rolling in the deep

111 10 2
                                    

Era sábado, por lo que Bea pasaría el día con él, y como siempre, yo iría pronto a limpiar la cafetería. Eran las diez de la mañana, y no abríamos hasta las once y media por lo que tenía tiempo de sobra. Puse la música y empecé a limpiar. No había nadie por la calle que me pudiera ver, entonces me puse a bailar como una posesa mientras cantaba, ahí todo me daba igual. Terminé pronto, así que me fui a casa. Había pensado en lo que Bea había dicho acerca de mi voz. Decidí que saldría a la calle algunos días y cantaría algo. También necesitaba ese dinero porque no es una cosa que nos sobre mucho a mi y a mi hermano.
Intenté ponerme en un lugar donde no me conociera mucha gente, la vergüenza era real.
Me coloqué casi pegada a la pared y delante de mí, deje la funda de la guitarra abierta. Empecé a tocar algunos acordes mirando hacia el suelo, me daba vergüenza que se me viera mucho la cara y canté. La canción era 'rolling in the deep' de adele. Era un poco tonta la idea porque a esas horas no había nadie, y menos por esa calle.
Unas cuantas personas pasaron y echaron unos cuantos céntimos, supongo que por pena. Estaba terminando casi la canción cuando de repente oigo un monopatín.
Es él, pensé. Paró, se bajó y empezó a aplaudir.
-Siento no echarte dinero, pero es que lo gasté el otro día tomando una coca cola con una chica muy especial.
Me reí.
-¿Ah si?, ¿y qué tiene de especial?- dije yo.
-Pues mira, para empezar tiene una sonrisa preciosa y unos ojos muy bonitos. La conozco de poco, pero sé que es genial.
-Y esa chica, ¿es de por aquí o algo?- dije sin poder evitar sonrojarme al ver cómo hablaba de mí.
-Sí, así es. Trabaja en una cafetería de por aquí, quizás te suene, Olga, se llama Olga- dijo mientras no paraba de sonreírme.
-Sí algo me suena, y no sé si a ti te sonará un tal Brad, así con pelo rizado...
-No, no me suena
-Pues es una desgracia, porque es fantástico, sabe cuándo sacar una sonrisa a alguien.
-Supongo que eres una afortunada por conocerle.
-Lo soy, soy la más afortunada.
Recogí la guitarra y me guarde unas cuantas monedas que me habían echado.
-¿Una coca cola?- pregunte sabiendo que la respuesta iba a ser sí.
-Solo si tú me acompañas.
Le sonreí y comezamos a caminar hacia el bar.

nunca estarás solaWhere stories live. Discover now