Nota aclaratoria

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He dado muchísimas vueltas con esta novela, lo acepto. En ocasiones me gustaba bastante y decidía de manera impulsiva, publicarla sin importarme nada más pero al final se trataba de una emoción pasajera y no de algo sólido. Me repetía a mí misma: «Aún no está lista, aún no está lista», como si se tratara de un mantra, y es que la realidad era así de simple, no estaba lista.

Me enfrasqué en otras historias y la dejé en un segundo plano por mucho tiempo; meses en realidad. Sin embargo, yo era consciente todo el tiempo de lo mucho que esta novela había logrado calar en el corazón de las personas y cambiarles de algún modo, la forma en que percibían sus realidades. Eso me emocionó muchísimo y me hizo amarla con locura, pues Funk es un maldito no había nacido con esa intención. Siendo completamente honesta, la empecé a escribir con ánimos de distraerme y nada más.

Pero la realidad superó mis deseos iniciales y terminó convirtiéndose en la novela que me abrió campo en el mundo de la escritura y por la que muchos me conocen. Vaya ironía. Es por esta razón y muchas otras, que me siento en la necesidad de escribirla como tuve la valentía de soñarla y sobre todo, de darle la calidad que se merece. La había escrito con cero ganas, como si en realidad no aportara nada positivo a mi vida, y no es así. Si se quiere, Funk es un maldito es la novela en la que más he puesto situaciones y pensamientos propios convirtiéndola casi en una novela autobiográfica.

Sé que muchos han estado esperando este momento, y en el fondo puede que yo también lo haya estado esperando sin darme cuenta. Les quiero decir a las personas que siguen mi proceso y han leído en alguna ocasión mi trabajo –y esta novela– que Funk es un maldito ha vuelto. Tendrá muchísimas correcciones y haré de ella, la mejor –sí, eso quiero– novela juvenil que hayan leído. Eso es lo que soñé una noche mientras bebía con mis mejores amigos y reflexionaba sobre por qué las novelas juveniles se han convertido en un dolor de culo infumable.

Quiero que Funk es un maldito se convierta en el refugio de muchos a los cuales la sociedad los ha acribillado hasta la muerte. Quiero que todos sientan a los personajes como yo lo hago, en mis intestinos y en mi hígado, descociéndose. Porque así es como se deben sentir a los personajes de una historia. Anhelo que vuelvan Sid y Funk. Anhelo que esto sea un sueño que dé para mucho, quizá hasta un libro impreso y por qué no, una película bien taquillera.


Funk es un malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora