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「Cecilia Behnke」

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Cecilia Behnke

Ya no soporto esa sensación de despertar como si hubiera dormido plácidamente, como quien no tiene problemas ni preocupaciones, luego reaccionar y recordar todo el martirio que cargo encima junto con el dolor físico. Esta vez, a diferencia de las veces anteriores, no estoy medicada, todo me duele. Siento el cuerpo delicado, como los primeros días entregando con Reggiardo. Un dolor inquietante se centra entre mis piernas y sube hasta mi vientre, otro dolor y este es insoportable, es el de mis costillas.

Este es el típico cuarto de hospital, pero no es el cuarto donde he dormido con Dim y Rosita por tres semanas.

A mi izquierda, Regg está colgando una bolsa llena de suero.

—Tú —gimo mientras me incorporo—, maldito infeliz, despreciable, insensible, ¡no tuviste piedad y me dormiste sabiendo que acababa de sufrir una brutal agresión! Perdí la consciencia sabiendo que mi cuerpo volvería a quedar vulnerable ante un hombre.

—Tenía que dormirte, Cherry, necesitabas atención médica y no había tiempo para tus traumas o lo que estuvieras sintiendo en ese momento —responde con calma. Luego de colgar la bolsa de suero, se mete las manos a los bolsillos del pantalón.

Tengo catéteres incrustados en las venas. La ira de todas las violaciones que he recibido hoy, a mi cuerpo, a mi dignidad y a la confianza me impulsan a agarrar las mangueras y sacarlas a tirones de mi cuerpo. Gotas de sangre brotan de mi piel donde antes estuvieron incrustadas las agujas.

—¿Por qué no te quedas quieta? —me reprende Reggiardo—. ¡Estás bajo tratamiento!

—¡¡Porque quiero devuelta mi maldito derecho a decidir sobre mí!! ¡Carajo! ¡No quería que tú me atendieras! ¡No quería que ningún hombre me tocara! Todo se hace siempre a tu manera maníaca y a la manera peligrosa de Dim.

—Nunca ibas a dejar que te tratara las heridas si no te dormía.

—¡Porque estaba recién lastimada, maldito inhumano!

—Claro que sí, Cherry, eso soy. Si no lo fuera, sería panadero, no trabajaría en Ruheturm.

Mi desnudes está cubierta por una bata de hospital. Me bajo de la camilla. Compruebo que los dolores no me limitan los movimientos. No tengo agilidad y agradecería si no tuviera que pelear físicamente (ni verbalmente) con nadie por unas cuantas semanas hasta estar recuperada de todo. De todo, de todo lo que me duele. Y no me refiero solo a lo físico.

—¿Cuál es mi estado de salud? ¿Estoy grave? ¿Me recuperaré bien?

—Como puedes ver, no es un cuarto de hospital muy bien equipado. No pude examinarte por dentro, hablo de tus órganos, solo me enfoqué en lo superficial. —Dice eso y solo lo imagino con la cara cerca de mi entrepierna—. Tenías desgarros e inflamación. Curé eso y te inyecté los medicamentos correspondientes. Si no sigues sangrando, muy probablemente no tengas ninguna hemorragia interna, eso quiere decir que tus órganos internos no sufrieron grandes daños. Con respecto a las costillas, ninguna está fracturada, debiste haberle hecho bastante daño a Presley como para que sus golpes no te destruyeran. A la primera oportunidad que tengas, Cherry, que te revisen en una clínica, que te hagan un chequeo completo.

©Con sabor a cereza y aroma a pólvora |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora