Judith tiene la mirada perdida. En realidad mira a Yannick.
Judith habla sola. En realidad habla con Yannick.
Judith no tiene amigos. En realidad Yannick es su mejor amigo.
Judith tiene una conexión con el mundo de los muertos. Yannick pertenece a é...
Su mirada perdida fue la que la condenó a una vida de aborrecimiento y desprecio. Y la culpa no era suya. Ella era tan solo una recién nacida cuando sus padres notaron que su atención estaba sobre un rincón que lucía vacío de la habitación, pero que para Judith no lo estaba; ahí se encontraba él, observándola con su angelical mirada y su afectuosa sonrisa. Solo ella tenía el privilegio de verlo, ya que sus luceros miraban más allá de lo que los demás podían percibir, aunque sus padres aún no se habían percatado de esto. Con el paso del tiempo, ese privilegio se convirtió en una condena.
El señor y la señora Lewinsky creían que su hija lucía muy adorable conversando con su amigo imaginario... O al menos eso creían cuando Judith tenía cinco años. Fue cuando entró a la secundaria donde todo cambió. La directora de su instituto le sugirió al matrimonio que reserven una cita con un psicólogo, y desde ese momento, la vida color de rosa de Judith se volvió una pesadilla. Y él se volvió el ángel de sus pesadillas. Porque a pesar de que su existencia fue lo que la condenó,el color verde de sus ojos y el miel de los de ella siempre se entendieron muy bien.
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