-¿Me amas?-
-mas que a nadie-
-¿Con toda tu vida?-
-con toda mi vida-
-¿Dejarías todo por mi?-
-umm ..si??-
-¿Realmente esto está bien?...-
-.......-
-no ...-
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Las luces del Santiago Bernabéu se apagaban lentamente, pero el eco de la multitud aún resonaba en el aire. El ring estaba vacío, solo quedaban los rastros de la intensa pelea que había tenido lugar momentos antes. El Mariana, conocido por su nombre real, Osvaldo, se sentó en el borde del ring, su respiración aún agitada y su rostro mostrando las marcas de la dura batalla que había librado contra YoSoyPlex.
A pesar de la derrota, Osvaldo había demostrado una valentía y tenacidad que le ganaron el respeto de todos los presentes. Sin embargo, la tristeza de no haber logrado la victoria pesaba en su corazón. Miró a su alrededor, tratando de encontrar un punto de apoyo, algo que lo conectara de nuevo con la realidad. Y ahí estaba ella.
Bajando las escaleras del estadio, con una mezcla de preocupación y amor en sus ojos, estaba su novia, [Tu nombre]. Ella había estado observando cada segundo de la pelea, sus emociones fluctuando con cada golpe recibido y dado por Osvaldo. Al verlo sentado solo en el ring, no pudo contener más las lágrimas.
-Osvaldo -dijo ella suavemente mientras se acercaba-, lo hiciste increíble.
Él levantó la vista, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. -No fue suficiente. Perdí.
[Tu nombre] se arrodilló frente a él, tomando sus manos entre las suyas. -Eso no importa. Lo que importa es que diste todo de ti. No podría estar más orgullosa de ti.
Las palabras de consuelo de [Tu nombre] fueron como un bálsamo para su alma herida. Sintió una calidez reconfortante inundar su pecho mientras ella lo miraba con amor y admiración. Ella no veía a un perdedor, veía a un hombre que había luchado con todo su corazón.
-Te vi ahí arriba -continuó [Tu nombre]-, y cada golpe que diste, cada golpe que recibiste, me demostró lo fuerte que eres. No solo físicamente, sino aquí -dijo, colocando una mano sobre su corazón.
Osvaldo sintió cómo una lágrima solitaria rodaba por su mejilla. Ella lo había visto en su peor momento, y aún así lo amaba. No solo por sus éxitos, sino también por sus fracasos. Se inclinó hacia ella, sus frentes tocándose, y cerró los ojos, dejando que su amor lo envolviera.
