigos, sentí el tacto de mis guantes con mi piel y tomé la bolsita. Saque la bolsita y la miré con los ojos entrecerrados. Se veía congelado.

Tosí como una loca, y mi resfriado solo empeoró. Tomé aire lentamente, había comenzado a temblar inocentemente y sabía que mi nariz estaba roja, algunas partes de mi cuerpo estaban congeladas.

No sabía qué hora era, aunque sabía que solo había dormido unas horas, o incluso minutos; el tiempo aquí pasaba lento.

Edward, ven, por favor —lo llamé, con la voz tomada.

Él apareció en menos de un segundo a la altura de mi rostro.

—¿Qué hace esta bolsa aquí?—dijo él, tomando la bolsita que anteriormente me arranqué del pecho.

—La hi-hice yo- me aclaré la garganta —dentro de mi mochila hay más, ya-ya no siento mis manos, ¿puedes armar más?, él-el termo está de-dentro de mi mochila-.

Lo vi desaparecer. Cerré mis ojos, la tienda se movía como si estuviese viva y de verdad sentía que el aire frío entraba por todas partes.

"No seas bebé" me reté. "Puedes con esto, el frío es psicológico".

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⏰ Última actualización: May 12 ⏰

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Silent Love- Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora