Ley #4

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Basta desear firmemente que algo ocurra para que no acabe ocurriendo


—Está bien, hoy es el día —dijo Elián. Hoy debería dejarle una exagerada confesión diciendo cuánto ama a Murphy.

Caminó tranquilo, como un ganador. Luego de la desastrosa cita a la que no asistió, hoy tenía la certeza de que todo saldría de acuerdo a su idealizada imaginación.

Desde el segundo piso, contemplaba a Murphy, quien tenía una animada conversación con sus amigas. "Es tan linda cuando se emociona al hablar", pensó Elían. Y aunque en su imaginación esta escena parecía sacada de una novela coreana o de una serie de Netflix, la verdad es que parecía todo un psicópata.

Releyó la carta, una y otra vez, sin parar, su rostro reflejaba una gran necesidad de romper la carta y deshacerse de ella. Pero no lo hizo. Esta vez no.

Decidió que era hora de actuar, de enfrentar su miedo y confesar sus sentimientos a Murphy. Miró el reloj, faltaba poco para que terminara su receso. Respiró profundamente y comenzó a bajar las escaleras con la carta en la mano, practicando en su mente las palabras perfectas para expresar sus sentimientos.

Pero justo cuando estaba a punto de llegar a donde estaba Murphy, algo inesperado sucedió. El viento sopló con fuerza, arrebatando la carta de las manos de Elián y llevándola lejos, como si la naturaleza misma estuviera conspirando en su contra.

Elián se quedó quieto, perplejo y con todas las esperanzas perdidas. Pero Murphy, quien había notado el incidente, se acercó a él con una sonrisa burlona en su rostro.

—Tranquilo, no hace falta que me entregues la carta, ya sé lo que dice —dijo, haciendo que Elián se sintiera avergonzado.

—¿En serio? ¿Cómo lo sabes? —preguntó con incredulidad.

—Porque también tengo una carta para ti —dijo sonriendo, mientras sacaba una carta.


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Muchas gracias por leer <3 ya era hora de que le pasara algo bueno a Murphy.

Las Leyes de Murphy © [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now