Capítulo II: El estruendo

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Desde esa gran terraza podía escucharse el eco de la suave música bailable que se interpretaba dentro del gran salón, a base de arpas y violines. La noche estaba despejada y en aquella altura, corría a ratos una fría brisa.

El hombre se sentó a su lado y la miró con el semblante serio y preocupado, a la vez había algo en él que a Lothíriel le pareció como un pequeño atisbo de ¿reprimenda? Por lo que no logró disimular, después de su cuasi infarto, un claro rostro de interrogación por su parte.

—No es nada grave, sólo me rasguñé —comentó la mujer, aún tratando de comprender por qué él estaba allí. Continuó apretando la servilleta con fuerza y retiró el brazo cuando Éomer intentó acercar una de sus manos para tomar la suya y observar el corte.

Aun así, el hombre la alcanzó, la sujetó con delicadeza y la miró a los ojos como pidiéndole permiso. Pensó que la princesa tenía unos enormes ojos grises y vislumbró que había algo de temor en ellos.

—Discúlpeme, creo que la asusté. Pero se tropezó allá adentro, lo que le provocó un corte. No se supone que alguien deba salir herido en una fiesta como ésta —pronunció el rey alzando las cejas con relajo.

Excelente, primero se había caído y con ello avergonzado a su padre, después descubrió que se había lastimado, y ahora un rey de un país vecino, que recién había conocido, se acercaba a ver cómo estaba. Vergüenza no alcanzaba para describir lo que Lothíriel sentía en ese momento.

—Disculpe mi atrevimiento al preguntar, mas no acierto a entender el motivo que lo ha impulsado a abandonar la fiesta —indagó la princesa sumida en la duda y el bochorno.

—Bien, su padre y hermanos se veían preocupados y se preguntaban cómo estaría. Y la verdad es que también me preocupé y además quería salir un rato. Así que me ofrecí a venir a verla, porque supusieron que tal vez se iba a escabullir si los veía acercarse —dijo estas últimas palabras con un tono de diversión.

Definitivamente aquello era aturdidor, su familia insinuó sus debilidades ante una persona que no sólo acababa de conocer, sino que además era un dignatario. Sintió un poco de enojo hacia los suyos.

Éomer apartó con cuidado la servilleta y la sostuvo con sus manos mientras advertía que en verdad no se trataba de algo grave, pero a pesar de ello continuaba saliendo un delgado hilo de sangre.

—Por favor, no tiene que hacer esto —pronunció Lothíriel, seria.

El rohir había roto, con sus grandes y callosas manos, parte del borde de la servilleta que se encontraba limpia en una tira, a modo de venda. La joven con su mano izquierda, le tendió la palma como signo de petición para que le entregase el improvisado vendaje, y el nuevo rey de Rohan accedió a pasárselo, un poco confundido por su comportamiento.

La princesa envolvió la tela alrededor de su mano, sujetando con el pulgar de su derecha el comienzo de la tela y dándole vueltas con su izquierda. Al terminar de hacerlo se percató de que no podría anudarla con una sola mano. Entonces Éomer la miró divertido con la comisura de sus labios hacia arriba.

—Algunas veces necesitamos ayuda, aunque nosotros queramos hacer todo el trabajo —enunció el hombre con su acento extranjero, mientras anudaba la tela que la mujer había envuelto.

—Gracias, mi señor —contestó Lothíriel quitándole de las manos con preocupación, y con un gesto suave, el resto de la tela que estaba salpicada con pequeños rastros de sangre—. Y discúlpeme usted a mí. No es justo que en una celebración como ésta alguien sostenga una tela con sangre ajena —agregó la joven.

Al escucharla, Éomer pensó que aquélla era una inocente y bella criatura incapaz de imaginar la cantidad de sangre que podía llegar a verterse luchando en una guerra, y eso no era lo más fuerte. Muchas veces vio como algunos de sus jinetes junto con otros soldados eran aplastados, o miembros de sus cuerpos eran arrancados. Volvió a sentirse por un segundo, como cuando había despertado. Y se dio cuenta de que Lothíriel, un ser que parecía tan lejano a ese escenario que rememoraba, lo miraba una vez más con curiosidad.

El agua es como el aire (ESDLA Longfic)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora