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Samantha se encontraba en su cama del hospital, rodeada por su equipo, recuperándose de sus heridas. A pesar de su estado, su espíritu seguía siendo inquebrantable y su sentido del humor intacto. Mientras el grupo charlaba y bromeaba para aliviar la atmósfera, Samantha decidió hacer un pedido poco convencional.
—Chicos
comenzó, con una expresión traviesa
—tengo una solicitud poco ortodoxa.
El grupo la miró con curiosidad, sabiendo que las ideas de Samantha a menudo llevaban consigo un giro inesperado.
—¿Qué es lo que necesitas?
preguntó Alexander, cruzando los brazos y sonriendo.
Samantha se inclinó hacia adelante, bajando la voz como si fuera a compartir un secreto muy importante.
—Quiero helado. Pero no es solo un capricho cualquiera. Los médicos y enfermeros tienen una regla estricta de no permitir comida en el hospital. Así que... necesito que traigan helado a escondidas.
La sala estalló en risas. Franco fue el primero en reaccionar, levantando una ceja en incredulidad.
—¿Helado? ¿Después de todo lo que hemos pasado, estás preocupada por el helado?
Samantha asintió con una sonrisa.
—¡Sí! ¡Quiero algo dulce! Y además, un poco nunca viene mal,no olviden que por mi tragan he!?
Lucas se rió y le dio una palmadita en el hombro a Samantha.
—Nunca dejas de sorprendernos. ¿Qué sabor prefieres?
—Chocolate y menta
respondió Samantha con entusiasmo
—El helado de chocolate y menta siempre ha sido mi debilidad.
Con la misión clara, el grupo se organizó para cumplir el inusual pedido. El desafío era obtener el helado sin alertar al personal del hospital. La élite se puso en marcha, con cada miembro preparándose para un operativo encubierto para conseguir el preciado manjar.
Franco y Alexander fueron los encargados de la misión de adquisición. Se dirigieron a una heladería cercana, tratando de parecer lo más casual posible mientras compraban helado en grandes cantidades. Mientras tanto, Lucas y el resto de la élite se encargaron de preparar la logística para la entrega clandestina.
—Esto es ridículo
comentó Franco mientras esperaba que prepararan el helado
—Nunca imaginé que estaríamos haciendo algo así.
Alexander, que estaba más divertido que preocupado, asintió con una sonrisa.
—No subestimes el poder de un antojo. Además, esto es lo que hace que el trabajo sea interesante.
Al regresar al hospital con el helado en manos, comenzaron los verdaderos desafíos. Mantener el helado frío mientras evitaban el contacto con los médicos y enfermeros requería una coordinación meticulosa. La élite se movía por los pasillos con una mezcla de sigilo y torpeza, evitando el contacto con el personal.
—¡Rápido!
susurró Lucas mientras se acercaban a la habitación de Samantha
—¡No podemos permitir que nos vean!
Mientras trataban de entrar a la habitación sin ser detectados, el equipo se encontró con varios obstáculos cómicos. En un momento, Alexander tropezó con una silla y derramó parte del helado sobre el suelo, causando un pequeño charco de chocolate.
—¡Maldita sea!
exclamó Alexander, tratando de limpiar el desastre mientras el resto del grupo contenía la risa.
Franco, al ver la situación, soltó una carcajada y resbaló en el charco de helado, cayendo al suelo con un estrépito.
—¡Esto es una catástrofe total!
gritó Franco mientras se levantaba con una expresión de frustración y diversión.
Lucas, intentando mantener el orden, estaba a punto de explotar en risas mientras miraba la escena. Finalmente, lograron entrar a la habitación de Samantha, el helado intacto aunque la misión había sido todo menos discreta.
—Aquí tienes, Samantha
dijo Alexander, entregándole el helado mientras se secaba el sudor de la frente
—Un poco de helado mentado y con chocolate, tal como lo pediste.
Samantha, que observaba la escena con una mezcla de diversión y gratitud, recibió el helado con entusiasmo.
—¡Gracias, chicos!
dijo, sus ojos brillanba con una alegría genuina.
—Esto ha sido un verdadero espectáculo.
Mientras se servía el helado, el grupo se acomodó alrededor de la cama de Samantha, riendo y bromeando sobre el fiasco de la misión de helado. La sala se llenó de un ambiente relajado y divertido, un merecido descanso después del caos y la tensión de la misión.
Las risas y la camaradería en la habitación del hospital demostraban que, a pesar de los desafíos y las dificultades, la élite seguía siendo una familia unida. Y mientras Samantha disfrutaba de su helado, el grupo sabía que, sin importar lo que les esperara, siempre encontrarían formas de enfrentar las adversidades juntos.