capítulo 1: Break&Music

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La primera vez que Nath escuchó cantar a Ayna Gray fue en el Break&Music, un pequeño bar musical que se encontraba cerca de Central Park. Los viernes por la noche Ayna cantaba en un pequeño escenario montado en una de las esquinas del local. Su profesor de música le había conseguido ese pequeño trabajo los viernes por la noche. Como el día siguiente, al ser fin de semana, no tenía clases, se quedaba hasta tarde. A Ayna le gustaba mucho aquello y no le suponía ningún tipo de esfuerzo. En aquel momento no tocaba el piano, cantaba un Jazz acompañada por dos músicos que tocaban con ella, los dos también alumnos de su profesor de música.

Nathan Ross y Oliver Ross, su hermano mayor, se acababan de mudar a Nova York ya que a sus padres habían encontrado un buen trabajo allí en Manhattan. Su madre era diseñadora y su padre redactor y fotógrafo para una revista de moda. Aunque Nath y Oliver venían de una familia adinerada, llevaban un estilo de vida parecido al de la mayoría de familias de la ciudad. Sus padres tenían la certeza de que para sus hijos era mucho mejor mezclarse con la gente normal y su familia no disfrutaba especialmente con el lujo, aunque este se podía notar cuando entrabas en su casa, un ático situado en el Upper Manhattan.

Nath y su hermano tomaron asiento en una de las mesas vacías que había cerca del escenario.

-Voy a pedirme algo de beber –dijo Oliver -¿Quieres algo?

-Una Cola light –respondió su hermano desde la silla. Nath miraba a la chica castaña que cantaba en el escenario, los focos iluminaban su cara y la luz se reflejaba en sus ojos verdes, pero aun así esta no parecía dañarle, se notaba su seguridad en el escenario, como si fuera parte de ella misma, su hogar.

-¿Qué miras? –preguntó su hermano Oliver que acababa de volver con las bebidas. Nath señaló al escenario con la cabeza.

-Canta bien –respondió. Oliver miró en su dirección.

-Si –dijo –tiene una voz muy bonita. ¿Ves? Te dije que en Nova York había cosas bonitas –Nath resopló. La mudanza había sido un duro golpe para él, había tenido que despedirse de todos sus amigos y también había tenido que dejar el equipo de baloncesto en el que jugaba –ya verás cómo vamos a estar bien aquí.

Los dos cogieron sus bebidas y hicieron un brindis.

-¡Por los dos nuevos en la ciudad! –dijo Nath antes de dar un sorbo a su Coca Cola.

-¿Cuándo comienzas las clases? –preguntó Oliver.

-Este lunes –respondió.

-Yo lunes por la tarde tengo la entrevista de trabajo –dijo haciendo una mueca –somos tres candidatos para el puesto.

-Seguro que lo consigues –Oliver había seguido los pasos de su padre y acababa de terminar los estudios en periodismo –el New York Times ganará a un gran hombre en su equipo.

-Eso espero –contestó Oliver –necesito ese dinero, voy a pedirle a Janna que se case conmigo.

Nath puso cara de sorpresa ante lo que le acababa de decir su hermano. Janna era la novia Oliver. Llevaban saliendo prácticamente tres años y se querían uno al otro más que a nada en el mundo. Al mudarse la familia Ross, Janna había decidido venir a Nova York a vivir con su tía que tenía un piso en la ciudad.

-Oli, ¡eso es fantástico! –dijo –seguro que te dice que sí ¿Cuándo va a venir?

-Esta mañana me dijo por teléfono que ya tenía las maletas preparadas y que llegaría en un par de días –respondió Oliver –no sabes las ganas que tengo de verla de nuevo –sonrió.

-Me lo imagino –dijo –pero primero tendremos que acabar de desempaquetar todo lo de la mudanza, la casa parece una pocilga. Va a pensar que eres un descuidado y no va a querer casarse contigo –Oliver rió.

-Que va –respondió –no soy tan desordenado. Ya verás, estará encantada de casarse conmigo.

-Pobre Janna …–dijo Nath bromeando y se levantó de la mesa –voy a pagar, ahora vuelvo -Se dirigió hacia la barra, que se encontraba al otro lado del local. Al pasar por delante del escenario pudo ver que solo quedaba el pianista, que recogía sus hojas de partituras y las guardaba en una bolsa. Miró la hora, ya era tarde. Llegó al mostrador y pidió a una de las personas que había allí que le diera la cuenta. Mientras esperaba vio sentada en un de los taburetes de la barra a la chica castaña que había estado cantando. A su lado había un chico moreno. Nath lo reconoció, era el bajista que había tocado en el escenario con ella.

Encima de la mesa, junto a la chica, había un bloc de notas y un bolígrafo. El chico moreno le estaba hablando pero Nath no alcanzaba a escuchar lo que decía. Ella no hablaba, solamente escribía en su bloc de notas y de tanto en tanto se lo mostraba al chico.

-Aquí tiene su cuenta –le dijo el camarero tendiéndole un papel. Nath lo miró y rebuscó en sus bolsillos hasta encontrar su cartera. Cogió unas monedas y se las dio al hombre. Cuando hubo pagado se volvió para ir a encontrarse con su hermano que ya le esperaba para marchar.

Ya se encontraban en la calle cuando Nath se paró.

-Espérame un momento –dijo –me he olvidado mi chaqueta en el bar. Oliver hizo un movimiento de desaprobación con la cabeza y rió.

-¿Quién es el descuidado ahora? –dijo.

Nath, sin hacerle el más mínimo caso volvió al Break&Music, que se encontraba solamente a dos portales de distancia y llegó hasta la puerta corriendo. Al entrar precipitadamente en el bar, no tuvo tiempo de reaccionar y  se topó de frente con alguien que salía. Vio entonces que se trataba de la chica castaña que había estado cantando, al chocar, todas sus partituras habían caído al suelo y se agachó rápidamente a recogerlas.

-Lo siento muchísimo –se disculpó Nath agachándose para ayudarla a recoger las hojas. Ella no respondió –De verdad, ha sido sin querer –Nath le tendió las partituras que había recogido. Ella las cogió sin decir nada y asintió con la cabeza. Luego pasó por su lado y se fue caminando rápidamente.

Nath, a la vez confuso y sorprendido, entró en el bar para recoger su chaqueta, que había quedado colgada de la silla donde había estado sentado.

Cuando salió del bar miró hacía todos lados, no había ningún rastro de la chica, se había esfumado. Se puso la chaqueta y fue a reunirse con su hermano que se encontraba esperándolo en la esquina de la calle.

El sol se estaba poniendo, aunque aquella puesta de sol era diferente a las que él había visto siempre. La luz, en vez de bañar la línea del horizonte de colores rojizos, se reflejaba sobre los altos edificios de Manhattan que se alzaban imponentes mostrando un tipo diferente de belleza sobre las calles de Nueva York. 

A Través de la MúsicaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ