10▼"Oportunidad"

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—Entonces, supongo que no los han encontrado.

Lisa Marie había inclinado la botella sobre ambas copas de cristal. Después dejó el vino sobre la repisa que descansaba justo sobre la barra hecha de roble donde tenía las bebidas para ella y su acompañante. Estaba feliz aquel día, porque tenía la oportunidad de proseguir su conquista hacia Michael. 

Cuando entró a su departamento, descubrió el brillo que cargaba sobre sus iris color ámbar que tanto había contemplado con el paso del tiempo. Desde siempre había tenido unos grandes deseos de probar sus labios y pronunciar todos sus secretos más obscuros. Sólo podía hacer tal cosa si conseguía borrarle aquel resplandor en los ojos y reemplazarlo por ella solamente. Comenzaba a tener miedo de que aquella alma iluminada fuera causada por Bennett, no podría lidiar con una asesina que enamoró a su hombre.

Tomó ambos recipientes de vidrio sobre sus manos, tenía las uñas pintadas cuidadosamente de un rojo carmesí que le recordaba tanto a las batallas ganadas. Su vestido color noche se asomó a los ojos ambarinos de Michael que le miraron con agradecimiento cuando le entregó la bebida con gracia. Cruzó las piernas cuando estuvo sentada a su lado, entonces él tomó un poco de tiempo para apreciar bien su rostro y después se llevó la copa a los labios. En cuanto el líquido amargo con sabor a uva mezclada con alcohol, le escoció la garganta y tuvo la sensación de que beber vino era ajeno, hacía mucho tiempo que no lo probaba. 

  —Estás en lo cierto. No sabemos por dónde se escurrieron. 

Todavía tenía aquella nube de frustración sobre el cráneo, se quedó toda la noche en el cuartel para aguardar las noticias o por lo menos la ubicación de sus objetivos que ciertamente hacía unas semanas no vieron. Se irguió en el asiento, todavía sintiendo el estrés en las venas. Y dejando la copa de cristal sobre la superficie lisa de la mesa central, se percató de que la mirada de la mujer que estaba con él no le quitaba la mirada de encima. Pensó que así era ella, porque desde que le conoció lo miraba de esa forma. Quién sabe.

De pronto sintió de nuevo una oleada de felicidad. Había dejado a Nerea un libro sobre la mesa junto con un plato con comida; a escondidas, claro. No podía dejar que le descubrieran, puesto que tuvo compasión porque hacía una semana que no ingería nada de comida. En cuanto al libro... sólo fue un regalo por no haberlo matado cuando tenía la oportunidad. Michael era tan obstinado con sus pensamientos; se había dicho que era peligrosa, pero fue aún así hacia ella. Y es que, había algo que le atraía como un imán que estaba incrustado en la asesina. 

Era como encontrar la espina y la defensa en una misma persona. 

Se volvió hacia Lisa cuando se percató de la mirada llena de compasión que le dedicaba mientras sostenía la copa en una de sus manos. Le tomó el brazo con su mano libre, para después sentir incomodidad por su acción. Michael no sentía nada por ella, y jamás lo hizo a excepción de agradecimiento por todas las veces que hablaron y le apoyó. Nada fuera de eso. 

Hubo un silencio mientras se miraban a los ojos, él comenzaba a asustarse. Lisa se mantuvo firme mientras su mano recorría su brazo con lentitud, dándole a entender que le ayudaría con cualquier cosa que se propusiera; y algo más, por supuesto. Todo contrato tiene letras pequeñas. Michael sólo podía pensar en que lo que estaba haciendo le provocaba susto, puesto que jamás pensó en tener una relación seria con Lisa Marie. Aquello no era imposible, pero era extraño. 

No había estado relacionado con alguien desde hacía mucho tiempo, porque no era demasiado romántico o nunca hubo una gran inspiración para las acciones que enamoran a una mujer. Tenía miedo de tener un amor, porque pensaba que no había nacido para eso. Mientras, Lisa no se detuvo, sólo estaba mirándolo y pensó que no había razón para alarmarse todavía. 

Comenzó a guardar la calma, aunque cuando le tocó la pierna se olvidó de todo pensamiento tranquilo y se estremeció en un sólo movimiento. Por supuesto, la mujer se dio cuenta de aquello y siguió con la mirada puesta en su presa que ahora estaba esperando un ataque. Curvó sus labios rojos carmesí en una juguetona sonrisa, pero Michael no la devolvió. Estaba demasiado confundido. 

Ahora ella se acercó, prácticamente encima suyo. Tomó su camiseta con ambas manos, después de dejar violentamente la copa sobre la mesa de cristal al centro de la habitación. Entonces se vio acorralado por la persona que menos esperaba, y no podía salir porque tenía miedo de lastimar sus sentimientos si no respondía. La nube de confusión le inundaba la garganta y la cerraba con fuerza. 

  —No quiero que te involucres con ella. 

Le besó en los labios mientras apretaba la camiseta con ambas manos, sintiendo que estaba aprovechando su oportunidad que por supuesto no desperdició. Mientras tanto, Michael se preguntaba miles de veces dentro de su cabeza, ¿quién era ella?




Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora