Ley #12

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Existen dos tipos de cintas: La que no se pega y la que no sale

Sara y Murphy eran mejores amigas desde la infacia. Al principio vivían en el mismo complejo de departamentos e iban a la misma escuela. Pero la familia de Sara decidió mudarse a un lugar "mejor" e inevitablemente tomaron rumbos distintos, aunque las chicas siguieron reundiéndose para hacer pijamadas y de alguna forma Murphy convenció a su mamá de inscribirla en el mismo colegio que su mejor amiga.

¿Cómo la convenció? Como toda rebelde lo haría: con un tatuaje.

Pero Murphy en ese entonces solo tenía 14 años, se cagaba de miedo de solo pensar en una aguja.

Así que decidió hacerse un tatuaje temporal en todo su cuello, sin embargo, este no se le quería pegar, así que tomó una cinta adhesiva transparente y la colocó sobre su tatuaje. Pero esto no funcionó, a los pocos segundos se soltó y solo había quedado la mitad del tatuaje en su piel.

Entonces se le ocurrió una brillante idea. Buscó en una pequeña bodega que tenían en su departamento y encontró una cinta adhesiva de color plateado, la cual colocó sobre el tatuaje. Y esperó pacientemente a que el tatuaje quedara en su piel.

Murphy intentó tomar un extremo de la cinta y no pudo, solo consiguió tirarse la piel, lo cual le provocó dolor. ¿Lo peor? Es que su mamá tampoco pudo hacerlo.

Y fue así como Karina cedió a cambiarla al mismo colegio de Sara, temiendo que su hija hiciera otra estupidez que pusiera en peligro su integridad física.

Las Leyes de Murphy © [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now