Capítulo 22: Diana, cazadora

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Jos era muy observador.

Después del supuesto viaje para mejorar sus habilidades, el hombre no creyó ni una sola palabra que salió de la boca de su hijo.

Ciertamente no le creía y le fastidiaba su actuar.

No era ningún idiota, sabía que seguía viendo aquel muchacho y que el viaje probablemente había sido con él.

Esa maldita distracción que no solamente lo hacía perder el tiempo, sino que también era su mayor competencia y obstáculo para el futuro que quería para su hijo.

La tarde del martes había decidido pasar por Max a la escuela y llevarlo a practicar, para que de verdad se enfocara en mejorar sus habilidades.

Lamentablemente, cuando llegó vio como Sergio se acercaba con mucha familiaridad, confianza y amor, que lo hizo rabiar de enojo.

Sin embargo, tomó eso como la oportunidad para observar lo que hacían cuando estaban solos.

Aunque se molestó muchísimo cuando los vio besarse, otra vez.

Pero se decidió por no hacer un escándalo respecto al tema.

Así que los vio tomar el autobús, bajar y entrar en aquella cafetería cercana a donde los había visto por primera vez.

Los vio salir con un perro y caminar hasta una casa a la que nunca le había prestado atención.

Los vio dejar al animal y caminar juntos hacia su propia casa.

Optó por no interrumpir.

De hecho, quería saber cuánto tardarían ahí adentro. Y dos horas después los vio salir acompañados de su esposa Sophie.

Apretó el volante con fuerza, ¿Cómo se atrevia a solapar ese comportamiento?

Era su esposa, ella sabía bien las ambiciones que tenían para su hijo, entonces ¿Por qué permitía que Max hiciera eso?

Arrancó su auto y dio vuelta en su propia calle para hacer parecer que acababa de llegar.

Vio el rostro asustado de su esposa, así que intentó tranquilizarse para que no cuestionara nada.

Pero en su interior ardía del enojo al darse cuenta que todos estaban colaborando para esconder esa relación.

Sergio y Max entraron a la casa del pelinegro y subieron a su habitación.

Estaban más que felices por la forma en como la madre del rubio los había tratado a ambos.

—Quiero decirle a mi papá —Confesó Sergio —Quiero que sepa que eres mi novio. De por sí te quiere mucho, sé que te querrá más.

—¿Estás seguro que Don Toño no querrá matarme por meterme con su hijo?— Dramatizó el rubio haciéndolo reír —Porque la última vez que me vio aquí le dije que te estabas bañando.

—Eres un tonto, todavía no entiendo por qué le dijiste eso —Sergio le dio un ligero golpe en el brazo, pero pronto se sintió arrinconado cuando Max se acercó a él.

—No me llames tonto —Comenzó el rubio cerrando tanto el espacio que su novio podía sentir su respiración chocando en su rostro —Soy tu pareja, tu león, tu enamorado. Así que no me llames tonto.

Sergio sonrío ante esto. Le gustaba cuando le hablaba de esa forma.

—¿Y qué pasa si te digo tonto, tonto? — Lo retó.

—Esto —Respondió Max con una sonrisa traviesa formándose en sus labios.

Entonces el rubio se acercó al cuello de su novio y comenzó a besarlo, aveces presionando con fuerza sobre su piel y dejando pequeñas marcas rojizas.

𝕷𝖆 𝖋𝖑𝖊𝖈𝖍𝖆 𝖉𝖊 𝖈𝖚𝖕𝖎𝖉𝖔~ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora