Capítulo XV: Gratitud

444 45 8
                                    


Éomer creía que nunca dejaría de sonreír, no podía. Si bien otros actores lo habían impulsado a apurar las cosas, le parecía que todo en ese presente era perfecto.

―Bien...―comenzó a decir Lothíriel, también con una sonrisa inamovible y algo nerviosa―, supongo que ahora o mañana, o cuando quieras puedes...

―Sí, por supuesto ―respondió no dejándola terminar―. Sé que Imrahil no está ahora mismo, ha salido con uno de mis consejeros a ver el estado de unos caminos que facilitaran la llegada de la ayuda de Gondor, quizá llegue después del atardecer. Creo que esperaré a mañana, cuando ya se desocupe por la tarde.

―Házmelo saber... me gustaría estar ahí afuera, no escuchando por cierto, sólo que quisiera hablar con mi padre del asunto. No es nada que no debas saber ―aclaró con apuro―, quiero ver cómo reacciona, cómo se lo toma.

―Lothíriel, no debes temer...

―Lo sé, creo que es sólo la ansiedad ―comunicó no dejando terminar al rey. Tomó al cachorro en los brazos junto al cuenco y la botella de leche.

―Creo que ahora debería ir a mi habitación e idearle un lecho a esta pequeña criatura ¡Oh míralo, si está exhausto!

―Aún sigo preguntándome, porqué has tenido tanta compasión con semejante criatura ―opinó el rohir con algo de duda.

―No pude resistirme, una pequeña me encargó esta misión y espero nunca tener que romper una promesa hecha a un niño.

―A pesar de no dominar nuestro idioma, ya has hecho una promesa a uno de nuestros habitantes. Es definitivo, nunca dejas de sorprender... ―Se dispusieron a retirarse. Y tras dar un par de pasos a su lado, dobló hacia otro pasillo, no sin antes hacer una reverencia y besarle la mano que llevaba desocupada―. Que descanses, nos veremos mañana, querida mía.

°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

Cuando la muchacha llegó a su cuarto, aun tratando de creerse todo lo que acababa de vivir hacia un par de minutos. Vio a una sirvienta, robusta y de una edad que rondaba los treinta y cinco años. El personal delegado a las habitaciones de los invitados hablaba la lengua común, para poder por lo menos, establecer una comunicación básica y efectiva.

―Mi señora ―saludó, dejando doblada la ropa recién lavada que había usado la princesa durante los últimos días.

A Lothíriel creyó que la apariencia de la sirvienta era más dura de lo que transmitía al hablar, donde su presencia se tornaba cálida.

―Muchas gracias por traer mis prendas. ¿Cuál es tu nombre?

―Dernhild, mi señora.

―¿Puedo pedirte algo Dernhild?

―Por supuesto mi señora, esa es mi función, estoy acá para ayudarle en lo que necesite.

―¿Me ayudarías a idearle un lecho a este gatito? Bueno, necesito buscarle un hogar.

La mujer, algo atónita en un principio al percatarse del felino, le comentó que no tenía problemas con quedarse con él, pero estaba aún muy pequeño para llevárselo, era posible que entonces pudiese pasarle algo en su hogar, ya que tenía otros animales más grandes y guardianes. La gondoriana le respondió que ella podía quedarse con él hasta que regresara a Gondor en lo que estimaba, unas dos semanas más. Así habiendo ubicado al animal en una pequeña caja de madera junto a su depósito de arena, se dispuso a dormir, pensado que el porvenir nunca le había resultado tan excitante.

°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

Al empezar el día, Éomer continuó con sus obligaciones. Llevaba menos de un año siendo rey, pero ya estaba un tanto agotado. Mas al recordar, de tanto en tanto, entre reuniones y paseos la afirmativa de Lothíriel, se sentía reconfortado. Se dio cuenta de que nunca había deseado tanto algo en la vida como la compañía de la joven de Dol Amroth, tanto así que experimentaba lapsos de distracción que lo hacían ver algo ido. En más de una ocasión Elfhelm tuvo que preguntarle qué le pasaba, o volver a repetirle algo que le habían dicho.

El agua es como el aire (ESDLA Longfic)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora