Lust For Life ⸻ ❝Riverducción❞

60 | F I N A L

—¡Vamos, ven mi amor!— Samy extendió sus brazos al notar como la pequeña empezaba a dar sus primeros pasos—. ¡Muy bien, excelente! ¡Mi niña hermosa!

La risa de la pequeña se expandió cuando Samantha la alzó para abrazarla con cariño y girar para divertir más a su hija.

—¡Llegamos!— La puerta principal se abrió—. Ya trajimos lo que nos pediste y...

—¡Félix! ¡Ya dio sus primeros pasitos!

—No...

—¡Sí!

—Me lo perdí...

—¡Ya me tocaba!— Se acercó a ellos para depositar un corto beso en la mejilla de Leo y después en los labios de Félix—. Tú estuviste en los de Leo, yo también me los pedí.

—Mi princesa— Dijo el mayor hacia su hija—. ¿Me odiará de grande?

—Félix, no mames— Negó—. Claro que no, vamos a llevarlos con Ama y Filis, es el cumpleaños de Natalie.

—¿Qué? ¿Tan rápido?

—Así de rápido están creciendo tus hijos, ya tienen año y medio. Ven, vamos que tenemos que comprar un regalo antes.

En la habitación de la pareja se encontraban los dos pequeños en la cama, quienes parecían molestarse entre ellos con las prendas de ropa que Samantha había escogido para ellos.

—¿Te gusta este?— Colocó el vestido frente a ella—. ¿No me veo mal?

—Te miras tan hermosa— La miró de pies a cabeza.

—Lo dices así porque eres mi esposo.

—No tiene nada que ver— Se colocó detrás de ella, quedando frente al espejo—. Mira, te ves tan hermosa.

Samy lo miró a través del espejo para sonreírle tiernamente, convenciéndose que hablaba con la verdad, asintiendo para estar segura de caminar al baño y cambiarse.

Félix sabía perfectamente lo mucho que ella tardaría, por lo que decidió encender el televisor para esperarla, escogiendo el partido y recostándose en la cama junto a sus hijos. Los mellizos se centraron en la pantalla, mirando totalmente interesados lo que se encontraba en ella.

—Ustedes le deben ir a ese equipo siempre, no importa lo que pase— Señaló la pantalla—. En esta casa se apoya a Chivas.

Ambos voltearon a ver su papá sin entender nada de lo que decía, sonriéndole por inercia e iniciar a reír.

—Amarán al rebaño tanto como yo.

Samy se asomó por el baño, mirándolo sin entender.

—¿Qué les haces?

—Nada, les estoy mostrando lo que amarán en el futuro, su equipo.

—No chingues— Empezó a reír—. Están chiquitos Félix.

—Entonces es mejor enseñarles desde ahora.

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—No, Leo... di mamá— Ánimo Samy.

—P...

—No, no. Leo, es ma... má...

—No lo vas a conseguir— Dijo Félix desde la cocina.

—Leo.

El pequeño sin entender lo que la rubia frente a él le decía intentó seguir balbuceando la palabra similar que trataba de escuchar.