Parte. 157- El portador de la Misericordia

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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de reinserción social a donde puedas llegar. Cuando alcances el escritorio principal, pregunta por visitar a quien se hace llamar "El portador de la misericordia". El trabajador cerrará los ojos y murmurará algo ininteligible y poco audible, golpeando el mostrador mientras lo hace. Entonces hará un gesto hacia el escritorio con su mano derecha y abrirá los ojos. Alcanza el mostrador con tus palmas abiertas y el trabajador te dará un engranaje de bronce, del tamaño de una moneda.

Da la vuelta inmediatamente y vuelve por donde entraste. Mantén tu mirada hacia adelante, no mires hacia los lados o gires la cabeza, y empuja la puerta de entrada con la mano que sostiene el engranaje. Si no sigues estas instrucciones exactas, aparecerás repentinamente fuera, a cierta distancia de las instalaciones, y cualquier intento por visitar a algún portador desde ahora resultará en tu muerte.

Si lo haces bien, cuando abras la puerta de entrada, verás a una niña con una venda sobre su ojo derecho y una escayola en su brazo izquierdo. Te preguntará, con una dulce voz, si puedes ayudarle.

Ignórala, y mantén la mirada fija en ella. Volverá a preguntar, un poco más fuerte, si la puedes ayudar. Si continúas en silencio, ella se inquietará, y rogará otra vez para que la ayudes. Se oirá un solo crujido, y su brazo izquierdo se rasgará, partido en dos por alguna fuerza invisible. Ella comenzará a gritar de agonía, sosteniendo la ya inútil extremidad sangrante, y pedirá desesperadamente tu ayuda. Quédate tranquilo, y no dejes que tu rostro muestre el más mínimo rastro de simpatía, o tendrás mucho que lamentar.

Si te mantienes indiferente, sus piernas se rasgarán también, derramando astillas de huesos y tiras de músculos sobre el pavimento mientras vuelve a gritar horriblemente, sangrando profusamente.

Lentamente, ella tambaleará adelante, aunque no será capaz de mantenerse de pie, y te hablará de nuevo como hizo antes. No te muevas, ni hables. No muestres emoción alguna. Si logras controlarte a pesar de la terrible visión del cuerpo quebrado de la niña, ella te alcanzará, estirando su estremecido y salpicado de sangre brazo derecho, mientras lágrimas recorren su rostro.

Toma su mano, y túercela tanto como puedas. Se escuchará un sonido repugnante, un húmedo desgarro, y la chica jadeará de terror y dolor, incapaz de aceptar tu traición. Mantén la mirada en su ojo izquierdo, y dile estas palabras: "Aún no lo has comenzado a sentir". La negrura consumirá tu visión, y el contacto de la niña se desvanecerá. El tenue sonido de sus sollozos desaparecerán detrás de ti, y verás un pasillo, blanco y bastante iluminado. Habrá una puerta al final, con una sola placa de acero atornillada a la parte delantera como su única característica. Camina rápidamente hacia ella, pero no corras. No quieres llamar la atención.

Tan pronto como llegues a la puerta, todas las luces, salvo la que está directamente encima se harán añicos con una lluvia de chispas. Lee las palabras grabadas en la placa, y recuérdalas, las necesitarás para escapar. Cuando estés satisfecho con tu memoria, toca la puerta, y se abrirá gentilmente. Delante habrá un hombre con un abrigo blanco, su cara estará oscurecida por las sombras. Acércate a él, y levantará sus manos cuando estés lo suficientemente cerca.

Abre tu mano para mostrar que tienes el engranaje, y el hombre asentirá, bajando sus brazos.

Pregunta esto y sólo esto: ¿Cuándo llegaron a ser los primeros?

El hombre reirá, y te contará una historia de atrocidades increíbles, remontándose a la historia de los primeros Objetos, y la destrucción que labraron en el mundo vasto que los contenía. El conocimiento en sí mismo es un anatema para nuestra propia realidad, y podría fácilmente romper en pedazos tu mente si no puedes comprenderlo.

Al final de su historia, el hombre levantará su brazo izquierdo, su carne acribillada con símbolos arcanos, palabras desconocidas, y otras marcas. En su muñeca llevará un reloj, extremadamente antiguo, que ya no funciona. Tómalo, y di las palabras que recordaste de la placa. Si tu memoria es perfecta, estarás frente al escritorio de recepción de la institución a donde fuiste. Si no, tendrás el privilegio de ser testigo, personalmente, del poder de los primeros Objetos, durante el tiempo que tu alma exista.

Si has sobrevivido, podrás irte del lugar sin efectos nocivos. El reloj ahora es tuyo. Póntelo, y siempre estarás a tiempo. Tu tren nunca se atrasará, tus vuelos nunca serán cancelados, y ninguna circunstancia terrenal evitará que lleves a cabo tus cargos. Presiona el engranaje de bronce en el centro del reloj, y nunca envejecerás, ni tu cuerpo revelará el paso de los años.

Pero ten cuidado: mientras lleves el reloj, tu percepción del tiempo comenzará a hacerse más lenta. Los segundos te parecerán minutos, luego horas, días, y si el engranaje es quitado, tu edad real regresará, diez veces su tiempo, a tu existencia. Procura usarlo con cuidado, y bajo ninguna circunstancia permitas que los Objetos se reúnan.

El reloj es el Objeto 157 de 538. Sería sabio temer los tiempos que vienen.

Los portadores (the holders)Where stories live. Discover now