O C H O

1.1K 62 20
                                    

A Gema se le cortó la respiración al sentirlo tan cerca y, al oír las palabras que salieron de esos carnosos labios, no pudo resistir el removerse.

–No me gusta ser la que rompe relaciones –dijo con pesar apartando sus manos.

–Aquí no hay nada que romper –aclaró Nickolas– y, supongo, qué en tu relación tampoco lo hay. Por eso ambos necesitamos esto.

–¿Se le olvida la edad?

–Aún con cincuenta años más, tu seguirás siendo una mujer y yo un hombre –con sensualidad, volvió a dejar la mano sobre el muslo de la morena– ee que eres lo suficientemente grande para saber que es bueno y malo –susurró depositando un lento beso sobre la piel sensible de su cuello, subió la mano entre sus muslos y, al llegar a su intimidad totalmente expuesta, rozó su dedo pulgar con los labios vaginales, mientras mordía lentamente la piel de su cuello –No haré nada sin que me lo pidas, no te obligaré jamás.

Deseoso de seguir saboreando, se alejó totalmente y dejó ambas manos sobre cada rodilla de Gema. Se inclinó rozando sus labios, tentando a la chica con la mirada fija en sus ojos.

–Dilo.

–Por favor, Nickolas... –ambos se miraron. Ella, quemando por dentro. Él, deseando quemarse –ya hazlo, hazlo –susurró con urgencia y se dejó llevar en cuanto Nickolas separó sus piernas e introdujo en su vagina, más que lubricada, el dedo índice y el del medio. Los giró en su interior, resbaloso y caliente, y los separó golpeteando sus paredes. Gema mordió su labio y el pelirrojo al ver su acción, se apresuró a tirar del liberándolo del agarre. Entonces, ambos sin necesidad de seguir hablando se devoraron la boca. Gema no pudo soportar más así que dejó que los gemidos escaparán de sus labios directos a los de Nickolas, los cuales esperaban ansiosos recibirlos.

Cuando la erección en sus vaqueros se hizo más que notoria, Nickolas sacó los dedos del interior de Gema y la atrajo hacía él con un cálculo tan preciso, que Gema se dio de lleno con el bulto palpitante en sus pantalones, a lo que soltó un chillido de sorpresa por el tamaño más que sorprendente.

–¿Virgen? –divertida, Gema negó.

–Aunque con lo tuyo, podría decirse que si.

Nickolas soltó una risita con la autoestima por las nubes. Siempre se había enorgullecido del tamaño de su miembro, pero tratándose de Gema, prefería tener algo más pequeño para no lastimarle. Parpadeó al ver que la morena se desabrochaba la camisa dejando a la vista unos senos del tamaño perfecto y una cintura pequeña, pero no delgada como las que se había acostumbrado a ver. Relamió sus labios buscando la palabra que definiera a la perfección la hermosura que tenía frente a él dispuesta a recibir placer.

Belle... Belle Petite.

Gema sonrió al oírlo sabedora del significado de tan bella palabra.

–Pequeña y hermosa, eso eres –repitió el pelirrojo en un perfecto castellano– será mejor que preparemos tu vagina.

A Gema se le tiñeron las mejillas de un rosa suave, ese hombre estaba hablando como si nada sobre penetrarla y le causaba cierta vergüenza estar tan consciente de lo que hacía. Obediente, se levantó. Nickolas colocó ambas manos en su cintura y la hizo girar quedando de frente contra la encimera, al entender lo que quería hacer, se inclinó echando su trasero hacía atrás, encorvando su espalda.

–Quiero hacer esto desde que te conocí –confesó Nickolas llevando ambas manos a los senos de la morena, las bajó recorriendo su estómago y luego las llevó a su espalda deteniéndose en un trasero abundante –Belle.

Con sus rodillas separó las piernas de Gema para facilitar el acceso. Se bajó el vaquero y el bóxer dejando a la vista su miembro totalmente erecto, el cual llevó hasta la húmeda vagina para rozar su glande contra los labios de esta. Gema vibró en respuesta. Ansiosa, empujó el trasero hacía atrás buscando su placer, pero Nickolas quería que recordara cada segundo así que, torturándola, pellizco sus pezones mientras movía las caderas, frotando su miembro contra sus mojados labios vaginales marcando un ritmo enloquecedor. Cuando los pezones de Gema estuvieron excitados, y por ende erectos, les dio un leve golpecito y sin demorar más, posicionó ambas manos a cada lado de la cintura de la pelinegra y la penetró arrancándole un profundo gemido seguido de varios suspiros.

Salía y entraba, una y otra vez. Con fuerza se arremetía contra ella, susurrando palabras calientes en francés que, por suerte, Gema entendía a la perfección y por primera vez agradecía haber puesto atención en la materia. Cuando Gema le pillo el ritmo a las embestidas de Nickolas, levantó el trasero y se hundió contra el miembro palpitante y caliente de su profesor. No quería pensar en las consecuencias, no quería pensar en nada que no fuera sentir el cuerpo de ese guaperas uniéndose al suyo.

Nickolas disfrutaba de poseerla, de jugar con su clítoris frotando un dedo contra esta y luego, darle leves toquecitos. Ambos estaban tan insertados en su lucha de gemidos que pronto el orgasmo se vio venir. Nickolas no quería acabar aun, pero a regañadientes le dio a Gema una última estocada caballerosa logrando que se corriera contra él. Se apartó de la morena frustrado y comenzó a masturbarse hasta liberar el líquido pre-seminal y luego de pensar en cómo el trasero de Gema se golpeaba contra su pelvis, se corrió manchando su mano bajo la atenta mirada de la pelinegra quien, aun en las nubes, jugaba con sus pezones rozándolos con la yema de su dedo. Entre miradas, Gema se puso la camisa escondiendo nuevamente su cuerpo desnudo, sudoroso y agotado.

–¿Puedo darme una ducha, profesor Greyson? –sonrió al ver como este reía con sutileza, estiro los brazos y la atrajo contra él, quitándole el cabello de la cara.

–Estoy tentado a entrar contigo, pero no saldríamos de allí –al darse cuenta de que ansiaba probar los labios de la chica otra vez, la aparto con delicadeza– El baño está en la habitación.

–Vale –Gema asintió y bajo la mirada a su miembro –tú primero.

Nickolas asintió de acuerdo y se apresuró a darse una ducha. Cuando Gema quedó sola buscó su móvil con dificultad, pues las piernas le temblaban y su entrepierna le recordaba que la había pasado genial. Sobre la encimera descansaba un hermoso celular. Lo tomó y se marcó a ella misma para poder encontrarlo, pero arrojó a buzón. Rebuscó por todos lados y al final se arrodilló quedando totalmente reclinada sobre la alfombra, gateó por la orilla del sofá iluminando con la linterna del móvil para poder ver debajo.

–Que buena vista –de la sorpresa, Gema cayó apoyando la espalda contra la dureza del sofá.

–Me has quitado el alma –resopló aliviando el pecho y pronto se levantó con las piernas aún algo temblorosas.

–Mmmm mira como tiemblas –Nickolas la recorrió de pies a cabeza.

–Hace frío –intentó excusarse.

–Frío es lo que menos hay.

Belle petite [+16]Where stories live. Discover now