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Hoy era el día donde, por fin, se iban a conocer los nombres de los afortunados candidatos de la Selección. Era sábado y la mayoría del pueblo esperaba expectante el programa en el que sucedería el Gran Sorteo, alegrando la única tarde que se les concedía a los miles de trabajadores en el reino de Holmes Chapel. Era un día especial en el cual se festejaba la suerte de los jóvenes elegidos, y todas las castas, gracias a la gratitud del palacio, tenían un merecido e inmenso banquete en el Centro con comidas realmente extraordinarias.

Aquel día, Louis estaba poniendo en orden las pocas cosas limpias que habían en el chiquero de su casa. Raramente se encontraba tranquilo, sin ataduras que lo incitaban a pensar en la posibilidad de quedar entre los bellos jóvenes; pensó que debía de tener el mejor ánimo del mundo para enfrentar la tarde más emocionante que tendría su familia al ir a la celebración.

Cuando se miró al quebrado espejo, sonrío por la única característica que él apreciaba de sí: sus ojos. Eran azules, hermosos y profundos; se cuestionó si alguien algún día se fijaría en ellos y no en la suciedad que abundaba en su apariencia. Tendría que ser un milagro y una suerte tremenda. Pero cuando aquel pequeño orgullo de su belleza salía a la luz era opacado inmediatamente por la negación y la poca valoración que se tenía.

«Eres demasiado feo, Louis. ¿Qué persona estaría a tu lado?», se dijo interiormente saliendo de la habitación en dirección al incómodo sillón.

—¡Hoy es el día, hoy es el día, hoy es el día! —repetía una y otra vez su hermana pequeña, Daisy; daba brincos a causa de su felicidad ante lo que se avecinaba en la pronta noche.

—Ten cuidado —precavió el mayor—, puedes caerte.

—¿¡Puedes creerlo!? ¡Habrá mucha comida, comida y más comida! ¡Deberá de estar muy delicioso! ¡Este es mi día favorito! —exclamaba hiperactiva, elevaba sus manos descontroladamente al son de sus palabras.

Louis negaba sonriente por la alegría de Daisy que llenaba cada rincón de la casa ahuyentando cualquier tipo de desgracia o tristeza, no faltaba mucho para que se le uniera Phoebe al improvisado baile de entusiasmo en la sala de estar.

En ese instante, la puerta se abrió revelando la figura de su hermana Félicité con un vestido nuevo de color celeste, sin machas, ni mugre, ni orificios que pudieran arruinar el aspecto total de la muchacha. Luego, entró Charlotte también con un vestido nuevo, pero este era de color rosa claro luciendo con clase y de una casta más alta; sus hermanas irradiaban más belleza de lo normal, nunca había tenido la oportunidad de verlas en aquellas prendas anteriormente. Finalmente, cerrando el desfile femenino, ingresó Lila con un vestido que en la parte superior era blanco marfil y el resto azul marino, dándole el toque final a la presentación. El castaño se quedó estupefacto.

—Vaya... ¡Se ven preciosas! —halagó maravillado, mirando a cada una de las jóvenes.

Las tres mujeres se sonrojaron agachando la mirada y simulando que arreglaban algunos detalles de la prenda. La madre de Louis cuando las vio casi sus ojos se escaparon por la súbita hermosura que veía en sus hijas y en Lila; a cada una les hizo darse una vuelta para apreciar completamente la bella vestimenta mientras que los demás reían por la gran fascinación imparable de la señora de la casa. La amiga del castaño con una inmensa sonrisa de logro alcanzado, se retiró del pequeño grupo y se sentó con Louis.

—Están muy felices, ¿no? —mencionó cuando recostó cuidadosamente la cabeza en el hombro del muchacho.

—Más que eso —respondió sin pensar—. No entiendo, ¿de dónde los sacaron? Parecen unas verdaderas princesas —suspiró orgulloso.

—Yo se los di —informó mirándolas cuando ellas estaban demostrándole a su madre lo perfectos que eran—. Bueno, en realidad, tengo una tía que confecciona vestidos, así que le pedí que me hiciera cinco —soltó una risita ante el rostro sorprendido de su amistad—. Sí, Louis, las gemelas y tu madre también llevarán esos maravillosos vestidos. Y para ti traje un pantalón negro con tirantes y una camiseta con el diseño de rayas... ¡Ah, y unas zapatillas! ¡Te verás muy guapo!

Louis emocionado la abrazó fuertemente hasta el punto de que esta estaba pidiendo oxígeno para que entrara en su sistema respiratorio y volviera a la normalidad. Nadie había hecho tal gigantesco gesto para su tremenda familia, estaba feliz por tener una amiga como ella y daba las gracias por el día en que la conoció en el Centro; deseaba nunca alejarla de su lado.

Transcurrió el tiempo.

Lila se había quedado en el pobre pero humilde hogar acompañando a la parentela de Louis para ver el ansiado programa del anochecer. Los chillidos de las gemelas todavía se oían en la casa por su nueva ropa mucha más bonita que la anterior, creaban un lío que provocaba risas en los presentes.

La televisión algo vieja fue encendida por Charlotte y justo en ese momento la voz del animador daba inicio al dichoso programa.

—¡Bienvenidos a Holmes Chapel Capital Report! ¡Este especial donde, por primera vez, la vida de los chicos puede cambiar! ¡Soy Marcus Cahill y hoy seré el encargado de nombrar a los jóvenes afortunados! ¡Prepárense! —exclamó el hombre con una gran sonrisa—. Estoy muy emocionado y si pudiera iría al grano inmediatamente, pero antes que nada unas palabras de su Majestad, el rey.

—¡Súbditos de Holmes Chapel, estén felices, porque hoy uno de sus hijos será parte de la Selección y del palacio real en la oportunidad de hallar el amor con mi hijo, el príncipe Harry Styles! ¡En esta noche sean ustedes mismos, alégrense, es un día que celebrar! —dijo el rey, entusiasta.

—Gracias, Majestad. Y ahora esto comienza de una vez por todas; los siguientes atractivos jóvenes son... —preparó las tarjetas en sus manos. Carraspeó y prosiguió sonriendo—: Jack Whitehall, un Cuatro —iban mostrando la foto de cada muchacho—. Tyler Dempsey, un Dos. Niall Horan, un Dos...

Y así continuó por diez infernales minutos que sacaban de quicio al castaño y lo convertían en un total manojo de nervios. Iban a nombrar al último seleccionado pero Marcus decidió comentar sobre los fabulosos candidatos que tendrían el privilegio de estar con el príncipe. El muchacho comenzó a marearse por lo que quiso tomar un poco de aire fresco; daba igual todo, sabía que no lo iban a nombrar. Se puso de pie pidiendo disculpas.

—Me siento un poco mal, iré a...

—¡Vaya —dijo Marcus impresionado—, no me lo esperaba! ¡Un Siete, Louis Tomlinson!

***

Hola! Cómo están? Nuevo capítulo! Desde aquí comienza ya todo lo esperado de la fic: palacio, competencia, Harry...; ojalá los siguientes capítulos valgan la pena para ustedes:) Les agradezco mucho por leer y dejar sus votos, en serio, gracias! 

Un beso!


Príncipes [Larry Stylinson]Место, где живут истории. Откройте их для себя