Capítulo 3

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¿Escucharon esa frase que dice: "los ojos son las ventanas de tu alma"? Bueno, los ojos de este chico me hacían ver la suya. Pero además de eso, también podían ver la mía. Lo sentí.

    «¿Acaso eres Shakespeare, ahora?,» preguntó mi subconsciente con ironía.

    Prosigamos: nunca en mi vida vi unos ojos tan hermosos y alucinantes como los de este desconocido. El verde es mi nuevo color favorito.

    —¿Me vas a ayudar o prefieres quedarte ahí mirando?

    Parpadeé repetidas veces, y me di cuenta que seguía sentada, con la vista fija en el chico. O, más bien, en sus ojos.

    «Ayuda al pobre chico, Summer, ¡y deja de babear!», me grité mentalmente.

    —Oh, sí, lo siento —balbuceé, y me levanté de un salto para luego arrodillarme y ayudarlo a recoger los libros.

    «No hagas contacto visual, o de nuevo te quedarás mirándolo como boba.»

    Alcancé el último libro y lo puse en la pila que había hecho junto a la mesa.

    —Listo —suspiré. Miré al chico, que estaba agarrando la pila de libros para después ponerlos en un carrito.

    —Gracias... eh…

    —Summer —murmuré. Frunció sus cejas, y por instinto sabía lo que estaba pensando.

    —Sí, ya sé, es verano en inglés —dije, rodando los ojos. Enarcó sus cejas con gesto serio, pero sus ojos brillaban divertidos.

    —No iba a decir eso.

    —No sabes cuánto me alegra —resoplé.

    —Bueno, verano, gracias por tu ayuda —Agarró la manija del carrito lleno y se fue. Y sin querer, mi mirada cayó a su trasero cubierto por unos jeans negros.

    «Maldita pervertida, no lo hiciste "sin querer"», dijo mi estúpido subconsciente.

    Aparté la vista y me sonrojé.

    —¿Por qué estás tan roja?

    Me sobresalté y miré hacia mi derecha para encontrarme a Val, que me observaba con una expresión divertida en su rostro.

    —Por nada —mascullé. Valerie enarcó las cejas.

    —¿Seguro que no es por ese chico lindo con el que estabas hablando hace unos segundos? —inquirió.

    —¿Qué chico? —Me hice la despistada

    —Summer, no nací ayer. —Rodó los ojos.

    —¡Qué coincidencia! Yo tampoco —exclamé, con una sonrisa inocente.

    —Dímelo —exigió, cruzándose de brazos.

    —¿Y si no quiero?

    Me estudió por unos segundos, hasta que una sonrisa maliciosa cruzó su cara.

    «Oh, oh».

    —No te atrevas. —Retrocedí cuando Val se aproximó hacia mí.

    —Si me lo dices, no lo haré. —Otro paso.

    — ¿Y por qué quieres saberlo?

    —Porque…

    Enarqué una ceja, e hice un gesto con la mano para que continuase.

First kiss (FK #1)Where stories live. Discover now