Manipulación

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Un golpe resuena en la puerta principal y ambos abrimos los ojos asustados. Me tranquilizo cuando recuerdo que mi papá llega más tarde y tiene llaves, no tendría por qué tocar en su propia casa. No hay de qué preocuparse.

—No pasa nada, no voy a atender.

Le digo a Esteban que ahora que volvió a la realidad y está tirándose para atrás. Lo tomo de las mejillas y quiero retomar el beso, pero esta vez él está frío y distante. Se sienta en la cama y me deja acostada, con las manos en el aire.

—¿Qué pasa si llega tu papá?

—Llega más tarde.

—Esto está mal, Cora.

—No tenemos que hacerlo todo, podemos hacer partes.

No entiende ni jota de lo que le estoy diciendo. Revoleo los ojos frustrada, quiero menos charla y más acción. Me tumbo sobre él, sin remera y en falda, mientras él sigue con los pantalones abajo pero intentando subírselos. Maldigo a quienquiera que sea el que tocó la maldita puerta, estoy muy ocupada intentando demorar el decirle a Esteban que le metí los cuernos.

Y sí, lo admito, lo hice.

Lo tomo por los hombros y no le dejo otra alternativa, tiene que besarme, parezco una ninfómana en este momento, a punto de violar a su novio. Estoy irreconocible.

Escucho un sonido en el patio, el cual ignoro, obviamente, pero lo que no puedo ignorar es a Andy que está entrando a mi habitación por la puerta/ventana que da al balcón y con mi cartera en su hombro. Me separo de Esteban instantáneamente para cubrir mi torso desnudo mientras veo a Andy concentrado, sacudiéndose hojas del pelo y agachándose para pasar por la puerta sin golpearse la cabeza. Se sacude la remera y levanta la vista para encontrarse con toda la escena.

—¡¿Qué hacés?!

Le pregunto en un chillido. No quiero enojarme con él y que lo mande todo al demonio, pero el miedo me gana. Primero me examina a mí y después a mi novio que se está abrochando el pantalón. Comienza a estallar en esas risas graves que inundan la habitación mientras mi novio me mira paralizado. Sé que me está preguntando con la mirada: "¿Qué hace este acá?", pero no puedo responderle porque no sé la respuesta.

—No lo puedo creer. —Andy sigue riéndose y se acerca a mi novio para estrecharle la mano. —Hola, soy Andy.

Esteban, que no entiende nada, pobre, extiende la mano y se la estrecha. Escanea intensamente a Andy y sé que hay miles de preguntas en su cabeza, las cuales no sé cómo voy a esquivar más tarde. Ahora decirle la verdad se volvió un poco más complicado.

—¡Andy!

Lo reto.

—Hola, Cora.

Responde con una sonrisa.

—Te busqué por todos lados, vine a tu casa y no estabas, entonces subí por el balcón, espero que no te moleste.—Se palmea el chaleco desinteresado y cuando ubica lo que está buscando se prende un cigarrillo en mi habitación, el canalla. —Di una vuelta más y vi el auto afuera y supe que había alguien. No tenés que hacer eso, no desaparezcas, no quiero ser el malo de la película... igual, ahora entiendo por qué tenías tanto apuro.

—¡Lo sos! ¡No podés irrumpir en mi casa como si nada! ¡¿No ves que estoy ocupada?! ¡Apagá el cigarrillo!

Me pongo la remera indignada y ya no me importa Esteban, me importa más sacarle los ojos a Andy por su poca consideración y su allanamiento de morada.

—Te dije que me avisaras si te estaba molestando.

Esteban se para de la cama y se arma como siempre que quiere causar miedo, no dudo ni un segundo que si se comienzan a pelear, Andy va a salir mal parado.

VirgenWhere stories live. Discover now