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Petrificado.

De aquella manera había quedado Louis ante las palabras dichas con tanta seguridad y firmeza por el príncipe. Sonó tan creíble que por un momento imaginó que la Selección había acabado y él era el Elegido, que él era feliz junto a Harry. Pensó que había sido una completa broma, pero el rostro del rizado le sonreía levemente, honesto, sin indicios de malicia.

Louis, incrédulo, retiró su mano y agachó la cabeza. Deseaba que la tierra se abriera justo en su ubicación y cayera en el abismo del bochorno por la situación. ¿Tan directo era el príncipe Harry Styles? ¿Le habría dicho lo mismo a los demás? ¿Alguien como él podría mentirle con una entidad tan importante a los candidatos? El castaño negó; Harry era noble, respetuoso e intachable, hacer una mendacidad como esa iba en contra de su moral.

El príncipe, luego de unos segundos y la mirada de Louis, consideró que fue muy pronto insinuar tal futuro, podía ser cierto o incierto, todo dependía de cómo iban las cosas: si estrechaban una relación más íntima o solo estaba destinado a surgir la amistad. Aunque en la mente de Harry la frase dicha era justificada con su actitud de coquetería. Él siguió el camino, mudo, mirando el paisaje que se abría con cada paso que daba, algo incómodo, pero disimulándolo de maravilla ante los ojos azules.

—Dime, ¿por qué quisiste entrar? Anoche —se detuvo e invitó a Louis a sentarse en el banco junto a él— revisé las entrevistas que dieron ustedes en las inscripciones y tu respuesta a esa pregunta fue tan... simple.

—Soy muy reservado —contestó, con fe de poder evadir aquel tema.

—¿Entonces, es por mí?

—C-Claro —tartamudeó—. ¿Por quién más? —rio tembloroso.

Y en ese instante Harry, con su percepción trabajada por años gracias a los métodos de su padre, destacó por sobre todas las emociones el nerviosismo genuino que tiene alguien cuando miente y quiere huir para contrarrestar el interrogatorio. Louis no estaba siendo sincero con él y ese detalle estaría absolutamente en contra del castaño si no lo remediaba con las oportunidades que le iba a dar Harry. El príncipe valoraba las virtudes de cada muchacho, quería saber cuál era la de Louis.

—¿Seguro que has entrado por mí? No te ves muy convencido.

—Te dije que sí, es por ti. Solo por ti. ¿Tengo que repetirlo más veces? —estalló mirando hacia al frente, en oposición a tener en su campo de visión los ojos esmeraldas—. Si no me crees, perfectamente tienes el poder de no verme más en tu vida y echarme de este lugar.

—Eres un pequeño gruñón —sonrió marcando un hoyuelo de su mejilla derecha. Entre su lapso de observar la belleza de Louis, sopesó la vida antigua de él, su casta, la foto donde salía cubierto de mugre; por aquella perspectiva habían varias razones por las cuales entrar. Guardó silencio y con su mirada penetrante se dirigió al muchacho—. ¿Es tu economía, cierto?

Louis se tensó: ¡¿Cómo lo había descubierto?! ¡Siquiera dijo una pista, no dijo nada valioso!

—No... De verdad es por ti, créeme —dijo resignado.

—Louis —advirtió con tono amenazador.

—Sí... Es eso, bueno, qué más da. Ahora échame, ya sabes por qué estoy aquí, me aprovecho de esta situación. Dios. —Cubrió su rostro con las manos y murmuró—: Siempre arruino todo; eres un tonto, Louis.

—¿Echarte? ¡Jamás escogería esa posibilidad! Es más, te voy a conquistar y olvidarás el principal motivo por el cual entraste aquí —habló convencido.

El joven sonrojado asintió quedándose sin palabras, ¿de qué manera tenía que comportarse ante ello? Mantuvo la compostura y para sus adentros nacía una felicidad que poco a poco aumentaba en gritos y no hallaba forma para resguardarlos en algún sitio de su mente, escondiéndolos, reteniéndolos; quizás, en un determinado futuro dejarlos libres. Posó ambas manos sobre su regazo y trato de no apretarlas para saciar el sinfín de emociones acumuladas en su cuerpo.

Príncipes [Larry Stylinson]Where stories live. Discover now