Capítulo 26 "Casquillos De Bala" Parte 2

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Sábado,
2:10 am

Casquillos De Bala
Parte 2

Su respiración estaba alterada y podía notar las gotas de sudor que recorrían su frente. Parecía más agitado y molesto de lo habitual, lo cual me hacia cuestionar el porque.

Con suma cautela fui levantándome de la silla giratoria, siendo consiente de que sus ojos grisáceos vigilaban cada uno de mis movimientos con detenimiento.

Mi respiración se había alterado y por mucho que no quisiera admitirlo, el miedo estaba emergiendo de mis entrañas de una manera mucho más brusca que las veces anteriores.

Algo no andaba bien. La atmósfera que nos rodeaba lo demostraba. Su alteración y los pasillos solitarios también.

—¿Qué estabas haciendo aquí? —preguntó con un tono peligroso mientras se acercaba con pasos sigilosos.

Trague saliva ruidosamente, regalándole una rápida mirada al arma que reposaba sobre la superficie del escritorio.

Su mirada parecía taladrar mis ojos de una manera intensa y escalofriante. Causando constantes escalofríos en mi cuerpo.

Mi cuerpo tembló de una manera descomunal al notar el cambio en su lenguaje corporal y sobretodo en su mirada. Sus ojos se apartaron de mi para posar los en algo especifico.

El arma que había sacado de su escritorio.

Sus ojos destellaron en algo más parecido a la furia pura.

—¿Qué intentabas pequeña zorra?—escupió con veneno, dando un par de pasos más de manera intimidante.

Mis movimiento fueron más precisos y en tan sólo unos segundos me encontraba con el arma en mis manos, con estas temblando de manera incontrolable mientras le apuntaba.

—Ni un paso más —amenacé en un tono que parecía más débil que firme.

Una carcajada fría y sin humor brotó de su pecho mientras me miraba con un brillo divertido.

—¿Y que pretendes hacer con eso? Ni siquiera eres capaz de sostenerla adecuadamente y apuntarme con ella —soltó de manera burlona, dando un par de pasos más, rodeando el escritorio y sólo quedando a una distancia no muy apartada de mi—Solo te digo una cosa Denia. Asegurate de dar en el blanco nena, porque de no ser así, no habrá cielo ni infierno que te salve de mi.

Y por primera vez temí de una manera inexplicable. Mi cuerpo se estremeció al escuchar la contundente amenaza  de sus palabras.

La pregunta surgió nuevamente. ¿Seria capaz? Debía comprobarlo.

Ignorando los gritos en mi interior de que me detuviera. Que me rindiera ante el y no llevará las cosas a un nivel más alto. Ignorando el temblor y el sudor en mis manos junto con las palpitaciones ruidosas de mi corazón, aprete el gatillo.

Pero el temor creció en mi al no escuchar ninguna detonación al hacerlo. Volví a intentarlo con desesperación mientras retrocedía un par de pasos, notando la sonrisa irónica que se formaba en sus labios con cada intento mio que fracasaba.

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