Tony XV

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—Steve... Quiero una tarta de melocotón.

—Pero, cielo, estamos en medio del bosque ¿dónde lo voy a conseguir?

Me crucé de brazos mientras Steve reía y me acariciaba el estómago.

—Te prometo que apenas lleguemos te buscaré la mejor tarta de melocotón en la mejor tienda de Midgard, ¿te parece?

Sonreí.

—Te amo...— dije mientras él se agachaba y me dejaba un beso en la barriga.

—¿Quién es un bebé hermoso?— rió —Tú lo eres, sí, tu lo eres...

—Steve— reí —no hagas eso. Me das un poco de miedo.

—Pero es que es el bebé más hermoso del mundo— me acarició el rostro y me miró a los ojos —Tan hermoso como su padre.

—Yo sé que soy hermoso, lo sé— reí.

Steve no aguantó la risa y echó la cabeza para atrás. Jarvis estaba cruzado de brazos y tenía una ligera sonrisa en el rostro.

—Jarvis, ¿qué pasa?

—Señor— sonrió —Me atrevería a decir que es la primera vez, en toda la vida, que lo veo tan feliz. Señor Rogers, debe saber que ha entrado a un campo de batalla, lo mejor de todo es que ustedes serán felices y yo estaré para ayudarlos...

Steve sonrió y yo, bueno, yo también, me limpié una lágrima de la mejilla.

—Jarvis, nunca te oí hablar así.

—Es que nunca aparecía el momento indicado, señor— sonrió.

—Gracias...— susurró Steve.

Jarvis asintió con la cabeza y empezó a mirar hacia afuera, a ver los pinos del bosque.

Dios, ¿cómo le voy a pagar a este hombre todo lo que ha hecho por mí y por mi familia. Y cuándo mi padre vivía, también era tan servicial... Es el mejor, sin duda.

Sonreí.

Luego de una media hora, llegamos al Reino de Midgard, el paisaje no era tan diferente al de Asgard, sin embargo aquí hacía un poco más de calor ya que estábamos más cerca de la costa. Al llegar a nuestra casa me bajé del carruaje y entré, me estiré los brazos y Steve ayudó a Jarvis con el equipaje.

—Señor, todo está ordenado y listo para su uso.

—Gracias, Jarvis. Puedes irte a descansar.

Él se fue y Steve me cargó en brazos, dejándome recostado en el sofá de la sala.

—Te amo...— susurró.

—Y yo a ti, mi Steve.

Él rió.

—Es la primera vez que me dices eso... ¿Estás seguro que el embarazo no te afecta un poco el cerebro?

Sonreí.

—¿Por qué? ¿Acaso me he vuelto más cursi e insoportable con el bebé?

—Mmm, algo así— sonrió —Pero me hace darme cuenta de la maravilla de hombre del que me enamoré.

—Y con el que pasarás el resto de tu vida.

—Hasta que la muerte nos separe...— se acercó a mí y me besó profundamente en los labios, sin ni siquiera poder responderle, me aprisionó contra los cojines y empezó a adentrar su lengua en mi boca, le di permiso y empezamos a devorarnos el uno al otro.

Su boca sabe a miel... La miel viene de las abejas, las abejas sacan el néctar de la flor, las rosas son blancas, rojas... Rojas, como una cereza... Cereza... La cereza viene de un árbol... Muchos árboles hacen un bosque... Bosque... El viaje de ahora... El antojo... ¡Durazno!

—Steve... Mi tarta... Durazno...

Él rió.

—Creí que se te había olvidado.

—¿Con este antojo? Para nada...— reí.

—Está bien— se levantó y se arregló la camisa —Voy y regreso.

—Más te vale...— me levanté y le besé en los labios.

Él rió, tomó su abrigo y salió. Yo me recosté en el sofá y cerré los ojos, sin darme cuenta me había quedado dormido.

—Jarvis... ¿Steve no ha llegado?

—No señor, todavía no.

—¿Cuánto tiempo me dormí?

—Como unos diez minutos, señor.

Bien, no ha pasado tanto tiempo...

—Jarvis... ¿Podrías ayudarme a subir las escaleras? Me recostaré un rato.

—Con gusto, señor.

Caminé hasta el comienzo de las escaleras, Jarvis me tomó del brazo y subí las escaleras poco a poco. Cuando llegué arriba, Jarvis abrió la puerta de mi recámara y me hizo el favor de acomodarme en la cama.

—Gracias, Jarvis... Cualquier cosa yo te llamo.

—Está bien, señor.

Salió entrecerrando un poco la puerta a sus espaldas.

Me acomodé de lado y me sobé la barriga.

Debes ser tan hermoso como tu padre...

Sonreí.

Si eres una nena, desearía que fueras tan hermosa como lo era mi madre. Si eres un nene, desearía que tuvieras tanto rasgos de Steve, como míos. ¿Es eso posible? Digo, tener mitad y mitad de ambos padres. Siento que por algún motivo, nos volverás locos a papi y a mí. Siento que serás completamente hiperactivo, un poco bromista, siempre viéndole el lado gracioso a todo.

En ese momento, el bebé me pateó un poco, me sorprendí, ya que me dolía un poco. Pero no se comparaba con la alegría que tenía.

—Hola...— susurré —Hola bebé, ¿sabes algo? Eres la persona que más me ha hecho feliz en el mundo, sin contar a tu papá. Dios, espero puedas oírme, así puedo decirte lo mucho que te amo...

Volví a sentir una patada que venía desde adentro de mí. Una lágrima salió, estaba feliz, mi bebé me había escuchado.

—Oh, Dios... Puedes oírme— sonreí —Entonces, debes oír también cada vez que tu papi te dice que nos ama— reí.

—¿Tony? Amor, ¿estás bien?— Steve estaba parado en la puerta, se notaba un poco preocupado. Y quién no lo estaría al ver a tu pareja hablando solo.

—Steve— levanté la mirada y él se me acercó, me limpié las lágrimas que tenía en el rostro y él me acarició la mejilla —Steve... él bebé me respondió.

Él trató de sonreír, pero lo único que logró fue taparse la boca con las manos.

—Estaba hablando con nuestro hijo... Y me pateó. Steve, me pateó.

Él acercó su oído a mi barriga me colocó las manos en la espalda y prestó atención. A los pocos segundos, el bebé pateó otra vez y Steve levantó su mirada y sus ojos estaban llorosos.

—Nuestro hijo...— susurró y yo sonreí.


~•~
*suspira tristemente* Oh, el amor...

~•~

Un Reino Lejano Llamado Asgard ♦ MarvelAU (BoyxBoy) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora