4.- Psicofonía de auxilio

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Susy rebosó de alegría cuando, en el interior del supermercado, Víctor la llevó hasta la sección de libros. Los ojos de la niña brillaban con ilusión al encontrarse frente a tantas obras diferentes. Algunos tenían portadas llamativas y colores vivos; otros, portadas oscuras y tenebrosas. Los había grandes y anchos, como también pequeños y delgados. Una porción del cielo.

—Como te has portado muy bien, te compraré el que quieras —dijo Víctor mientras se arrodillaba a su lado, encantado por la expresión eufórica que brotaba de su hermanita ante la noticia.

—¡Quiero todos! —respondió Susy con ambas manos en la boca en un intento por controlar su emoción.

—No puedo pagarlos todos —aclaró Víctor. Estaba conmovido por ella—. Algún día te haré una biblioteca, pero por ahora solo elige uno.

—Entonces tú sorpréndeme. Toma uno que me guste mucho —pidió a su hermano con voz demandante y juguetona.

Víctor emitió una fuerte carcajada antes de acariciar la cabeza de la pequeña y levantarse para elegir algunos libros. Luego de pasear sus ojos entre las opciones, escogió uno que en su portada tenía la imagen de una niña rubia que llevaba puesto un vestido azul con detalles blancos; un conejo reposaba a su lado. Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas era un libro que le fascinaría a Susy. El muchacho podía asegurarlo.

Luego de entregarle el libro a la niña, Víctor regresó la vista al estante. No estaba seguro de cuál debía comprar para él. Tomó entre sus manos El retrato de Dorian Gray, pero luego de mirarlo con anhelo, lo devolvió. Era una mejor versión que la que él tenía, sin embargo, pensó que era mejor tomar uno que no hubiese leído, así que se llevó Entrevista con el vampiro. Una tarde tranquila de lectura y café junto a Susy. Añoraba eso.

Los libros eran los últimos artículos por incluir en el carro de compras. Por fin, podía acercarse a la tan anhelada caja nueve. Al llegar y formarse para pagar, Víctor pudo verla ahí, igual de hermosa que siempre: Jess. Solo pensar en su nombre le hacía vibrar el corazón.

La joven llevaba puesto el uniforme morado que hacía resaltar sus ojos color miel, y su cabello negro y corto era una decoración para su rostro. Simplemente era perfecta. Un suspiro emergió de la boca de Víctor. Se había vuelto incapaz de apartar la vista de Jess y, por cursi que sonara como para admitirlo, solo ella conseguía hacerlo ver corazones.

Cuando llegó el turno de los hermanos, Víctor sintió una corriente fría que le recorría la espalda. Debía esconder eso, mentalizarse en actuar natural y no demostrar el nudo en el estómago ni las mariposas. Se aclaró la garganta, preparado para actuar.

Jess saludó a los hermanos con dulzura. En cuanto la chica puso su atención en Víctor, él engrosó la voz y adoptó una pose relajada y ligeramente coqueta. Susy rodó los ojos. Víctor se portaba raro siempre que la veía. Sin prestarle más atención, se acercó al niño que acomodaba los objetos que compraron dentro de una bolsa de plástico. Susy notó que olía diferente a otras veces, sin embargo, no supo identificar en qué había cambiado.

Los ojos azules del niño se posaron en los de Susy, quien de inmediato le dedicó una gran sonrisa que él imitó. Ella logró darse cuenta de que intentaba ser sincero y, aun así, la sonrisa había parecido falsa. Comprendía que estuviera triste por su horrible situación; vivía encerrado en un asilo infantil, sin padres y ni más amigos que sus dos hermanos menores, Víctor, Hans, Jess y ella misma.

En silencio y como muestra de afecto, Susy acarició el hombro del niño. Al hacerlo, la esencia que despedía Greyson la embriagó y la hizo sentir una energía electrizante.

—Eres muy fuerte, Greyson —dijo, asombrada, y luego deslizó su mano hasta el rostro del niño.

—Gracias, nena —respondió él con una sonrisa.

Papi, estoy de regreso [S.O. #1] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora