Capítulo XV

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Ir a un hotel perdido en el medio de la nada no era la mejor opción, pero sí la más válida para este día. Marta había pensado en llevar a Fina a su casa, pero temía que la joven se sintiera comedida con la poca, pero perceptible, cantidad de cosas que había de Jaime por allí. No, no quería que se sintiera mal. Pensó que tal vez podrían ir a la finca en Toledo, pero aquello tenía sus pegas, como la posibilidad de que alguien de su familia fuera por casualidad. Así que hizo lo que mejor le pareció mejor y la llevó a un hotel que no estaba ubicado en Madrid. Recordó que pasaban por aquel ayuntamiento pequeño, camino a Toledo, que tenía un hotel que se podía ver desde la carretera y que parecía agradable.

Se lo explicó a Fina mientras iban por la A-42.

-Sé que no es ideal - dijo -, pero creo que te sentirías extraña estando en mi casa.

-No pasa nada, Marta - Fina apoyó su mano sobre la que ella llevaba en la palanca de cambios y la rubia sonrió recordando que ella había hecho algo similar hacía unos días --. Entiendo tu forma de verlo y creo que hiciste lo correcto - le comentó acariciándole el dorso de la mano.

-Suerte que no hay semáforos por este tramo porque posiblemente me multarían por besarte - le dijo a la morena y esta sonrió.

-Te quitarían el carnet de conducir tarde o temprano - agregó Fina -. Mejor así, ya habrá tiempo para eso.

Siguieron camino hablando sobre la boda y sobre la jubilación de Isidro. Bueno, la jubilación que no era tal del todo, porque ambos padres se habían empeñado en que seguirían juntos unos meses, con la excusa de entrenar al reemplazo de Isidro. Fina no estaba del todo de acuerdo, pero Marta le prometió que su padre no permitiría que el ahora ex chofer hiciera nada que pusiera en riesgo su salud.

-¿Qué sabes del reemplazo de mi padre? - preguntó Fina.

-Un conocido de Tasio y Mateo, otro de los empleados de la fábrica - contestó Marta-. Rafael, bueno, Rafa - agregó -. Es un chaval que se ha metido en algún que otro lío por estar solo en el mundo, pero Mateo aseguró a mi padre que está reformándose.

-A mi padre le cayó muy bien - explicó la morena -. Al menos eso me comentó esta tarde - dijo -. Que se había pasado la mañana hablando de coches con él.

-Es posible - respondió Marta -. Mi padre ha estado fuera toda la mañana, así que lo más probable es que lo llevara a ver a tu padre - entonces sonrió muy ampliamente -. Alguien duerme muy profundo, ¿no?

Fina la observó estrechando los ojos con sospecha.

-¿Qué insinúas?

-Que ha pasado todo esto bajo tus narices y no te has enterado ni de que fuera mi padre ni Rafa.

Fina soltó una risilla.

-Para tu información, he salido pronto de casa hoy - contestó.

-¿Es qué no has vuelto a dormir a casa hoy por la mañana? - quiso saber Marta y la morena negó -. Estarás agotada.

-No tanto - respondió Fina -. Tenía a la empresa de mudanzas todo el tiempo encima y, además, quería dejar todo listo - le acarició a Marta el dorso de la mano con cariño -. Estoy bien, tú tranquila - dijo-. En cuanto a tu insinuación - agregó la pastelera-, es posible que yo pueda dormir así de profundo...

Marta se rió con diversión y luego suspiró. Realmente podía disfrutar de cada pequeño momento, aunque solo fuera hablando, porque le encantaba estar con Fina. Le gustaba esta sensación en su interior al poder escucharla y verla. Podría acostumbrarse.

Se mantuvieron hablando de todo un poco y, cuando Marta vio la torre del complejo hotelero, sintió el primer estremecimiento. No se había planteado mucho aquello, simplemente había decidido por motu propio este plan que implicaba dormir juntas. Ni siquiera le había preguntado a Fina si estaba de acuerdo. Por la tranquilidad que parecía tener mientras iban en camino, suponía que sí, que le parecía bien. Eso la hizo ponerse un poco más nerviosa. Tal vez no se lo había pensado bien del todo.

Dulces Sueños (o Sueños Dulces...)Where stories live. Discover now