Q U I N C E

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Al siguiente día, Gema fue la primera en estar en su asiento, con el lápiz en mano, lista para realizar la prueba de Clöe. Cuando se la entregaron se sorprendió de que entrara todo lo que había estudiado con Nickolas, así que totalmente confiada y segura de sí misma, comenzó a responder el desarrollo primero para luego seguir con las alternativas.

Al terminar, se levantó llamando la atención de Cassie, quien sonrió de medio lado dando por entendiendo que su amiga había seguido su consejo. Le entregó la prueba a Clöe y volvió a tomar asiento. Como aún quedaba tiempo, sacó su móvil y comenzó a presionar diferentes cosas, sin saber qué hacer, fue entonces que le llegó un mensaje.

"Nickolas:
¿Cómo te fue?"

Divertida, levantó la mirada para asegurarse de que Clöe estuviera lo bastante lejos, al ver que seguía sentada rebuscando algo en su bolso, se apresuró a responderle.

"Belle:
Me fue muy bien, gracias a ti, por cierto ¿En qué momento te has agendado? "

Divertido al ver el mensaje de la chica, ladeo su cabeza y llevo la taza a sus labios, bebió un poco del café negro y la volvió a dejar sobre la mesa. Era su horario libre, donde podía descansar para después volver a las clases.

"Nickolas:
No hay de qué. Cuando se te quedó puede ser que tal vez le haya echado una ojeada. Ahora concéntrate en otra cosa, que Clöe debe estar mirándote"

Totalmente espantada, levantó la mirada otra vez y efectivamente la estaba mirando. Nerviosa y con manos temblorosas, guardó el móvil de inmediato, soltando un suspiro de horror. Clöe endureció el rostro, bastante extrañada ante la reacción de la chica, pero lo dejo pasar asociándolo a que era por el examen.

Ya que no tenía con que distraerse, se apegó a la ventana sin importar el frío que entraba por las orillas de esta y se dedicó a observar el árbol que tanto la calmaba. A veces creía que la miraba, y se divertía viendo todos los errores que cometía, pero guardaba silencio porque esos errores son parte de crecer. Observando el árbol tomó una decisión, una que repararía todos los errores que había cometido: Le contaría la verdad a Aiden y terminaría de una vez por todas aquella relación torturadora, no importaba cuanto cariño le tenía, eso jamás fue suficiente.

Al toque de timbre fue a comer junto a Cassie y Tayler. Después de conversar un rato, miró la mesa del equipo y al ver que estaba vacía decidió ir a ver a Aiden después del entrenamiento.

–Tayler, ¿sabes a qué hora terminan el entrenamiento los chicos?

–Creo que al tercer recreo –comentó distraído tecleando algo en su móvil.

Esperó pacientemente pero, ansiosa y nerviosa, pidió permiso al profesor para ir al baño. Cuando se lo concedieron, corrió hacía la cancha, pero solo estaba el entrenador, así que caminó hasta él arrastrando su cuerpo con desgano.

–Señor Jace, ¿sabe dónde está Aiden? –descolocado por ver a Gema fuera de clases, le explicó amablemente que el entrenamiento había acabado y lo más probable es que debería de estar en las duchas.

Gema se sentó en las gradas a esperar, y al cabo de unos veinte minutos fue hacía las duchas. Tocó la puerta, pero nadie respondió, así que entró cerrando la puerta a su espalda y buscó a Aiden pero el lugar estaba totalmente desierto. Unas risas masculinas se oyeron y se apresuró a esconderse dentro de la última ducha, temiendo porque la pillaran allí, sintió como el agua salpicaba sus vaqueros pero guardó silencio para que no la descubrieran.

–¿Seguro que no hay nadie? –Gema frunció el ceño al oír aquella voz tan familiar y acogedora.

–Seguro, les dije que fueran a comer a la cafetería.

Al entender de quienes se trataba, ignoró los susurros con que se comunicaban y llevó la mano a la manija para abrir la puerta de la ducha, pero se quedó inmóvil al ver dos figuras borrosas acariciarse frente a ella, ignorando su presencia detrás del vidrio. Cubrió su boca y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver como las bocas de ellos se devoraban con efusividad.

Aiden y Tayler se estaban besando.

Gema cayó de rodillas al piso, presionando con más fuerza las manos sobre su boca, aguantando el sollozo que luchaba por salir y las incontrolables de ganas de gritar, lamentablemente estaba tan sorprendida, que su cuerpo la había traicionado; debilitándola por completo, impidiendo que la Gema que jamás se dejaba humillar saliera a flote.

«No puede ser, no puede ser» limpiando con fuerza sus mejillas empapadas, levantó la cabeza para asegurarse de que había visto mal, pero las bocas continuaban su lucha «¿Por qué Aiden? ¿Por qué me mentiste de esta manera?» Gema los observó en silencio, cuestionándose internamente todo lo que luchaba por salir. Afortunadamente unos pasos se oyeron y aquellos dos se vieron obligados a separarse «nunca me besaste así, Aiden, ahora lo entiendo» las figuras borrosas desaparecieron cuando los pasos se acercaron cada vez más.

–Chicos, ¿qué hacen aquí? Todo el equipo está en la cafetería.

–Yo apestaba entrenador –explicó Aiden.

–¿Y usted Tayler? ¿Qué hace fuera de clases?

–Estaba buscando a Gema entrenador –se excusó con agilidad, recordando que la chica no había regresado a clase.

–Ah cierto, preguntó por ti Aiden, le dije que estarías aquí.

Aiden mordió el interior de su mejilla, con el corazón latiendo cada vez más rápido, pensó en la morena, en su cabello, en su sonrisa y en sus besos. Ella se conformó con él todo este tiempo, y él a cambio le mintió, la engaño desde el inicio, y hasta este momento no había sentido culpa.

Que giros de la vida, ¿no? Una deja de sentirse culpable y el otro comienza a cuestionarse.

Aiden salió primero y detrás Tayler, con la cabeza gacha enfrentando su propio problema. El entrenador miró a ambos lados, buscando si alguien quedaba, pero al no ver a nadie se encogió de hombros y salió cerrando la puerta haciendo el suficiente ruido para que Gema lo alcanzara a oír. Rendida, ignorando lo empapados que estaban sus pies, sus pantalones y sus manos, se apoyó contra la pared. Estaba entendiendo muchas cosas que antes no se había tomado el tiempo de ver.

Asintiendo para sí misma, se levantó valiéndose de la pared para no caer, salió del lugar limpiando su rostro con ambas manos y caminó por el pasillo justo cuando el timbre sonaba para salir de clases. Las puertas de los salones se abrieron de par en par y todos comenzaron a salir. Gema se apegó a los casilleros y esperó pacientemente a que se vaciaran los pasillos, cuando eso paso arrastró su cuerpo al salón, tomó su mochila y levantó la vista hacía el árbol, sonrió de medio lado elevando su barbilla y apartó la silla para sentarse en ella.

–Tú lo sabías, ¿verdad? –apoyó la frente contra la ventana –me pregunto qué otros secretos sabrás, me pregunto que más esconden tus hojas...

Una hoja cayó, lentamente, cada hoja de aquel árbol era de cada estudiante del instituto, y la hoja que había caído pertenecía a Gema Anderson. Todos saben que cuando una hoja cae, una nueva nace.

Belle petite [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora