Afecto

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Andy se saca la remera y la pasa por mi espalda, la cual está manchada al igual que mi malla.

—Soy un asco.

Le digo considerando si me tengo que poner el vestido o no.

—Nunca estuviste más linda que con mi leche encima.

Arrugo la nariz. Cuando creo que ya escuché todas las palabras desagradables para referirse a cosas desagradables, me vuelve a sorprender.

—Gracias.

Me paro y sacudo las fibras de pasto de mis rodillas.

—¿Querés bañarte?

—Muero por un baño en este momento.

—Ahí tenés uno gratis y natural.

Señala su costado cuando termina de prenderse el pantalón.

—Me da miedo el agua y más de noche. Está fría.

—Yo te llevo.

Saltando en el lugar, me para de una sola vez tirando de su muñeca y toma su remera a la pasada. Con las zancadas que da con sus largas y flacas piernas baja la lomada a toda velocidad. Corro para alcanzarlo mientras me tropiezo. Este es el perfecto reflejo de nuestra relación, él tirando para llevarme a todos lados y yo intentando alcanzarlo con mis limitaciones.

—Me da miedo, Andy.

—Te tenés que lavar, ¿o no? No sos una chica sucia.

Cuando llegamos a la orilla, me quejo porque las piedras lastiman mis pies. Él gira para verme y sin dudar un segundo, me alza con facilidad sobre sus brazos. Me quita el vestido de las manos y lo deja con su remera en el suelo. Me agarro de su cuello y veo con el contraste de la luna, su nariz definida y sus ojos que nunca parecen titubear. Camina por el agua con los pantalones puestos, mientras abrazo su cuello y cierro los ojos, me pone nerviosa que esté tan oscura el agua.

—No es tan terrible.

Acomoda mis piernas que presionan su cadera y se deja caer de costado hundiéndonos a los dos por completo.

Cuando salimos del agua estoy a punto de gritarle, me tiene que avisar esas cosas antes de hacerlas. Cuando abro la boca escupe agua en mi cara. Genial, no solo me tira bocanadas de humo y me acaba en la espalda, sino que ahora también me escupe agua de laguna con algas.

—Sabés que no te voy a soltar, no tenés que tener tanto miedo.

La sinceridad de sus palabras me enternecen y bajo la guardia, cosa que no puedo hacer nunca con Andy. Me sujeta de la cadera y me vuelve a revolear por el aire y en el trayecto rasguño su hombro, pero no soy capaz de aferrarme de él.

Antes de volver a salir ya está conmigo sujetándome desde mi espalda.

—Te odio.

Le digo con la voz cargada de estrés y él ríe tan fuerte que su voz recorre todas las orillas.

—Eso fue por no dejarme cogerte.

—Sos cruel.

—Mucho.

Me besa detrás de la oreja y me abraza de atrás. Su gesto es tan inconsciente y espontáneo que me sorprende. Andy nunca me toca de esa forma, es más, nunca me toca sin primero exigir que yo lo haga. Me giro para flotar frente suyo sosteniéndome de su cuello y lo miro buscando explicaciones.

—¿Qué pasa?

—Nada...

¿Le digo? ¿Se lo planteo? No, estoy haciendo una tormenta en un vaso de agua. Recuesto mi cabeza contra su pecho y pienso en cómo será Andy con otras chicas ¿Será siempre demandante? Espero que no, no entiendo por qué, pero solo quiero que sea así conmigo, aunque sea tedioso.

Me toma de la barbilla y levanta mi cabeza, mirándome con ojos alunados y redondos, casi como un cachorro. Es lindo como caen las gotas de agua desde su mechón de pelo, el más largo de su corte irregular.

Se acerca hacia mí, pero está inseguro, hay algo en su gesto que me transmite preocupación ¿Tendré algo en la cara?

Cuando menos lo espero está besándome, él a mí, esto no es un sueño, esto es real, Andy me está besando sin pedirlo. Deja de flotar y se para sobre sus pies, emergemos un poco del agua y vuelve a colocar mis piernas alrededor de su cintura. Me encanta que sea alto, más alto que yo.

No es voraz, está cargado de ternura, su lengua rodea suavemente la mía y su mano recorre lentamente mi mejilla como quien intenta acariciar una burbuja de jabón. Con su mano libre sigue sujetándome de la espalda y cierro con más fuerza los ojos. Me gustaría vivir en la laguna y por más que me dé miedo el agua, me quiero quedar mucho más tiempo dentro.

Acaricia la mandíbula con el pulgar y me da miedo este nuevo Andy tierno. ¿Está esperando que vuelva a bajar la guardia para hacerme otra maldad? Me besa levemente, atrapa mi labio inferior con el suyo y cuando creo que va a parar, se abalanza una vez más. Siento algo nuevo, no es plena excitación, es algo blando y maleable, algo que tengo entre mis manos, late, brilla y está vivo.

—Eso fue solo por tu cumpleaños.

Se separa de mí y me da otro vistazo cargado de emociones raras antes de mirar a la costa. Camina por el agua mientras ajusta sus manos en mi espalda, listo para sostener el peso de mi cuerpo, cuando salgamos de la laguna y evitando mirarme, cuando yo no puedo despegar la vista de su cara. Estoy anonadada.

—Vamos a secarnos y a dormir.

Me besa la frente y evita mis ojos que están desorbitados.

En la costa toma la ropa seca que dejamos a la orilla y se saca sus pantalones empapados, toma mi mano y caminamos por el borde hasta la fogata que es casi inexistente.

Teo duerme boca arriba desparramado como un borracho a la salida de un bar, Jimena está a su lado acaparando toda una manta y veo dentro del auto a Ian durmiendo en el asiento de atrás, estoy segura de que Berni está con él por más que no pueda verla.

Hacen linda pareja Ian y Berni, algo que nunca pensé que diría. Nunca creí que iba a poner las palabras "Berni" y "Pareja" juntas, ya que ella nunca fue chica que demostrase anhelos de sentar cabeza, por su actitud. Pero creo que Ian con su cara de piedra y amor por odiar a la sociedad en general puede hacerle buena compañía. Me los imagino caminando en la calle a dos metros de distancia mientras ambos miran mal a la gente de su alrededor y se dirigen la palabra para decir algún comentario desagradable de algún peatón que eligieron como víctima. Ambos son sombríos y reservados, Ian tiene esas cejas castañas que parecen estar siempre fruncidas como si el enojo fuera su estado natural y Berni posee esos ojos gatunos que pueden congelar a cualquiera e incluso convertirlo en piedra, cuál medusa... Extraña pareja, pero interesante.

Andy deja la ropa a un costado y se acuesta conmigo tapándonos a ambos con una de las mantas. Rodea mi cintura con su brazo abrazándome contra su cuerpo y hunde su cara en mi pelo, mientras sigo fantaseando que nuestros amigos pueden tener algún futuro, solo para engañarme y decirme a mí misma que de ese modo puedo seguir siendo "amiga" de Andy para siempre.

VirgenWhere stories live. Discover now