Capítulo 9 - Un secreto íntimo

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Jason y Ryder estaban en la fila para almorzar; había pollo con verduras y de postre había flan de vainilla.

-¿Vas a ir a la fiesta de Tommy el sábado? -preguntó Ryder.

-No lo sé, me da flojera.

-Vamos, tienes que ir. Seguramente va Louise también.

-No, no va, me lo dijo ayer mientras trabajábamos en el Power Point de Wilde.

-¿Y por qué no va?

-No sé. Pero desde ayer que esta extraña, según Cait es por algo que le dijo Matthew -dijo Jason con un tono sombrío.

-No entiendo a las mujeres. Son muy extrañas -dijo Ryder de forma burlesca para intentar alegrar a su amigo -¿Por lo menos Caitlyn va?

-Pienso que sí.

-De todas formas tienes que ir. ¿A quién no le gustan las fiestas?

La señora de la cafetería de la escuela les sirvió su ración de pollo con verduras. La comida de allí siempre ha tenido un aspecto poco apetecedor.

Los dos se fueron a sentar a una mesa que estaba vacía. Jason y Ryder nunca se sentaban con los demás de su clase, pues no les gustaba estar con Dylan, Matthew, Paige o los demás de ese grupito.

Al rato, llegó Margaret con su almuerzo a sentarse junto a Jason.

-Hola chicos, ¿cómo están? -saludó Margaret.

-Margy, ¡tanto tiempo! -saludó de vuelta Ryder.

-¿Qué sucede que vienes a sentarte con nosotros? -preguntó Jason.

-Nada, ¿una no puede venir a sentarse con sus viejos amigos acaso?

-Bueno, es que siempre estas con tus amigas que toman café o con Paige, Ruth y las otras -apuntó Jason.

-Eso es cierto -asintió Ryder.

-Mis "amigas cafeteras" almorzaron antes, y no me apetece hablar con las otras. Los chismes me tienen harta. Es mejor hablar con ustedes -dijo Margaret y luego sonrió -. Además, debo decirles una cosa.

-Cuéntanos -la incentivó Ryder.

-Verán, ayer me llamó Iris y dijo que volvería de Canadá la próxima semana -dijo Margaret con felicidad.

Las caras de Jason y Ryder se iluminaron. Iris era una antigua compañera de su clase que se fue de intercambio a Canadá. Antes de que se marchara, ella, Margaret y Ryder eran muy buenos amigos. Por otro lado, ella siempre había sido amable con Jason.

-Tenemos que ir a visitarla. Hace casi dos años que no la veo -dijo Ryder eufórico.

-Sí, quiero que le organicemos una fiesta sorpresa de bienvenida. Quiero que estén sus amigos más cercanos, es decir, ustedes dos, Caitlyn, Louise, Adolph y yo.

-Yo no era un amigo cercano -dijo Jason lentamente.

-Ella te quería mucho, aunque tú no lo notases -recalcó Margaret.

Los tres habían terminado su almuerzo. Jason y Ryder se fueron de la cafetería mientras Margaret se servía un café y leía el best-seller de Josephine Lanius.

Quedaban treinta minutos para que sonase el timbre, por lo que Ryder decidió ir a jugar baloncesto al patio. Jason no estaba interesado en eso, por lo que optó en volver al salón y avanzar un poco en sus deberes.

Mientras sacaba los libros de su casillero, un agradable sonido llegó a sus oídos. Louise estaba tocando flauta en la azotea. Jason amaba escucharla tocar, por lo que decidió ir a verla. Dejaría los deberes para más tarde.

Jason rápidamente fue y subió las escaleras para llegar a la azotea. Esta vez, Louise estaba sentada en la banca tocando una canción en flauta de Lana Del Rey. Jason se sentó a su lado. Ella se sorprendió al verlo, ya que estaba acostumbrada a tocar sola.

-Oh, Jason, me asustaste.

-Lo siento, no era mi intención -se disculpó él.

-No pasa nada, es agradable tener compañía de vez en cuando.

Jason le sonrió.

-¿Qué estabas tocando esta vez?

-Honeymoon de Lana Del Rey. Otra adaptación.

-Es bonita.

-Sí, a mí también me gusta.

Jason vio una lonchera en el piso. Louise traía almuerzo de su casa, por lo que dedujo que había almorzado en la azotea.

-¿Almorzaste aquí sola?

-Sí, quería estar un rato a solas. De todas formas la única que almuerza conmigo es Caitlyn, y hoy almorzó con su hermana.

-¿Por qué no almuerzas con las otras chicas?

-No lo sé, al parecer no les agrado. No tengo idea de qué habré hecho para caerles mal -dijo Louise con aire melancólico.

Jason se armó de valor y le preguntó a Louise algo que le preocupaba.

-Louise, desde ayer que te noto un poco triste. ¿Pasa algo?

-No. Es decir...sí -Louise hizo una pausa -. ¿Jason, puedo contarte algo?

-Por supuesto -Jason intentó sonar dulce.

-Ayer, sucedió algo que me afectó mucho. ¿Recuerdas cuando Matthew y yo fuimos a la cafetería ayer?

-Sí, antes de la clase de lenguaje.

-Bueno, Matthew me contó que fue a hacerse unos exámenes...y le diagnosticaron hipertensión pulmonar. No existe cura para su problema, y me da miedo que le pasé algo. El doctor le dijo que no hiciera esfuerzo físico, pero conociendo a Matthew, no le va a hacer caso y se va a sobrepasar -los ojos de Louise se estaban volviendo llorosos-. No se lo he contado a nadie todavía, pero por alguna razón, contártelo a ti me reconforta un poco. Por favor, no se lo cuentes a nadie. Sobre todo no a Caitlyn, no quiero que se preocupe más de la cuenta.

Jason estaba sorprendido. No quería ver a Louise tan triste. Él puso su mano en la espalda de Louise a modo de consolarla. Este gesto alivió un poco a Louise, pero no fue suficiente para evitar su llanto.

Louise comenzó a llorar y se apoyó en el hombro de Jason. Este la abrazó y la consoló.

Jason también sentía pena al ver a Louise llorar, pero secretamente, no quería que ese cálido abrazo terminara.


¿Destinados?Where stories live. Discover now