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-¿Tengo razón o no, Gloria?

-¿Razón de qué? -curioseó sarcástica.

-Quítate eso que no podemos hablar así.

-¿Y quién dijo que yo quería hablar contigo?

-¿Tienes algo con ese tipo?

-Sí, es mi compañero de trabajo y es la única relación que tengo con todos en la oficina.

-Salvo conmigo, ¿no es así?

-También contigo hasta esta mañana, hasta antes de escuchar las puñeteras tonterías que dices. Mejor bájame, quiero seguir escuchando mi música.

-No actúes como una niña.

-Y tú tampoco como un niñato tonto y celoso. ¿Qué piensas que soy? Soy una chica de su casa, no necesito andar de relación en relación, ¿escuchas? No me educaron así. No sé cómo te educaron a ti, pero te aviso que estoy adiestrada para lidiar con patanes. Sé que debo huir de relaciones tóxicas.

-¿Me estás llamando tóxico?

-Tóxico con todas las letras. Escucha, no tenemos nada, no somos novios... No tienes derecho a acusar o a reclamar y no es una excusa.

-¿Por qué no somos novios no tengo derecho?

-Pues básicamente sí.

-Entonces somos novios...

-No quiero ser tu novia. Soy una persona temperamental, amable, pero insoportable cuando me buscan.

-No me ha gustado lo que vi. Sonríes mucho.

-¿Y qué te parece que soy? Una secretaria, recibo a decenas de personas en la empresa. Lo primero que hacen al salir del ascensor es verme. Debo ser simpática y dar una buena conversación, pero resulta que, mi jefe que cambia de asesores como de calcetines quiera que, aparte de lo desagradable que será él, yo haga como un adelanto de la amargura. Tu padre hizo que tomara un curso de atención al cliente.

-Me alegra lo del curso, pero ¿cuestionas mis decisiones?

-No soy nadie para cuestionar tus decisiones. Si no obtienes resultados es comprensible que hagas cambios.

-No sonaba así cuando lo dijiste antes, noté un tonito molesto en tu forma de decirlo. Tú no eres así, Gloria.

-Tampoco soy alguien que se acuesta con toda lo oficina, pero tú puedes creer lo que quieras y también despedirme, así acabas con todas tus dudas.

-Te necesito en la oficina, eres mi mano derecha, sin ti me ahogaría en vaso de agua... -Enrique extendió su mano libre para acariciar una pierna de Gloria. Después, aparcó junto a la acera y colocó el freno de mano.

-Llegaré tarde, Enrique. Además, estoy enfadada contigo.

-¿Por qué no faltas hoy y vas conmigo a cenar? Podríamos comer un pollo frito. Es uno de mis vicios más peculiares, no creas que solo me gusta el caviar.

Él se pegó al cuello de ella por más que Gloria quería evitar el contacto debido a que todavía seguía molesta. Enrique la acercó con su mano para poder besarla y devoró su boca en cuestión de segundos, lo hizo de una manera apasionada que no dejaba lugar a dudas que esperaba una reconciliación.

-Si seguiremos juntos no quiero volver a oír tonterías -dijo Gloria, decidida.

-Ahora somos novios, y ambos nos portaremos bien. No quiero problemas, Gloria, tengo la mente lleno de ellos. Sí quiero estar a tu lado es para no seguir viviendo en un drama constante, hazme la vida fácil y solo consienteme.

-Qué fácil es para ti. Nadie te ha acusado, parezco una furcia aceptándote. Ahora llévame a la universidad.

Enrique parecía no escucharla, volvió a colgarse de sus labios para seguir besándola. Eso no la dejaba pensar en que si era correcto o no continuar con una persona como él que daba señales claras de pensar con la parte equivocada de su cuerpo.

Una vez que dejaron de demostrarse interés mutuo, Enrique la llevó a la universidad y la dejó ahí. Él tenía cosas que hacer en su casa, como por ejemplo tomar unas clases virtuales de su carrera.

Su móvil sonaba dentro del coche, mientras él iba manejando, al levantarlo para ver quién llamaba, vio el nombre de un amigo suyo, pero aquel no le llevaría a nada bueno, por lo que optó por no contestar e ir a su casa. Eso era lo que debía hacer si quería encaminar su vida. Gloria era la primera influencia positiva para su cambio. Ella lo impulsaba a ser responsable y a pensar con claridad. Tenía menos dinero que él y quizá hasta conociera poco de cualquier negocio, pero sus consejos eran genuinos y con buenas intenciones. Estaba bien con ella, no necesitaba nada más. Sus amistades solo le sugerían salir de fiesta y olvidar sus problemas; sin embargo, al despertar siempre estaban ahí. Debía preocuparse por salvar su pellejo, porque en cualquier momento podría tener que verse en la penosa necesidad de compartir la empresa con algún socio y era lo último que quería hacer.

Los días siguieron pasando y Enrique creía que la tranquilidad por fin cubriría sus pasos en la empresa. Los números se mantenían, pero tampoco tenían tendencia a la alza.

-Aquí están los números de contabilidad... -comunicó Gloria que fue a la oficina de Enrique.

Su jefe miró de un lugar al otro a ver su alguien estaba cerca y vio entrar a Gloria al lugar. Con su control bajó las cortinas y se levantó para tomar de la cintura a Gloria.

-No es lugar para estas cosas, Enrique.

-¿No eres fantasiosa? Traes una falda y yo mucho ardor.

-Es mi trabajo, no voy a hacer nada aquí -manifestó mientras él quería que ella cediera besándola en el cielo.

-Será tu minuto más divertido, Gloria. No seas tan mojigata, ya te acuestas con el jefe, da igual en donde podamos estar, ¿no te parece?

-Murmurarán sobre nosotros y será incómodo tener que ver la cara de todos ellos en el almuerzo. Para ti es fácil porque sales a comer fuera de aquí, pero yo tengo que soportarlos a todos.

A él no le importaban las supuestas peripecias que contaba Gloria, lo que quería era tenerla, poseerla en este instante y satisfacerse. Ella no se daba cuenta de lo tentadora que le resultaba. Comenzó a acariciarle las piernas y levantar la pollera de ella lentamente buscando placer.

Buen día!

Mi inocente secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora