Capítulo I

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Soy humana, la única humana que se puede ver cerca del castillo, además de los sirvientes, y también la única que responde y defiende mi raza de la cínica soberanía impuesta.
Fui adoptada de pequeña, aún no sé que vió Alex en mí.

Es difícil convencer a mi padre, y lidiar con el. No lo veo tan seguido como quisiera, está ocupado con sus reuniones y sus cosas, en las cuales me mantiene lo más alejada posible, cuanto menos sepa mejor.

No me habla de nada, no me cuenta como estuvo su día y ni pregunta por el mío, sólo me mantiene ignorante y encerrada en este estúpido castillo.

A mis 17 años quiero dejar de ser la princesa educada, callada y quieta. Quiero ser parte, saber quién es realmente mi padre y qué clase de "persona" es. Por más malhumorado que sea lo amo igual.

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Estos "superhumanos" son una raza desarrollada que nos gobiernan, se los llama así por la apariencia parecida a nosotros, los humanos. Son altos y prepotentes, tan altos como su ego. No tienen nuestro metabolismo, no lo necesitan, ni tampoco viven en casas como nosotros con sus familias, mascotas y rutinas. Viven en colonias, pero es difícil de hallarlos, se disfrazan de animales. Su rey es mi padre, Alexander.

Usan su inteligencia para inventar, innovar, y experimentar, pero no con ratas de laboratorio, sino con ellos mismos y con humanos. Estos laboratorios son cárceles de prueba y error, de tortura. Lo que sale mal, fácil, lo matan. Pero hay algo que no pudieron matar, me contó mi nana de niña. Quisieron probar disfrazarse de lobo, por la cantidad de bosque alrededor, y crearon una cadena fallida, de estos torpes brutos sin razón, fuertes y salvajes sin ningún tipo de control, y peor aún, con sentimientos.

Se los llamó "fallas", quiénes escaparon y se internaron en el bosque, la especie que hasta el día de hoy es la peor amenaza para el reinado, y que no logran extinguir.

Más que a los humanos, desprecian a estos perros salvajes, sólo porque les temen. No era fácil ver alguno, estaban en el bosque y si ponían un pie fuera, era su funeral. Sólo se los escuchaba las noches de luna llena, cantaban con toda su melancolía. Desde mi balcón, que da al bosque, los escuchaba.

En fin, Cat, mi nana, me contaba historias de ellos todas las noches, hasta caer dormida. Me encantaba escucharla, con su voz ronca y su dulzura de madre, la cual me hacía falta.

No se si exageraba o realmente eran así sus anécdotas pero no me importaba, esa idea de ir en contra del sistema, de rebeldía y espíritu natural me daban pie a soñar, a soñar una vida y realidad muy diferente a la que vivía.

No se si exageraba o realmente eran así sus anécdotas pero no me importaba, esa idea de ir en contra del sistema, de rebeldía y espíritu natural me daban pie a soñar, a soñar una vida y realidad muy diferente a la que vivía

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Ojos De Luna [COMPLETA]Where stories live. Discover now