-𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔- | 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯

-𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐅𝐎𝐔𝐑-

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Visenya leía impaciente en su habitación, su puerta seguía bajo llave y no le permitieron ver a su hijo. Desde la noche anterior, la princesa había sido encerrada en sus aposentos por órdenes de su madre, que fueron después del rey.

No había pegado el ojo en toda la noche y su cara lo demostraba a todo su resplandor. No podía leer de la incertidumbre que le provocaba la nula presencia de algún miembro de su familia. Trataba de mantenerse estable y seguir siguiéndole la corriente en todo a Aegon.

Su silencio fue interrumpido por unos golpes a la puerta, que parecían estar quitándole el seguro con cuidado. Dejo el libro a un lado y se posicionó más cómodamente en el sillón esperando a la entrada del o de la susodicha. Al abrirse por completo, una figura femenina, fue quien entró desprevenidamente.

—Mi dulce Nia— dijo la mujer alegremente, que llevaba consigo un bebé en brazos —Espero que hayas descansado bien—

—Yo también hubiera querido eso, madre— dijo la princesa con poco entusiasmo. Observó disimuladamente a su hijo en brazos de Alicent y trató de meterle presión al mirarlo con angustia

—Es hermoso. Es idéntico a su padre, pero creo que tiene tu nariz— continuó diciendo la reina viuda, meciendo a su nieto, volviendo a tener la atención de su hija —Pero mi pequeño Rhaenor si es igual a ti, agradezco a la Madre que no se parezca a él—

Visenya miró confundía a Alicent, sin entender lo que quería decir con él. Muchos decían que el joven príncipe tenía una apariencia como la de los difuntos miembros de la casa Targaryen, como el príncipe Baelon el valeroso, o el Archimaestre Vaegon. Pero aún con todo eso, los rumores sobre la procedencia del niño no eran escasos y algunos aseguraban que la madre ya estaba en cinta cuando contrajo nupcias con el príncipe Velaryon.

—No te preocupes, cariño— dijo la mayor, dedicándole una sonrisa tierna a la menor que parecía más confundida —Conmigo no tienes que ocultarlo. Lo que importa es que él es producto del amor que tú y su padre tuvieron, y si Jacaerys te aceptó a..—

—¿De qué estás hablando?— Visenya y Alicent se miraron por un momento, la mayor abría lo ojos de par en par al ver lo irritada que parecía Nia con la acusación —¿De verdad estás poniendo en duda la legitimidad de mi hijo?—

—¿No es así..?—

—¡Por los dioses!— exhaló furiosa la princesa, cubriendo su cara con sus manos. Alicent, avergonzada, agachó su cabeza —¡Se supone que soy tu hija!— Visenya se levantó desesperada y miró como su madre colocaba en la cuna a Aemond —¿Cómo puedes pensar eso de mí?—