Ojos De Luna [COMPLETA]

Capítulo XIV

Fue cuando Sandokan comenzó a contarme historias nativas de los lobos que caí en un profundo sueño al escuchar su voz.
  Llegada la noche un grito de mujer hizo que me despertara sobresaltada.
  Estaba acostada en una cama que no era mía, en una habitación desconocida. 
  Cierto... estaba en su casa, y esta debe de ser su habitación ¿me cargó en brazos hasta aquí?
  Era un cuarto grande y poco amueblado, la cama era inmensa de sabanas negras con un gran ventanal por detrás.
Sólo se veía la luz de la luna.
  Me incorporé rápidamente para averiguar de qué se trataba aquel grito proveniente de la sala.

  Cuando bajé las escaleras Sandokan y la pelirroja, Victoria, forcejeaban físicamente mientras ella lo insultaba y lo trataba de traidor.
  En cuanto me vieron Victoria trató de lanzarse sobre mí.

—¡Pequeña víbora! Voy a matarte zorrita —me escupió cuando Sandokan la detenía.
Me quedé perpleja.
  Al escupirme estas palabras Sandokan pareció perder la paciencia que antes traía y la tomó muy fuerte de los hombros.
—Te vas a arrepentir por hablarle así a mi Luna —dijo firme. Tanto Victoria como yo nos asustamos—. Mejor te largas.
  Acto seguido la arrastró hasta la puerta y la empujó fuera, cerrando la puerta en sus narices.

—Princesa... siento mucho que hayas tenido que pasar este momento —dijo preocupado, acercándose a mí.
—Está bien, Sandokan, ya es de noche y van a descubrir mi ausencia, si no se dieron cuenta ya —obviamente estaría en problemas, ¿para qué me dormí?
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  Me devolvió a mi habitación. En el camino quise averiguar de qué se trataba el enojo de la pelirroja, y qué significaba "mi Luna". Fue inútil, no me contestó nada concreto, estaba demasiado enojado y me perturbaba tampoco saber por qué.
  En cuanto entré al cuarto me cambié rápido y me metí a la cama.
  En eso entra Cat silenciosamente y se sienta a mi lado.

—Sé donde estuviste Mary —dice seria. Estoy segura que al menos medio infarto me dio. Abrí los ojos como platos y esperé—. Pero no es eso lo que debe preocuparte, lo que debe preocuparte realmente es que tu padre también lo sabe. Lo siento mucho Mary, me obligó a hablar.
—¿Qué le dijiste? —pregunté desesperada.
—Que te habías escapado con un hombre, un lobo.
  Automáticamente mis lágrimas cayeron. Es el fin.
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  Habían pasado unos días desde que peleé con Alex, fue la primera vez que lo había visto tan enojado, y la primera vez que me había levantado la mano para dejarme el ojo morado.

  Estoy en mi habitación, encerrada.
Sandokan no había aparecido tampoco, ¿le habrá pasado algo?
  Me tapé entre las sábanas y me dispuse a leer "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen. Tanto romanticismo me hacía mal.

—¿Sandokan? —pregunté al escuchar la puerta del balcón abrirse.
—Lamento no haber venido antes ángel, yo... —se frenó en seco al ver mi rostro marcado— ¿Qué ha pasado? ¿Quién te hizo esto Luna? —se sentó a mi lado acariciando la marca, preocupado.
—Alex se enteró que escapé contigo —me cayó una lágrima. Estaba asustada y necesitaba su consuelo.
—Lo lamento, a sido mi culpa —dijo serio—. Prometo que nunca nadie volverá a ponerte una mano encima, ni Alexander ni nadie más —me abrazó fuerte.
  No logré controlar el río de lágrimas que caían sobre su blusa.
Me meció en sus brazos hasta caer dormida.
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—¿Sandokan? —pregunté con temor de que ya no estuviera a mi lado.
  Débiles rayos de luz entraban por mí ventana y pegaban en mis ojos semiabiertos.
—Dime, ángel.
Me alivió saber que aún seguía entre sus brazos. No se había movido.
—No me dejes por favor, ya no —dije.
  Ya no más, ya no más encierro maldita sea.
Me cansé de ser la sumisa, me cansé del maltrato.
Lo amo y no lo negaría por nada.
—Una vez te dije nunca, princesa —dijo dándome un tierno beso en la frente—. Y no voy a cambiar mis palabras.

  Fue lo único que tuvo que decirse antes de empacar mis cosas y abandonar el castillo, para siempre...