Capítulo 32 "Amenaza"

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Miércoles,
4:09 pm

Amenaza

Observó con cierto recelo y desconfianza la puerta de la habitación. Después de lo sucedido en la tarde de ayer me encontraba más alerta a las personas que se movían a mi alrededor. Debía ser cautelosa, aquella mujer no parecía jugar con sus palabras y por ende, yo no debía subestimar mi suerte. Era su palabra contra la mía, porque sinceramente, ¿Quien era yo? Nadie aparte del juguete maltratado de Caden Hall.

Me estremecí ante el recuerdo de aquel hombre que atormentaba mi mente por las noches, no dejándome descansar. De alguna manera lograba alterar me el hecho de que aún no haya hecho algún movimiento para acercarse y hacerme algún tipo de daño.

—¿Señorita Tinia?—la llamó en un tono cuidadoso mientras retuerso mis manos sobre mi regazo con cierto nerviosismo.

La mujer se encontraba organizando la ropa en el armario en completo silencio. En ciertas ocasiones me lanzaba miradas pero seguirá sin decir nada. No lo dejaba notar pero sabía que estaba más atenta a mi y siempre preocupada. Había tomado esa posición maternal protectora desde lo ocurrido. No permitía que los demas sirvientes tuvieran acceso a mi, siempre se encargaba ella misma de mis necesidades. Incluso se mostraba recelosa cuando era llamada para cumplir algún trabajo en la casa y era obligación dejarme sola.

No le había contado la visita de aquella mujer. Prefería mantenerme callada. Después de todo, ¿Qué podía hacer ella al respecto? Lo mejor era dejar las cosas como estaban y si acaso, esperar algún movimiento por parte de aquella víbora.

Rápidamente deja de prestarle atención a la ropa que colocaba en el armario para mirarme con un brillo en sus ojos que había logrado identificar como cariño.

—Digame señorita.

Trago saliva ruidosamente y paso la punta de mi lengua por mis labios resecos y partidos. La incertidumbre carcomía mi interior de una manera incontrolable.

—¿Dónde esta?—mi voz es un bajo susurro tembloroso apenas audible pero se que me ha escuchado y que también sabe a que me refiero.

Su sumblante cambia por completo al escuchar mi pregunta mientras pasa distraídamente una de sus manos por encima del delantal blanco que cuelga de su cintura.

—El señor Anibal lo mantiene en una parte apartada de la mansión. Unos sirvientes se encargan de brindarle lo que necesite. Tiene prohibido acercarse a usted.

Un amargo nudo se forma en mi garganta mientras proceso las palabras. Anibal estaba cumpliendo su promesa con hechos después de todo. Pero aún así, no podía evitar sentir temor ante la situación. Caden no era un hombre que dejara las cosas tan fácilmente.

—De todos modos, no tiene nada de lo cual preocuparse. El señor Mustafa y yo la cuidaremos—me sonríe con cariño.

Mustafa. No lo había vuelto a ver desde mi intento de suicidio. No podía evitar sentir el remordimiento en mi interior al recordar como lo había tratado. No había sido su culpa, después de todo, su deber era cumplir órdenes.

Intento corresponder su sonrisa pero sólo soy capaz de formar una mueca en mis labios. Toda esta situación me dejaba más que intranquila. Algo no andaba bien, podía presentirlo.

* * *

La noche cae como un manto oscuro, dejando todo en un intranquilo silencio que es capaz de causarme escalofríos. Todos parecían dormir con tranquilidad, mientras que yo no hacia más que moverme de una manera inquieta bajo las suaves sabanas que me cubrían. Algo, una sensación extraña impedía que pudiera conciliar el sueño. Mi mente parecía viajar a diferentes recuerdos, haciendo esa noche más larga y dolorosa como las anteriores.

Con un sonoro suspiro retiró las sabanas y prosigo a colocar mis pies descalzos sobre la fría madera debajo de ellos. Estar encerrada en esta habitación estaba resultando ser más agobiante de lo que hubiera imaginado.

Con pasos indecisos me acercó a la enorme puerta que me mantiene apartada de todos los demas. Colocó mi mano de manera cautelosa sobre la perilla, aún discutiendo en mi interior, si lo que estaba a punto de hacer era correcto o no.

Apartó la mano rápidamente, sintiendo como mi corazón comienza a palpitar desbocadamente contra mi pecho el ver como esta, comienza a girar lentamente por si sola.

Retrocedo con el temor disparándose por todo mi sistema. Mis manos comienzan a sudar cuando la persona del otro lado intenta abrir la puerta pero no lo logra. Tiene pestillo. Escuchó un bajo siseo desde el otro lado y rápidamente mi cuerpo se estremece al reconocer la voz.

—Se que estas despierta preciosa. Puedo escuchar tu respiración alterada desde aquí—su voz es baja pero aún así logró escucharla a la perfección, tan amenazante y escalofriante como siempre—Anibal esta muy equivocado o realmente no me conoce si cree que puede apartarme de lo que me pertenece. Presta atención Denia, no goces mucho de tu libertad, muy pronto vendré por ti y no va haber nadie que me detenga. Y sabes muy bien que siempre cumplo mis palabras.

MY RAPTORWhere stories live. Discover now