Un Reino Lejano Llamado Asgard ♦ MarvelAU (BoyxBoy) #1

Tony II

~•~
Buenas, muchachones y muchachonas. (No sé si algún chico lee esto, pero, ¡heey!)

Hoy me siento feliz :) Don't stop yourself for someone who doesn't take care of you, focus on yourself, someone better will come to your life and you might realize about it later ♥. Un beso.
~•~

-¿Cuántas cervezas, Pepper?

-Cuatro ¡Y eran para hace media hora!

Pff... Tonta gruñona. Es mi bar, puedo hacer lo que se me dé la gana.

Los serví y dejé la bandeja en la barra. El salón se quedó en silencio cuando de un momento a otro la puerta de entrada se abrió, y todos los que estaban en la taberna miraron a las personas con las que venían Sif y los Tres Guerreros.

Dos mujeres, aparentemente de la misma edad, una de cabello castaño y una pelirroja se sentaron en una mesa con el resto de los muchachos. También, estaba otro hombre con ellos, un rubio alto con el cuerpo bien formado, tenía pinta de ser también un guerrero, o un escolta, como sonara mejor. Era imposible quitarle los ojos de encima.

Pero, está guapo y se ve... delicioso...

-Pepper... Ve, y atiende a Sif y a sus amigos. Cualquier cosa me dices.

-Está bien, su majestad- bufó.

Mantuve la distancia mientras me hacía un trago para pensar, tal vez, ellos eran los que venían de acompañantes para la Princesa de Midgard. Pero... Era ese rubio el que llamaba mi atención, sonreía de una manera tan natural, era tan agradable a simple vista, que...hizo que me moridera los labios inconscientemente.

No, Tony. No... No puede ser lo que estás pensando... No, no, no, no, no...

Sacudí mi cabeza y cuando me fijé sus ojos azules estaban plasmados en mí. Lo miré seriamente cruzado de brazos, él me sonrió y yo solo levanté una ceja, pero por dentro sonreí. Pepper trajo la orden de todos ellos.

-Tony, son cuatro cervezas, un cóctel y dos escoceses.

-En seguida.

Mientras le daba la espalda a Pepper, se me ocurrió preguntarle algunas cosas.

-¿Quiénes son ellos?- sentía su mirada en mi espalda.

-¿Los que andan con Sif?

Asentí con la cabeza.

-Vienen de Midgard. Estarán hospedados en el palacio. Los muchachos decidieron sacarlos, para que conocieran el reino y terminaron acá.

No dije ni una sola palabra al respecto.

-Acá esta. Llévalos- le entregué una bandeja con todas esas bebidas, tomé un trago de mi vaso y me fui al baño. Me lavé el rostro, y contuve la respiración por poco tiempo. Mi corazón se empezó a acelerar mientras pensaba en ese hombre.

Estoy preguntando mucho por ese hombre ¿Será capaz que...? No, es imposible. Nadie ha podido con el asombroso Anthony Stark.

Salí, fue solo entrar para poder aclarar mi cabeza. Y pues sí, en ese entonces lo creía todo imposible. Nadie había podido enamorar a Anthony Stark. Nadie, pero desde el momento en que lo ví me sentí distinto. Seguí sirviendo los tragos, encargándome del dinero y de la barra. Ellos empezaron a pedir más y más tragos, pero de solo verlo riendo y bromear con los demás desde la barra me hacía sentir, diferente... Era extraño, nunca antes había sentido algo así al ver a alguien reír. Cuando ya todos estaban lo suficientemente borrachos como para empezar a irse, le dejé a Pepper una nota debajo del baúl.

'Que la cuenta de hoy de Sif, sea cortesía de la casa... Cierra cuando se vaya el último cliente, mañana paso temprano a contar el dinero.'

Tomé mi abrigo y salí por la puerta de atrás. Caminé unas cuantas cuadras hasta que sentí que alguien corría detrás de mí.

-¡Oye!- cuando giré mi rostro, era él, el rubio que estaba con Sif.

-Hola- le dije volteando rápidamente mi cara.

-¿Estás bien?- sus mejillas estaban rojas, e intentaba actuar normal pero, ya estaba un poco borracho. De lo que sí estoy seguro es que nadie en el Reino tiene las bebidas mas fuertes, solo yo.

-Sí ¿Por qué lo dices?

-No tienes buena pinta- sonrió -Te vez cansado.

Por favor, no sonrías...

-No te preocupes, estoy bien- le aseguré.

-Me llamo Steven, pero puedes llamarme Steve- me tendió la mano y me miró con ternura.

Sonreí.

-Anthony Stark- respondí estrechando su mano.

-¿Puedo llamarte Tony?

-Claro- sonreí de regreso sin darme cuenta.

Siguió caminando a mi lado, en silencio, supongo que él no quería ser imprudente.

-¿De dónde conoces a Sif?- le pregunté.

-La verdad, la acabo de conocer hace unas horas en el palacio. Acabo de llegar con la Princesa de Midgard. Soy un Caballero de la Armada Real.

-Entonces eres algo así como su escolta.

-Sí, y también soy amigo de su familia.

-Mmm, está bien. Y, ¿cuánto tiempo van a estar en el Reino?- me miró sorprendido -No es que quiera echarte, la verdad me gusta tu compañía, es sólo por saber.

-Hasta que se legalice el compromiso de los Príncipes. Depende de eso.

-Interesante...

Luego de caminar varias cuadras más, Steve se detuvo y por su cara supuse que estaba perdido.

-Lo siento... Yo no sé dónde estoy. No sé dónde está el castillo.

Sonreí.

-El castillo está por allá- lo señalé, estaba al pie de la montaña que teníamos al frente. Sin darme cuenta al girar, él estaba muy cerca de mí, nos miramos fijamente. Sentía su respiración y comencé a ponerme nervioso.

-Debería irme- susurró.

-Cuando quieras algo... Estoy siempre en el bar. Trabajo todos los días.

-Gracias- sonrió.

Dio media vuelta y caminó por un callejón, y yo apresuré el paso hacia mi casa tratando de mantener la calma para mis adentros. Jarvis, estaba en la cocina cuando yo llegué, me ayudó con el abrigo y me tendió un vaso de agua.

-Buenas noches, señor.

-Hola, Jarvis- le sonreí.

-¿Tiene hambre?

-No, no. Por ahora no.

-¿Necesita algo, señor?

-No, gracias. Tranquilo, puedes ir a descansar.

-Hasta mañana, señor. Buenas noches.

-Buenas noches, Jarvis. Gracias por todo.

Fui a mi habitación me acosté de golpe en la cama. Cerré los ojos y la primera imagen que se me vino fue...

Su sonrisa y su cuerpo cerca del mío.

¡Maldita sea! ¿Qué me pasa? No, no, no. ¡Dije que no! No puede ser verdad... Yo no puedo haberme enamorado así, como si nada, a primera vista.

Una parte de mí, estaba paralizada, no sabía que hacer. La otra parte de mí... estaba contenta y esperanzada, tanto que pensé que ahora nada me podía derrotar, no hasta poder saber si él también se podía sentir igual al respecto.