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Por más que se removía de los fuertes brazos del muchacho él no conseguía acercarse un centímetro a su padre, siquiera sus cuerdas vocales le autorizaban decir "papá"; le veía fijamente, sin importar qué pensarían aquellos desquiciados o cuál era el inútil propósito de su notable esfuerzo, a pesar de la suplicante y dolorida mirada a esa persona ausente por años, esta no demostró el menor indicio de socorrerle e interrumpir la escena, de salvarle, abrazarle para que no temiera.

El semblante de Brent era impasible, nada podía escudriñar en su apariencia y saber lo que sentía o tenía en mente, sus ojos azules grisáceos eran duros, gélidos por la carencia de cariño o amor de familia, estaban vacíos y solo aquel día regresó un particular brillo; Louis no sabía si significaba sorpresa, anhelo o enojo, era incierto, mucho más cuando se asomaban otras emociones.

De alguna manera, una parte de sí arrendaba en la incredulidad y, tal vez, imaginaba la presencia de su padre en medio del tumulto desorbitado, se engañaría a sí mismo si creyera eso que era más factible e inocente, pero la imagen de Brent Tomlinson era tan pura, real, potente, como para dudar de ella. Los rebeldes le observaban con admiración y respeto como si tuviera un alto cargo dentro de la organización, las personas se movían de su lugar para cederle espacio, otros le saludaban ignorando la tensa y amenazante situación.

El Siete no captaba los hechos recientes, necesitaba tiempo para entender qué sucedía o qué sucedió hace ocho años atrás cuando su padre "falleció". ¿Acaso Brent planeó su horrorosa muerte para unirse a ellos? ¿Abandonó a su amada familia para vivir con desconocidos locos y asesinos? ¿Él también había matado a gente inocente? ¿Por qué?

Solo aquellas preguntas navegaban en su cabeza, mareándolo con más palabras, confundiéndolo sin cesar inventando excusas para el mayor Tomlinson por el desolador fallecimiento. Todavía no apartaba su mirada azul cielo del rebelde, se sentía tan engañado por llorar en vano, por honrar la honestidad y justicia del legado que dejó su padre antes de partir. ¡Todo había sido un vil fraude! Su madre, Charlotte, Félicité y las gemelas sufrieron tanto por un hombre que no merecía ninguna lágrima de amor y melancolía, recordaban esos tiempos donde jugaban alegremente, la tristeza que desfiguró el bonito rostro de sus hermanas y progenitora jamás quiso volver a verlo y juró hacerlas felices de una manera u otra.

Y lo logró, más aún cuando él ingresó a la Selección.

Apartó su mirada justo cuando recibía un golpe en la corva y caía rendido sobre sus rodillas, no produjo sonido o quejido, solo silencio, bajó la cabeza mientras sus manos eran atadas. De reojo vio que dos jóvenes se acercaban y, de la misma forma, a uno de ellos le dejaban junto al débil castaño; también era un rehén y nada menos que Tyler Dempsey.

Él sollozaba miedoso del entorno, observaba con pena de vez en cuando al Siete, al parecer avergonzado de lo que cometió.

—¿Estás bien? —murmuró Louis, precavido.

Tyler negó errático.

—Dije tu nombre —susurró segundos después—. Dije que tú eras el Elegido para que me dejaran ir, l-lo siento, aún así yo no... —Se trababa con la lengua, nervioso por los gritos y las deslumbrantes armas de los sujetos.

—No te preocupes —le sonrió leve—. Yo haría lo mismo si fuera al revés el caso.

El joven Lord ocultó la pena de sus ojos cafés agachando la cabeza y se centró en la mismísima nada. El Siete le imitó tratando de construir una estable amistad con la tranquilidad e imponer una gran muralla de valentía en derredor para ahuyentar el acosador miedo. No obstante, un disparo del supremo líder se oyó en la sala, sembrando el silencio, obediencia y la calma, aunque esto último para el castaño no conquistó en su cuerpo, mas una nueva sensación adrenalínica arremetió contra él.

Príncipes [Larry Stylinson]Where stories live. Discover now