Confesiones

4.1K 224 24
                                    

Abrí la puerta y me encontré con Nathan apoyado en el marco. No supe descifrar su cara. Estaba como entre cansado y enfadado.

-Nathan, ¿Qué estás haciendo aquí? Ya es muy tarde.

- ¿Te apetece dar un paseo?

Asentí con la cabeza y fui a buscar una chaqueta y el bolso.

- Ya podemos irnos- dije cuando recogí todo.

Caminamos en silencio hasta el parque Bohemia. El viento movía suavemente mi pelo y la luna iluminaba nuestro camino. Él iba mirando al frente muy serio. Yo de vez en cuando le miraba de reojo. El silencio me estaba matando pero no sabía qué decirle. Nos habíamos hecho muy cercanos estos cuatro meses y nunca le había visto así.

- He discutido con Megan.- dijo al fin.

- Oh... ¿Por qué?-dije mirándole. Él seguía mirando al frente.

- Ya no aguantaba más sus caprichos,... su manera de despreciar a los demás...

- Vaya... A lo mejor si lo hablas con ella podéis solucionarlo.

- ¿Hablarlo?...Es que... es que no sé si quiero hacerlo.- Se quedó parado a la luz de una farola.- No sé si la quiero.

Yo lo observaba en silencio. Necesitaba desahogarse se lo veía en la mirada.

- Bueno... tampoco lleváis mucho tiempo juntos...A lo mejor estás confundido...

- ¿Confundido?...No.- levantó la mirada al cielo y continuó.- Empecé a salir con ella para olvidarme de otra chica... pero no puedo.

- Qué pasó con esa otra chica – pregunté yo. Él se giró y por primera vez me miró.

- Ella no quiere tener a nadie a su lado.

- Oh... ¿Se lo has dicho alguna vez?

- ¿El qué?

- Pues...que te gusta.

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

- No... no creo que sea el momento.

- ¿Por qué?

- Porque tiene miedo de hacer daño a los demás.

- ¿Daño?

- Si,... Ella... no está bien. Ella no entiende que puede llegar a ser feliz si tiene esperanza. Hay gente que quiere estar a su lado pase lo que pase pero... no lo entiende.

- Bueno. Tendrá sus motivos como yo... Pero tú tienes que superarlo y seguir adelante. Hay muchas más chicas en el mundo.- dije intentando animarle.

El viento comenzó a soplar de nuevo y me mecía el pelo. Nathan dio un paso hacia mí. Yo me quedé sin respiración. Cada vez que lo tenía cerca se me aceleraba el pulso. Esos ojos azules eran hipnóticos. Estiró una mano, me acarició el pelo y me miró fijamente a los ojos.

- Pero ninguna es como tú Anne.

Se agachó y sus labios se posaron sobre los míos. Fue un beso cálido, dulce, mágico. Mis labios siguieron el movimiento de los suyos. No quería separarme de ellos pero algo en mi interior me hizo reaccionar. Me separé un poco de él.

- Esto... esto no está bien.- dije.

- ¿Por qué?

- Porque tu estas con Megan.

- No, ya no. Lo nuestro hace tiempo que no funciona Anne. Creo que nunca ha funcionado. Cada uno miraba para su lado. Yo solo... quería olvidarte y ella solo quería a alguien con quien estar.

Me agarró por los brazos y sus ojos se posaron en los míos.

- Anne, desde el primer día que te vi supe que eras diferente a todas las chicas que he conocido. Eres amable, cariñosa, honesta,... siempre miras por el bien de los demás. No sabes decir que no... Siento no habértelo dicho antes porque sé la respuesta pero quiero intentarlo contigo.

- Conmigo...

El asintió con la cabeza.

- Pero yo...

- Anne, todo va a salir bien. No pierdas la esperanza. No desperdicies ni un segundo de tu vida. Estate con quien quieras estar. Deja de pensar en tu enfermedad. Disfruta porque eso tiene cura. Ya lo verás.

Se volvió a hacer el silencio. Mis ojos se empañaron de lágrimas. Él tiene la esperanza de que me vaya a curar. Él me quiere.-pensé.

El viento se volvía más frio y empecé a temblar. Al verme Nathan me abrazó y me apretó contra él.

- Vámonos a casa. Vas a coger frío.

Caminamos en silencio hasta llegar a mi casa. Yo no sabía que decir. Mi cabeza no paraba de dar vueltas. Él me había confesado su amor y yo no le había dicho nada. Claro que lo quería. Me encantaría estar a su lado. Para mí, él es el chico perfecto pero si le doy la oportunidad estaría siendo muy egoísta. Solo estaría pensando en mí. Aunque tenga la esperanza de curarme, si luego me muero le haré mucho daño. Es mejor dejarlo ir, que sufra un poco ahora y no después. Tampoco quiero perder esta nueva amistad. Tengo la cabeza hecha un lio.

Me acompañó hasta la puerta de mi casa.

- Bueno... siento haberte molestado y hecho salir tan tarde de casa. – me dijo con una mirada triste.

- No importa.

-Que descanses.

Asentí con la cabeza, él se giró y empezó a caminar por el jardín en dirección a la puerta. Llevaba la cabeza gacha y la mirada perdida. Yo no aguantaba más.

-¡Nathan!- dije cuando ya iba a salir por la verja. Él se dio la vuelta y yo corrí hasta él. Le abracé muy fuerte. Mis ojos se llenaron de lágrimas y por una vez en la vida iba a hacer caso a mi corazón y dejar de pensar tanto.

- Yo...yo también te quiero... Siempre me has gustado pero no quería mostrarlo porque no te quiero hacer daño. Yo... A mí solo me quedan dos meses de vida y no quiero hacer sufrir a los que más me importan. Por eso, siempre intento alejarme. Contigo no lo he conseguido. Pensaba que con Megan estabas bien y me alegraba por ti aunque en realidad me molestaba pero sabía que era lo correcto, pero después de lo que me dijiste antes, ya no sé qué es lo correcto. Si sigo a mi corazón...mi corazón me dice que permanezca a tu lado. Que me deje querer... Quiero estar a tu lado pero mi cabeza me dice que es mejor tenerte lejos. No sé qué hacer. Has destrozado todos mis esquemas...

- Y... que vas a hacer.-dijo él.

Se formó un silencio. Me separé un poco de él y lo miré a los ojos.

- Yo... yo creo que... creo que me por una vez voy a seguir lo que dicta mi corazón. Yo también quiero intentarlo contigo.

No supe realmente lo que pasó. Solo sé que de repente estaba envuelta en los brazos de Nathan y perdiéndome en el beso de sus labios. La luna había sido testigo de nuestras palabras, nuestras confesiones.

Nos separamos a la vez para coger aire. Él me miraba con dulzura y me acarició la mejilla. De nuevo esa sonrisa que los últimos días le había abandonado había vuelto a resurgir.

- Creo que ya es muy tarde.- dije.

- Si tienes razón.- y me volvió a besar. Esta vez el beso fue más intenso pero igual de mágico.

No quería sepárame de él. Estaba muy a gusto entre sus brazos pero la noche era fría y el día había sido largo. Tenía ganas de descansar. Nos separamos y nos despedimos con unos cuantos besos y sonrisas más. Cuando cerré la puerta de casa me sentía llena de energía. No sabía cómo iba a poder dormir. No sabía cómo iba a afrontarlo mañana. Solo espero no arrepentirme de lo que acabo de hacer.




Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora