"Hallazgo Macabro".

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10 de noviembre.


                          Me siento tan bien, que ni cicatrices me han quedado. Las de las muñecas son poco evidentes, y un cirujano plástico, directamente va a borrarlas el mes que viene. Me cuesta creer que no sienta nada por J.R. Ahora, él me incluye en sus actividades, me visita desde que, tuve el accidente automovilístico, que, en realidad fue muy poco: algunas contusiones que no alcancé a ver, y tajos muy raros en las muñecas. Por lo demás, estoy igual que siempre. La piel, me ha mejorado mucho. No así Mercedes, está fea como nunca me la hubiera imaginado. No parece ella.

                             No veo a papá desde el 25 de setiembre. Según él, y sus mensajes, está en el extranjero, y con muchos viajes de un país al otro. Volvería en diciembre. Quizá antes. Me ha dicho que me traerá algunos regalos... le pedí que por favor le traiga algunos a Mercedes y a su futuro bebé.

                        Hoy me sucedió algo extraño. Desconozco las causas por las que Matías se esté aproximando tanto a mí. ¿Será que ninguno de los dos pertenecemos a familias de estirpe?, tal y como asegura Florencia M.O.I. A veces, pienso, que siente algo por mí. Me abraza, hasta me besa la mejilla sin motivos. Siento, su perfume masculino mezclado con sus aromas personales, su barba casi rubia pinchuda sobre mi piel, su cabello lacio hasta sus hombros mejor cuidados que los míos le ofrecen un atractivo especial: no se sabe si es muy guapo o muy desaliñado... es las dos cosas a la vez. Pero no me gusta. Menos hoy, tomó mi rostro con ambas manos, y estaba ya cerca de su rostro, cerca de sus labios, y comencé a sentir un dolor espantoso en la frente... ese dolor, bajaba a la nariz, hasta que "algo" salió de mi nariz. Y cuando vi los ojos bizqueados de Matías, su nariz arrugada por la sorpresa y el puñetazo que dio contra la mesita del colegio, nuestro "banco",  aplastando una especie de arañita metálica que había salido de una de mis fosas nasales. La tomó por una patita, y la examinó con más sorpresa que asco. Mientras él estaba distraído con ese objeto que luchaba por su inerte vida moviendo las patitas de forma insistente, salió otro de mi boca... lo escupí entre arcadas, pero éste nuevo, tenía unas rueditas, como las de los autitos de la luna. Tomé el objeto y lo escondí en uno de mis zapatos. Luego sentí un pinchazo en mi piel, y no volví a verlo más. A Matías, se le extravió el bichito metálico con vida propia... se alejó de mi, y me dio vuelta la cara, ofreciendo el giro repentino de su cabello.

                                                      Morena.

La chica del corazón en trizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora