Capítulo XII

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Sandokan
  No podía entretenerme con el vals.
Está chica me miraba como si estuviese enamorada. ¿Podría enamorarse de alguien como yo?
  Será mejor que no, no soy su príncipe azul, todo lo contrario.
  Sólo necesitaba un poco más de tiempo. Odiaría jugar con sus sentimientos, si algo no puede ser, mejor ni molestarse.
  Pero... dios su amor es lo único que necesito, mi vacío me consume día a día.
  Mejor que no se enamore, no podría funcionar de ningún modo, la haría sufrir demasiado, y no se lo merece.
  Merece a alguien como su médico, no deja de mirarla desde lejos.
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  Me despedí lo más cortante posible y desaparecí entre la multitud, dejándola sola en medio de la pista.
  Casi corriendo choqué con el hombro del rey, mierda.. Me miró perplejo
No le pediría disculpas, que le den
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  Era una noche fría bajo el balcón de mi ángel, aún no subía a su habitación.
  Cuando lo hizo y luego de unos minutos, se quedó dormida. 
  Por lo que aproveché para treparme por las enredaderas y adentrarme en su cuarto, como venía haciendo cada noche desde hacía una semana.
  Dormía muy profundo, a veces con una sonrisa. En quién o qué estaría soñando para sonreír así.
  La miraba dormir hasta el amanecer, se despertaba a las 7am cada día.
  Además, tendría que volver antes que la jauría note mi ausencia.

Mary
  Ojos de luna me había abandonado en aquella pista de baile, como dolía su separación.
  Alex me miraba muy atentamente, tal vez sospechaba.

—Mary, ¿bailamos? —dijo Louis cuando se me acercó.
—Lo siento, Louis, estoy un poco cansada, voy a subir a mi habitación.
—Entiendo, ¿puedo preguntar quién era ese hombre tan...peculiar? —fingió respeto ante la pregunta.
—No lo sé, sólo bailamos.

  No le di más hincapié a su curiosidad y corrí a mi habitación, si no corría por esas escaleras se me hacían eternas.
  Vestí mi pijama y me saqué los kilos de maquillaje que traía encima.
  Me desparrame en la cama, tenía mucho que pensar. Pero el sueño siempre me ganaba.
  Era de madrugada cuando un viento frío me heló la espalda, cuando volteé la puerta de mi balcón estaba abierta ¿Había olvidado cerrar la puerta del balcón ?
  Le quité importancia y cerré la puerta, antes de correr devuelta a la cama y enrredarme en las sábanas, hacía un frío de locos.
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  Me despertó un trueno seguido de un relámpago, eran las 7:15 am. Llovía a cántaros.
  Cuando bajé a desayunar con Alex me llevé la sorpresa de que por primera vez seríamos tres a la mesa. Elisse, la morena, nos acompañaba en la comida.
  Sólo hablaban entre ellos, permanecí en silencio, pensando en aquel "peculiar" hombre de anoche.

—¿Y tú qué opinas, Mary? —interrumpió Elisse.
—Me parece bien Elisse.
—O por favor, dime Eli si quieres. Entonces ve a vestirte rápido —dijo sonriendo.
—Disculpa, ¿vestirme para qué?
—¡Para ir de compras, Mer! ¿No me estabas escuchando? —Papá me miraba muy fijamente mientras Elisse me hablaba, creó que leía mis pensamientos.
—Ah si si, ya voy —Puaj, ir de compras, odio ir de compras, y más con la morena falsa.
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  Fue larga la mañana en aquel shopping. Elisse todo lo quería comprar y a nada miraba su precio.
  Me hizo probar cada prenda de cada local.
  Según ella mi ropa cubría demasiado, además de ser aburrida como la de su abuela, Teresa creó que se llama la anciana.
  Hablaba demasiado, pero fue bueno conocerla un poco más, de su familia y su vida. Es simpática, al parecer no fingía, realmente es así de extrovertida y alegre. Al fin alguien alegre en el castillo.
  Acabó por comprarme todo tipo de vestimenta, vestidos, vaqueros, zapatos con demasiado taco, saquitos, camisas, pañuelos, incluso un sombrero. Mi preocupación no era más que la aprobación de mi padre ante esa ropa. Mostraba las piernas y los hombros en algunas prendas.

—Confía en mí Mer, tu padre no dirá ni mu. Yo me encargó —dijo con cara de satisfacción, mirándome con un vestido rojo fuerte apretado al cuerpo.
¿Tan dominado lo tenía ya?
—Tendrás una fila de pretendientes tocando a tu puerta, créeme, estás de infarto —decía.

  No voy a mentir, esta mujer tiene buen ojo para la moda, y buena tarjeta de crédito que por cierto se la dio Alex.

Cuando al fin terminaron las compras y volvimos tuve mis clases de pelea, de idioma, de pintura y de Literatura, mi clase preferida.
  El mejor lugar del castillo era la biblioteca, inmensa con libros hasta el techo de aire rústico y antiguo, apestaba a libros viejos.

  Fue un día largo y rutinario. Lo único fuera de lo común pasó de noche, de madrugada.
  Dormía plácidamente cuando un viento frío volvió a helarme la nuca, otra vez se había abierto la puerta. Debería pedir que la arreglen.
  Cuando volteé no sólo noté que la puerta no era abierta sola, sino que un hombre alto de ojos muy claros me observaba en la oscuridad.
  Estaba tan dormida que los primeros instantes no me percaté que se trataba del de ojos claros, Sandokan.

Ojos De Luna [COMPLETA]Where stories live. Discover now