Capítulo 19

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La cena

Tamborileo con los dedos sobre el volante al pausado ritmo al que los copos de nieve caen en el exterior del coche. He encendido el motor y puesto la calefacción, pero todavía no he entrado en calor. Aunque, a este paso, voy a hacerlo antes de que el idiota de Foster se digne a aparecer.

Hace como diez minutos que volvió a entrar en casa diciendo que se le había olvidado no sé qué estupidez y a mí se me está empezando a agotar la paciencia. Pero claro, tampoco es como si pudiera largarme sin él. No puedo presentarme sola en su cena de empresa.

Opto por rescatar mi móvil del bolso que he dejado abandonado en el asiento trasero y escribirle a Yuka para que me entretenga, pero ni siquiera me ha dado tiempo a buscar el chat de mi mejor amiga cuando la puerta del copiloto se abre y una ráfaga de viento helado entra en el coche, seguida de Wesley, que cierra con fuerza mientras se acomoda en el asiento.

—Ya era hora —bufo.

Él ignora mi queja.

—Ponte el cinturón —me dice, al ver que quito el freno de mano y empiezo a maniobrar para sacar mi coche a la carretera.

Gruño, dándome cuenta de que, efectivamente, se me ha olvidado abrocharme el cinturón y me toca hacerlo a toda prisa mientras avanzo muy despacio por nuestra calle.

La señora Moore se asoma a la ventana en el momento exacto en el que pasamos por delante de su casa (qué casualidad) y nos saluda con la mano, esbozando una sonrisa. Foster le devuelve ambos gestos, pero yo me limito a fruncir el ceño y a agarrar el volante con más fuerza.

Todo esto no me hace ninguna gracia. Sé que es lo justo, que lo mínimo que le debo a Wesley por estar fingiendo que es mi novio delante de todo el mundo es hacer lo mismo por él, pero me pone de los nervios. Me mata no saber con qué me voy a encontrar cuando lleguemos al restaurante de Fairbanks en el que vamos a cenar con todos sus compañeros de trabajo. Por mucho que el otro día ensayase frases tontas de novia prototípica, no sé si eso me va a salvar de quedar como una estúpida delante de todos. ¿Y si descubren que estamos mintiendo? ¿Wesley lo pasa tan mal cuando es a él a quien le toca mentir? Seguro que no. Él es un mentiroso de diez.

El silencio invade el interior del coche hasta que dejamos atrás Birchwood y enfilamos por la carretera secundaria que lleva a la ciudad. Una línea recta de asfalto cubierto de hielo.

—¿Te acuerdas de Erin?

Me esperaba tan poco que Foster intentase darme conversación que doy un respingo en mi sitio. Aunque asiento casi por acto reflejo.

—Tu compañera de trabajo, ¿no?

—También es mi amiga —repone él—. Nos llevamos muy bien, de hecho.

Oh.

—¿En serio?

No hay ningún matiz especial en su voz, pero enseguida se me ocurre que, a lo mejor, esa chica le gusta. Por lo poco que hablé con ella, me pareció muy maja. Y, bueno, si trabajan juntos seguro que tienen un montón de cosas en común. Además, es guapa.

—Y hay otro investigador en el laboratorio —añade el chico, antes de que pueda seguir pensando en si le mola Erin o no—. Se llama Colton y le caigo fatal.

Dime que me odiasOnde histórias criam vida. Descubra agora