Capítulo 31: Temis, justiciera

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—Jos Verstappen es mi padre —Dijo Max y la expresión en el rostro de Don Toño se endureció.

—Es una broma, ¿Verdad hijo? —Preguntó el mayor caminando hacia ellos.

—Él dice la verdad —Sergio habló —Pero hay mucho que no sabes y necesitamos decirlo antes de que algo así vuelva a ocurrir otra vez.

—¿Otra vez? —Preguntó Don Toño y Sergio suspiró pesadamente.

Antes de que los jóvenes pudieran continuar, el mayor hizo una llamada y a los minutos tocaron su puerta.

El oficial Wolf entró y vio a ambos jóvenes, a quiénes se les miraba nerviosos ante la presencia del hombre.

Don Toño había generado una gran confianza en aquel policía y, si sus hijos no mentían, debían decir todo lo que sabían a una figura con más autoridad.

Sergio tomó la mano de Max dándole la seguridad para hablar.

—Mi padre es el hombre que atropelló a Pato —Confesó el rubio —Y también quien mandó atacar a Sergio.

Don Toño se quedó sin palabras ante esta confesión.

—¿Es eso cierto? —Preguntó Don Toño acercándose a ellos y sentándose frente a los jóvenes.

Intentaba conservar la calma, no quería agitar las aguas y hacer que Max callara.

—Es verdad —Respondió Sergio —Incluso me amenazó con anterioridad.

El pelinegro le había dado vuelta una y otra vez en su cabeza a la idea de por qué Jos atacaría a Pato.

Después de pensarlo por un tiempo durante esa tarde, no tenía dudas de que se había tratado de una confusión.

—¿Cómo te amenazó? —La pregunta del oficial Wolff lo sacó de sus pensamientos.

Sergio miró por un momento a su padre y luego a Max, dando un largo suspiro antes de continuar.

— Hace unas semanas me lo encontré en la calle, me arrinconó contra una pared y me amenazó con lastimar mi pierna si no me alejaba de Max — Confesó Sergio, sorprendiendo a más de uno.

—¿Por qué no me dijiste nada? —Reclamó el rubio.

—Pensé que si me quedaba callado simplemente se limitaría a mirarme y no nos lastimaría a ninguno de los dos —Confesó Sergio apretando su mano con fuerza —Sé que es estúpido, pero tenía miedo y pensé que si hablaba cumpliría su promesa.

Don Toño pasó su mano por su cara sumamente frustrado.

—Debiste decírmelo, hijo, siempre te he dicho que confíes en mí para lo que sea— Sergio asintió ante la respuesta de su padre.

—Cuando dices que se limitaría a mirarte, ¿A qué te refieres exactamente? — Continuó el oficial Wolff sin desviarse del problema principal.

Sergio desvió la mirada por un momento.

—Después de amenazarme constantemente lo atrapé siguiéndome después de clases —Confesó el pelinegro —Por eso creo que se confundió cuando atropello a Pato.

—¿Esto ocurrió antes o después de tu ataque? — El oficial Wolff necesitaba la cronología exacta.

—Después —Respondió Sergio —Pero ese día yo vi algo que confirmó mis sospechas sobre su responsabilidad en mi ataque— Los tres lo miraron expectante —Si bien lo encontré en la calle, yo iba saliendo de su casa.

—¿Qué?— Susurró Max finalmente entendiendo a qué día se refería.

—Max y yo somos novios, así que lo acompañe a su casa esa tarde —Continuó Sergio ignorando su pregunta —En un momento me dejó solo. Yo tenía sospechas, así que llamé a mi teléfono y sonó en su oficina. Revísenla, debe seguir ahí.

𝕷𝖆 𝖋𝖑𝖊𝖈𝖍𝖆 𝖉𝖊 𝖈𝖚𝖕𝖎𝖉𝖔~ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora