Prólogo: El Misterio del Príncipe

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P.O.V. Hermione
"...Otro ataque mortifago había sido registrado. Al parecer también fueron al mundo muggle y destrozaron un puente, además de visitar el Callejón Diagon."
El profeta nunca me gustó luego de ese reportaje de la vieja loca el año anterior, sí que sabían poner títulos.
Seguí leyendo hasta que la palabra "Harry" entró en mis oídos.

-¿Harry está contigo?- decía Ginny.

-No, sabría si mi mejor amigo estuviera en mi cuarto - contestó Ron.

-¿Oí una lechuza?- dije.

-No lo haz visto,¿Verdad? Al parecer anda por la casa - Ginny volteó hacia la sala - ¡Harry!

Al bajar rápidamente por las escaleras, lo vi y le di un muy fuerte abrazo.

-¿Cuándo llegaste? - me preguntó el recién llegado.

-Hace unos días, no sabía si debía venir o no.

-Mamá enloqueció la semana pasada - intervino el pelirrojo - dijo que Ginny y yo no debía o volver a Hogwarts. Que era muy peligroso.

-Debe ser una broma - dijo el de la cicatriz.

-Claro que no, hasta mis padres, que son muggles, saben que anda algo mal.

-Pero es Hogwarts, y Dumbledore. ¿Qué puede ser más seguro?

-Se rumorea que Dumbledore ya está... Viejo - dije.

-Pero no está tan viejo, tiene... ¿Cuántos años tiene? - seguía pretextando el pelinegro.

-No lo sé, ¿150? Años más años menos.

Los tres nos reímos algo fuerte.
Volví a coger el periódico y volví a leer:
"Los Malfoy se retiran del juicio"


-¿Cómo es que medio callejón Diagon ha cerrado menos tus hermanos? - dije mientras salíamos de los sortilegios Weasley.

-Fred cree que la gente debe reírse.

Caminamos por todo el callejón hasta llegar a Olivanders.

-Oh, no - dije - todos compraban varitas aquí.

La tienda estaba toda destrozada. Decidimos entrar.

-Chicos, vengan - decía Ron cerca de la ventana -
¿Creen que Draco y su mami no quieren que los sigan?

Entramos a un callejón muy estrecho hecho de piedras antiguas. Nos llevaron hasta una tienda: "Borgin&Burke"
Al entrar los Malfoy, cerraron las puertas y nosotros decidimos subir por los techos.

Pudimos ver que Draco estaba inspeccionando algo como un ropero, la verdad es que no se podía ver casi nada. Una sombra nos cubrió y nos escondimos, era Fenrir Greyback, un mortifago muy buscado. Al subir nuestras cabezas, el mencionado había cerrado la cortina.

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